Navalquijo laguna de los Caballeros y su garganta.
near Navalguijo, Castilla y León (España)
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Itinerary description
LAGUNA DE LOS CABALLEROS
Navalguijo es una localidad con escasos 100 habitantes y una arquitectura popular de la serranía de Gredos.
Al salir de Navalguijo, la Cumbre del Rayo y el Picario quedan frente a nosotros.
Enseguida atravesamos una breve zona boscosa, al pasar por la Garganta de la Lanchuela, donde encontramos en Arroyo de las Malezas.
Y muy poco más allá, por el paraje denominado “El Frontón”, unos estupendos pinares.
Cuando llevamos andados poco más de 2 kilómetros, al coger un poco de altura en la falda de los Huertos del Monte, vemos detrás de nosotros, al pie de los Riscos Blancos, Navalonguilla, a la que vamos a perder enseguida de vista.
En este punto alcanzamos la Garganta de los Caballeros, que queda a nuestra izquierda y que vamos a seguir hasta llegar a nuestro destino.
El Riscazo, también a nuestra izquierda, yergue soberbio toda su dureza.
La vegetación se ha vuelto escasa. Jaras, tomillos, algunos cantuesos y muchas piedras. Y los montes de Gredos a ambos lados del camino. No estoy acostumbrado a estos parajes, que me resultan bonitos.
Una pequeña pradera nos anuncia que estamos llegando a la Chorrera del Lanchón, que cae a nuestra derecha.
El Pico de la Camocha, a nuestra derecha, levanta imponente su mole pétrea y, como para compensar tanta dureza, entre sus piedras asoman las aguas del Arroyo del Horco.
Desde hace ya un buen rato la piedra se ha hecho camino. Dura, a veces incómoda y en algunos momentos peligrosa ante un mal paso que pudiera provocar algún percance.
El calor atiza. Son las 12, hace hora y media que comenzamos a caminar y llevamos recorridos unos 6 kilómetros. En este momento todavía no ha habido que hacer apenas esfuerzos de subida.
El Arroyo de los Caballeros traza su curso, en algunos momentos, sobre la misma roca.
El camino, empedrado con grandes rocas, presenta ahora una subida un poco más intensa, justo en el momento en que pasamos junto a una zona en que el Arroyo se hace más ancho.
Algunos pilones de aguas profundas junto con unas pequeñas cascadas me provocan de tal modo que me aproximo lo más que puedo al curso del agua para poder fotografiar mejor.
Me he detenido demasiado tiempo, por lo que tengo que subir de nuevo al lugar por donde discurre el camino. El calor aprieta, y mucho, y mi esfuerzo me pasa factura. La respiración se acelera y el cansancio comienza a hacer acto de presencia.
Llevo recorridos 7 kilómetros. El repecho que acabo de subir, junto al calor me dice q afloje q queda mucha tela todavía. Una “parada técnica” nos ayuda a recuperar el aliento, momento que aprovecho para hacernos una foto.
Retomo el camino para encontrar, en un pequeño llano al que llaman “Las LLanaíllas”, un rústico refugio con forma de chozo de piedra cubierto el tejado por retama seca.
Y un poco más allá, lo que queda de las antiguas minas de blenda. Un poste indicador, cuatro paredes y restos de la antigua maquinaria usada en la industria minera.
Durante un rato el sendero es pura piedra. Hay que atravesar un largo valle,atravesar el Arroyo al otro lado, para continuar por aquella orilla durante un buen rato.
A lo lejos divisamos ya el final de nuestro camino, pero aún nos queda una dura subida, pedregosa que a mi, y a algún otro compañero, nos fatiga de modo notable.
Alcanzamos una pequeña pradera y, en ella, el refugio de los Malacatones, en muy buenas condiciones. Ahora está vacío pero cuando regresamos por la tarde encontramos en él a cuatro chicos que van a hacer noche en el lugar.
A nuestra vista quedan ya el Alto de la Cruceta, el Juraco y la Covacha y, a sus pies el glaciar en el que está la Laguna de los Caballeros que no quedará a nuestra vista (para la desesperación de algunos) hasta que no estás encima mismo de ella. Resulta curioso mientras caminas en su busca: sabes que está ahí, pero resulta completamente imposible divisarla hasta que llegas a ella,el circo glaciar y la laguna merece la pena la caminata,,,
Navalguijo es una localidad con escasos 100 habitantes y una arquitectura popular de la serranía de Gredos.
Al salir de Navalguijo, la Cumbre del Rayo y el Picario quedan frente a nosotros.
Enseguida atravesamos una breve zona boscosa, al pasar por la Garganta de la Lanchuela, donde encontramos en Arroyo de las Malezas.
Y muy poco más allá, por el paraje denominado “El Frontón”, unos estupendos pinares.
Cuando llevamos andados poco más de 2 kilómetros, al coger un poco de altura en la falda de los Huertos del Monte, vemos detrás de nosotros, al pie de los Riscos Blancos, Navalonguilla, a la que vamos a perder enseguida de vista.
En este punto alcanzamos la Garganta de los Caballeros, que queda a nuestra izquierda y que vamos a seguir hasta llegar a nuestro destino.
El Riscazo, también a nuestra izquierda, yergue soberbio toda su dureza.
La vegetación se ha vuelto escasa. Jaras, tomillos, algunos cantuesos y muchas piedras. Y los montes de Gredos a ambos lados del camino. No estoy acostumbrado a estos parajes, que me resultan bonitos.
Una pequeña pradera nos anuncia que estamos llegando a la Chorrera del Lanchón, que cae a nuestra derecha.
El Pico de la Camocha, a nuestra derecha, levanta imponente su mole pétrea y, como para compensar tanta dureza, entre sus piedras asoman las aguas del Arroyo del Horco.
Desde hace ya un buen rato la piedra se ha hecho camino. Dura, a veces incómoda y en algunos momentos peligrosa ante un mal paso que pudiera provocar algún percance.
El calor atiza. Son las 12, hace hora y media que comenzamos a caminar y llevamos recorridos unos 6 kilómetros. En este momento todavía no ha habido que hacer apenas esfuerzos de subida.
El Arroyo de los Caballeros traza su curso, en algunos momentos, sobre la misma roca.
El camino, empedrado con grandes rocas, presenta ahora una subida un poco más intensa, justo en el momento en que pasamos junto a una zona en que el Arroyo se hace más ancho.
Algunos pilones de aguas profundas junto con unas pequeñas cascadas me provocan de tal modo que me aproximo lo más que puedo al curso del agua para poder fotografiar mejor.
Me he detenido demasiado tiempo, por lo que tengo que subir de nuevo al lugar por donde discurre el camino. El calor aprieta, y mucho, y mi esfuerzo me pasa factura. La respiración se acelera y el cansancio comienza a hacer acto de presencia.
Llevo recorridos 7 kilómetros. El repecho que acabo de subir, junto al calor me dice q afloje q queda mucha tela todavía. Una “parada técnica” nos ayuda a recuperar el aliento, momento que aprovecho para hacernos una foto.
Retomo el camino para encontrar, en un pequeño llano al que llaman “Las LLanaíllas”, un rústico refugio con forma de chozo de piedra cubierto el tejado por retama seca.
Y un poco más allá, lo que queda de las antiguas minas de blenda. Un poste indicador, cuatro paredes y restos de la antigua maquinaria usada en la industria minera.
Durante un rato el sendero es pura piedra. Hay que atravesar un largo valle,atravesar el Arroyo al otro lado, para continuar por aquella orilla durante un buen rato.
A lo lejos divisamos ya el final de nuestro camino, pero aún nos queda una dura subida, pedregosa que a mi, y a algún otro compañero, nos fatiga de modo notable.
Alcanzamos una pequeña pradera y, en ella, el refugio de los Malacatones, en muy buenas condiciones. Ahora está vacío pero cuando regresamos por la tarde encontramos en él a cuatro chicos que van a hacer noche en el lugar.
A nuestra vista quedan ya el Alto de la Cruceta, el Juraco y la Covacha y, a sus pies el glaciar en el que está la Laguna de los Caballeros que no quedará a nuestra vista (para la desesperación de algunos) hasta que no estás encima mismo de ella. Resulta curioso mientras caminas en su busca: sabes que está ahí, pero resulta completamente imposible divisarla hasta que llegas a ella,el circo glaciar y la laguna merece la pena la caminata,,,
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