Necrópolis del Cerro de las Aguilillas (Campillos)
near Gobantes, Andalucía (España)
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Itinerary description
Tras dejar atrás Campillos, sigo por la A-357 y en unos 8.5 kilómetros me desvío por la A-7286 (acceso norte a los embalses); pasado el coronamiento del embalse del Guadalteba, hay habilitado un pequeño aparcamiento, casi enfrente del carril de acceso a la Necrópolis de las Aguilillas (también puede circularse por esta pista hasta un aparcamiento habilitado junto a una antigua cantera de arenisca, al inicio del recorrido señalizado por el yacimiento arqueológico).
Sigo unos 900 metros por la pista forestal, a la sombra de un pinar, dejándola por un camino a la izquierda y subiendo enseguida por una vereda a su derecha, dando vistas en lo alto del cerro al embalse del Conde de Guadalhorce y a las últimas tumbas de la necrópolis, la 6 y la 7 (se han documentado siete tumbas del tipo “cuevas artificiales” de época megalítica, que convivieron en el tiempo con dólmenes y enterramientos en cuevas naturales). Estas construcciones fueron excavadas en la transición entre la Edad del Cobre y la del Bronce (del III al II milenio a.C.), en un promontorio de arenisca y conglomerados del Mioceno en la confluencia de los ríos Guadalteba, Guadalhorce y Turón, estratégica posición que permitía el control del territorio (lugar de paso entre los llanos de Antequera y la Serranía de Ronda, entre el litoral del Mediterráneo y el valle del Guadalquivir); parece ser que esta necrópolis estuvo asociada al poblado fortificado del Cerro del Castillón, ubicado a unos quinientos metros al otro lado del Guadalteba (y quizá al poblado que lo precedió, el del Espolón del Guadalhorce, abandonado hace unos 4000 años). Lo ocuparía una tribu compuesta por diferentes familias que practicaban la ganadería (de cabras sobre todo) y una agricultura de subsistencia en las tierras serranas (complementadas con la caza), que con el tiempo fue dando lugar a una incipiente sociedad de clases, que construiría una serie de panteones familiares en las Aguilillas. La escasa base agraria no permitiría la existencia de excedentes como para levantar grandes monumentos megalíticos (a lo sumo emplearon grandes losas en los enterramientos).
El yacimiento (descubierto en 1990 y excavado en 1994 por el equipo de investigadores de la Cueva de Ardales) ha sido dividido en cuatro sectores: el primero conserva tres estructuras funerarias (una posible cuarta permanece sin excavar), sendas tumbas el segundo y el tercero y dos el cuarto. Estas cuevas artificiales (“estructuras negativas”) evocan el vientre materno, al cual los difuntos vuelven tras ser depositados sus restos óseos en ellas; todos los enterramientos de esta necrópolis fueron siempre en segunda deposición, nunca se enterró un cadáver, sino sólo sus huesos (a modo de osarios colectivos), por lo que debían existir necrópolis de primera inhumación asociadas a las aldeas, que recibirían los cadáveres tras su muerte.
Aunque no hay dos tumbas iguales en las Aguilillas, sí guardan cierta
uniformidad tipológica básica (consecuencia de una costumbre generalizada en todo el mundo megalítico): son sepulcros colectivos en una cámara a la que se accede por un corredor y una antecámara, con puertas delimitadoras de los espacios interiores y con la posibilidad de disponer de nichos anejos, donde además de conservar los restos humanos de los antepasados, se introducían objetos de la vida cotidiana o de prestigio personal, a modo de ofrendas funerarias (tienen plantas similares a otros sepulcros megalíticos). De estas tumbas sólo se conservan las zonas excavadas en la roca madre, salvo en la número 5 (en el sector III), que nos ha llegado con todos sus elementos arquitectónicos, incluyendo la cubierta y el túmulo. El acceso se orientaba al sur, entrando a gatas por un estrecho corredor cubierto de piedras a modo de techumbre, al final del cual se iniciaba la antecámara (que podía estar separada por una losa a modo de puerta y que servía de tope a la práctica de rellenar todo el pasillo de piedras y sedimentos cada vez que se accedía a la tumba), donde se hacía acopio de vasijas y otros elementos de la vida cotidiana (se ha especulado con que formaran parte de una comida ritual celebrada en el exterior de la tumba y depositada al final del banquete); la antecámara podría terminar en un intento de cierre a modo de puerta realizado
por los canteros o por otra losa separadora, tras la que estaba la cámara, el recinto más profundo de la tumba y el más amplio, pues acogía los restos humanos; las tumbas tuvieron cubiertas de losas y por encima un túmulo, a modo de montaña artificial.
Estos panteones colectivos se usaron quizás durante cuarenta generaciones (a lo largo de un periodo de unos mil años, entre 4500 y 3500 años antes del presente, aunque puede acotarse su construcción entre los 4100 y 3900 años), por lo que las tumbas se abrieron y cerraron en varias ocasiones (incluso se pudieron añadir algunos nichos a las cámaras centrales). Así los trabajos arqueológicos han podido documentar numerosos restos antropológicos, sin disposición
anatómica alguna, pertenecientes a 51 personas de ambos sexos y distintas edades (con una edad media de alrededor de cuarenta años, aunque con varios individuos menores de quince) y probablemente de dos razas (una autóctona y otra de origen centroeuropeo); y con ellos más de 2000 piezas consistentes en sus ajuares (vajillas de cerámica, punzones de cobre, cuchillos y puntas de flechas tallados en sílex), adornos personales (collares), un betilo (roca pulida con forma de gran huevo, que se relaciona con la fertilidad, la sexualidad y el renacimiento, o sea, con la creencia en una vida ultraterrenal), unos ídolos femeninos (bitriangulares, de piedra de pizarra, correspondientes a amuletos personales) y más de
doscientos cincuenta picos de cantero, tallados en roca dura, con los que se excavaron estas tumbas (se encontraron agrupados delante de la número 2). En tres de las tumbas se han encontrado muestras de arte rupestre: grabados esquemáticos que corresponden a representaciones antropomorfas de tipo golondrina (trazo curvo amplio cortado en su centro con otro vertical).
Inicio el recorrido de la necrópolis por las últimas tumbas, las dos del sector IV, que se abren al valle del río Turón. Estas dos tumbas (carentes de corredor, con una reducida antecámara pero con una cámara que responde a la tipología común del resto de enterramientos) han proporcionado más información en cantidad y calidad sobre los rituales funerarios practicados en esta necrópolis, al ser las únicas que mantuvieron sus depósitos prácticamente intactos al no ser ocupadas durante la Guerra Civil.
El centro de las cámaras contenía numerosos fragmentos líticos tallados, algunos vasos cerámicos rotos y gran cantidad de huesos fragmentados (sobre todo de animales); y junto a las paredes aparecieron cráneos, cuencos completos, objetos de adorno o de prestigio (cuentas de collar fabricadas en conchas marinas, amuletos en piedra, grandes cuchillos en sílex y los únicos objetos metálicos aparecidos en toda la necrópolis). En el interior de los nichos se documentaron depósitos funerarios (en uno de los dos nichos de la tumba 7, tras una losa que lo cerraba, se hallaron restos óseos de un individuo en edad infantil).
La tumba 5 es la estructura arquitectónica más interesante de las excavadas, cubierta por grandes losas y un túmulo, un híbrido entre las cuevas artificiales y el megalitismo dolménico. La 4 es una construcción semi-rupestre, que se excavaría sin corredor y con una planta ovalada que contenía la antecámara y la cámara separadas por un tabique, encontrándose restos de un pilar que apoyan la idea de que se culminó con una cubierta apoyada en postes de madera (que han dejado sus hoyos alrededor de la tumba), teniendo un aspecto final parecido a una cabaña (o un túmulo); aquí apareció
un único enterramiento, localizado en la cámara (con un ajuar formado por fragmentos de cerámica y algunas piezas de sílex -destaca una punta de flecha sin usar), aunque se piensa que se concibió como sepulcro colectivo, abandonándose tras la primera deposición quizás por derrumbe de la parte efímera de la estructura.
Finalmente llego al sector I, donde se agrupan las tres primeras tumbas, que fueron usadas como refugio y nido de ametralladoras durante la Guerra Civil por un destacamento de tropas republicanas comandado por un capitán, ante el avance de los nacionales por la provincia malagueña durante el otoño/invierno de 1936; los rebeldes se establecieron en Peñarrubia, desde donde intentaron tomar el pantano del Chorro y Ardales, provocando a finales de enero de 1937 el repliegue de los soldados republicanos desde el Cerro de las Aguilillas a Ardales. Se pueden observar las trincheras excavadas en el cerro, habiéndose encontrado en el curso de las excavaciones algunos objetos pertenecientes a los militares republicanos aquí acantonados (aunque no hubo expolio por su parte y en muchos sectores los estratos no fueron alterados).
Salgo del recinto arqueológico por su entrada junto a la cantera de arenisca, volviendo al embalse por la pista, en cómoda bajada, tras haber disfrutado de un yacimiento excepcional, de gran valor patrimonial y arquitectónico (la necrópolis ha sido incluida en la candidatura a Patrimonio Mundial de la UNESCO junto al Caminito del Rey y su entorno): además nos ha proporcionado una gran información sobre la vida y la muerte de los primeros habitantes del Guadalteba, que llevaron a cabo un ingente esfuerzo social y económico para extraer la roca con sus primitivas herramientas y conformar estos hipogeos.
Waypoints
Tumba 6
Tres nichos situados en un plano elevado respecto al piso de la cámara principal. Agujeros tallados en la pared conocidos en el mundo megalítico como “cazoletas”
Tumba 7
La más pequeña del yacimiento, sin corredor y con dos nichos en la cámara principal (separada del exterior por un escalón de piedra)
Tumba 5
Corredor, ensanche a modo de antecámara y cámara principal con nicho de menor tamaño dispuestos de forma lineal. Cubierta de grandes losas y túmulo de tierra
Tumba 1
Incompleta (quizá no se terminó de construir), con restos de una cámara y dos nichos
Tumba 2
Conserva el corredor y un nicho en la antecámara (en su origen cubierto por losas conformando una falsa cúpula) y una gran cámara central, con dos nichos laterales
Tumba 3
Conserva un corredor, una pequeña antecámara (que se cubría con losas dispuestas en aproximación de hiladas) y una cámara circular sin nichos; en el suelo puede apreciarse una ranura donde se encajaría una gran losa
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