Miraflores- Peña la Carcamala-Pico de la Pala-Perdiguera-Mina Cubero
near Miraflores de la Sierra, Madrid (España)
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Trail photos
Itinerary description
Vamos a hacer una ruta desde Miraflores de la Sierra, siguiendo las huellas del más famoso lobero que hubo en estas tierras, Antonio Robledo Palomino conocido como «el tío Francachela.
Hay que remontarse hasta los años 40 del siglo pasado para contemplar al último ejemplar lupino del hoy Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, antes de su reintroducción en el año 2013. Sin embargo, debemos recordar que el lobo fue una especie proliferante en la zona durante todo el XIX, aunque no muy querida por los serranos debido a sus continuos ataques al ganado.
Conocido el problema que suponían los lobos, se emplearon artimañas y venenos de toda clase para tratar de diezmar su población. Una de las trampas más utilizadas en nuestro país era la llamada lobera: una empalizada o muro colocado en forma de embudo que conducía al animal hacia un angosto pozo. Aunque algunos ejemplares perecieron mediante estas prácticas, la solución definitiva fue la aparición de un «hombre lobo».
A mediados del siglo XIX, era frecuente que los vecinos de Miraflores de la Sierra encontraran pisadas humanas mezcladas con huellas de lobo. Además, algunos testigos afirmaban que un hombre vestido con pieles se introducía en las madrigueras, saliendo posteriormente sin heridas y con varios lobeznos a su cargo. De este modo, comenzaron las historias, a cada cual más rocambolesca, sobre la existencia de un licántropo en la zona.
Aunque «el tío Francachela», llegó a entender a los lobos como nadie, nunca un mordisco le provocó transformación alguna ni su mímesis con este mamífero le acarreó ningún trastorno. Robledo deseó entender al lobo para poder exterminarlo y disfrutar del beneficio económico que recibía por ello.
Poco a poco se dedicó más a la labor en profundidad, hasta tal punto que conocía a cada lobo por su nombre y sus costumbres.
¡Arriesgaba tanto que un día se metió incluso dentro de una madriguera para llevarse a los lobeznos, con la loba dentro de ella, toda una hazaña!. Se cuenta de él que llegó a matar hasta 219 lobos.
Como en aquellos tiempos los lobos eran considerados como animales muy peligrosos y dañinos para el ganado, Francachela fue muy respetado y querido por los vecinos, de tal manera que le consiguieron una pensión vitalicia de 80 céntimos diarios. Hoy se le recuerda gracias a una fuente sita en Miraflores.
Salimos desde la Travesía del Cabezuelo, y nos desviamos a la derecha para comenzar a ascender por la senda Paco hasta la Peña Carcamala. Hay varios miradores, en el camino desde donde tenemos buenas vistas.
Seguimos por la cuerda de las Vaquerizas, y llegamos por el Pico de la Pala, continuamos por la cordal dirección norte, en ligero ascenso, para llegar al Cancho del Pobo y el Contadero, último promontorio rocoso que tenemos antes de alcanzar la cota de 1.886 m del Pico Perdiguera. Desde allí divisamos una magnifica vista del Hueco del Gargantón o del Cancho a nuestros pies con la Najarra y el Puerto de la Morcuera del fondo, en dirección suroeste, y del Valle de Bustarviejo con Cabeza Arcón como telón de fondo.
Llegamos al Cancho del Águila, y comenzamos el descenso hacia el Pinar del Gargantón, donde nos desviamos a la izquierda, ya sin camino, aunque por terrero sin problemas para llegar a Mina Cubero, una pequeña mina abandonada con una galería horizontal de unos 30 m.
Vadeamos el arroyo del Gargantón y ya sin camino, siguiendo alguna trocha sin dificultad, volvemos por el hueco del Gargantón al inicio de la ruta.
Hay que remontarse hasta los años 40 del siglo pasado para contemplar al último ejemplar lupino del hoy Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, antes de su reintroducción en el año 2013. Sin embargo, debemos recordar que el lobo fue una especie proliferante en la zona durante todo el XIX, aunque no muy querida por los serranos debido a sus continuos ataques al ganado.
Conocido el problema que suponían los lobos, se emplearon artimañas y venenos de toda clase para tratar de diezmar su población. Una de las trampas más utilizadas en nuestro país era la llamada lobera: una empalizada o muro colocado en forma de embudo que conducía al animal hacia un angosto pozo. Aunque algunos ejemplares perecieron mediante estas prácticas, la solución definitiva fue la aparición de un «hombre lobo».
A mediados del siglo XIX, era frecuente que los vecinos de Miraflores de la Sierra encontraran pisadas humanas mezcladas con huellas de lobo. Además, algunos testigos afirmaban que un hombre vestido con pieles se introducía en las madrigueras, saliendo posteriormente sin heridas y con varios lobeznos a su cargo. De este modo, comenzaron las historias, a cada cual más rocambolesca, sobre la existencia de un licántropo en la zona.
Aunque «el tío Francachela», llegó a entender a los lobos como nadie, nunca un mordisco le provocó transformación alguna ni su mímesis con este mamífero le acarreó ningún trastorno. Robledo deseó entender al lobo para poder exterminarlo y disfrutar del beneficio económico que recibía por ello.
Poco a poco se dedicó más a la labor en profundidad, hasta tal punto que conocía a cada lobo por su nombre y sus costumbres.
¡Arriesgaba tanto que un día se metió incluso dentro de una madriguera para llevarse a los lobeznos, con la loba dentro de ella, toda una hazaña!. Se cuenta de él que llegó a matar hasta 219 lobos.
Como en aquellos tiempos los lobos eran considerados como animales muy peligrosos y dañinos para el ganado, Francachela fue muy respetado y querido por los vecinos, de tal manera que le consiguieron una pensión vitalicia de 80 céntimos diarios. Hoy se le recuerda gracias a una fuente sita en Miraflores.
Salimos desde la Travesía del Cabezuelo, y nos desviamos a la derecha para comenzar a ascender por la senda Paco hasta la Peña Carcamala. Hay varios miradores, en el camino desde donde tenemos buenas vistas.
Seguimos por la cuerda de las Vaquerizas, y llegamos por el Pico de la Pala, continuamos por la cordal dirección norte, en ligero ascenso, para llegar al Cancho del Pobo y el Contadero, último promontorio rocoso que tenemos antes de alcanzar la cota de 1.886 m del Pico Perdiguera. Desde allí divisamos una magnifica vista del Hueco del Gargantón o del Cancho a nuestros pies con la Najarra y el Puerto de la Morcuera del fondo, en dirección suroeste, y del Valle de Bustarviejo con Cabeza Arcón como telón de fondo.
Llegamos al Cancho del Águila, y comenzamos el descenso hacia el Pinar del Gargantón, donde nos desviamos a la izquierda, ya sin camino, aunque por terrero sin problemas para llegar a Mina Cubero, una pequeña mina abandonada con una galería horizontal de unos 30 m.
Vadeamos el arroyo del Gargantón y ya sin camino, siguiendo alguna trocha sin dificultad, volvemos por el hueco del Gargantón al inicio de la ruta.
Waypoints
River
4,736 ft
Cruce Arroyo del Gargantón
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