Masueco-Cascada del Pinero-Pozo de los Humos

En nuestro incesante peregrinar por tierras de Salamanca, toca hoy dirigirnos hacia el Parque Natural de Arribes del Duero, para, partiendo de Masueco, visitar la Cascada del Pinero (o Pozo de los Lirios), y el Pozo de los Humos. Hace una larga temporada que la sequía reina, y aunque ha llovido en estos días, dudamos de que sea suficiente para regalarnos un maravilloso espectáculo fluvial en las cascadas que nos ocupan. Conquistada ayer la Peña de Francia, se nos antoja algo mas sencilla la empresa de hoy. Como es habitual madrugamos para acometer la aproximación y llegar a una hora prudente al punto de inicio. Autovía y carreteras locales nos llevan al destino. Aparcamos junto a la Iglésia, donde al fondo, un mural que adorna una de las paredes del Ayuntamiento, nos llena de esperanza. No en vano, una impresionante cascada, que identificamos como el Pozo de los humos, se muestra esplendorosa y de generoso cauce. Pocos habitantes pululan por las calles, y apenas pasan coches por la carretera que atraviesa el pueblo. La ruta de hoy, se asemeja a una robusta testa , coronada con una tuerta cornamenta, pues un cuerno es bastante mas largo que el otro. Condicionantes ambientales, por la época de nidificación de los buitres, impide el paso, y es necesario repetir el recorrido de vuelta, para ir de un objetivo a otro. Enseguida salimos del pueblo, pisando pista de tierra en cuanto superamos el lavadero. Nos distraen del monótono recorrido, cerezos silvestres, olivos, almendros y sobre nuestras cabezas, a ratos, buitres sobrevolando la zona en busca de comida. Pronto nos cruzamos con otro grupo, que apresurados vuelven hacia el pueblo. Tras los preceptivos saludos, preguntamos si la Cascada del Pinero tiene agua, "Un hilillo apenas perceptible", nos contestan, y dando las gracias nos despedimos, intentando disimular la contrariedad y conservar el entusiasmo. Con pocos lances que narrar, llegamos al objetivo, con la única dificultad del último tramo, en el que se baja por un resbaladizo sendero, algo embarrado. Efectivamente, aunque reina el verdor, el agua brilla por su ausencia, tanto, que apenas se percibe a simple vista y aún menos en las fotos. Pasando la cascada, un panel informativo indica que es una zona restringida del 15 de Febrero al 30 de Junio, prohibiendo el paso entre esas fechas. Damos media vuelta con presteza ante lo inevitable, reponiendo fuerzas una vez remontado el sendero. Desandamos lo andado hasta el primer cruce sin demoras, pues la pista es amigable y permite aligerar el paso. Varios cruces y paneles, informando de por donde ir al pueblo en coche, nos van acompañando hasta la zona de picnic que precede al Pozo de los Humos. Una barrera metálica cierra el paso a los vehículos, y carteles de advertencia desaconsejan bajar al pie de la cascada por los senderos. Ancho, aunque muy predegoso y algo empinado, el camino acaba paralelo al Río Uces, del que tenemos las primeras vistas. Hay varios lugares habilitados para mirar las cascada, y competimos en encontrar el mas adecuado para sacar las mejores fotos. Una palanca a modo de mirador, permite echar un mareante vistazo cenital a todo el entorno. Aunque tiene mas caudal que el Pozo de los Lirios, tampoco podríamos decir que es, ahora, espectacular. De modestas aspiraciones como somos, y de buen conformar, aceptamos y sacamos provecho de lo que se nos ofrece, posando con divertidas muecas en el colgante mirador. Un momento de respetuoso silencio, guardamos ante la foto y las flores que recuerdan a un joven, que perdió la vida años ha. Departimos con los ciclistas que aquí se hallan, e interesados por lo que hemos visitado, quedan algo desilusionados cuando les describimos el mengüe caudal del Pinero. Se despiden y emprenden la marcha, nosotros un rato después, remontando el empecinado camino hacia arriba esta vez. Les alcanzamos en el área de picnic, donde queremos creer que disimulan leyendo carteles, cuando realmente intentan recuperar el resuello. Partimos casi a la vez, nosotros hacia Masueco, ellos, seguro, mas lejos. Sin mada mas de interés que narrar de la pista que lleva al pueblo, nos aprovisionamos de bebidas, pan candeal y embutidos, para degustarlo todo con fruición en unas mesas de piedra, a la salida del pueblo. Hasta ahora nos ha protegido la "flor" del maestro de rutas, con la que tanto bromeamos, pero una repentina lluvia, arrastrada por el viento, nos quita las ganas de haraganear, y nos empuja a seguir nuestro camino hacia Ciudad Rodrigo. Allí nos espera la I Fiesta del Colesterol que tenemos previsto celebrar como merienda-cena. Compuesta por ricos caldos, torreznos, morcilla de Burgos, un improvisado farinato con huevos estrellados, patatas y ajos al horno, presidido por una saludable, pero apetitosa ensalada para disimular. Por supuesto dulces y combinados no podían faltar.

En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base