48. Mambla de La Muela
near Mambrillas de Lara, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 60 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 575 metros (superior al que estima Wikiloc).
Seguimos para esta excursión el trazado de ‘Humion8’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/la-muela-de-las-mamblas-23564394 ). Bien indicado y útil en los momentos necesarios; y, además, bastante económico (sin sobrantes ni vías muertas). Aprovechando su experiencia, modificamos muy ligeramente el trayecto en algunos puntos del ascenso y el descenso de La Muela. Gracias.
En el mismo inicio de la jornada, nos sorprendió una nítida luna suspendida entre las dos Mamblas (o ‘mammulas’ o mamas, que clara forma de éstas tienen; El Castillejo y La Muela). Fue hermoso de ver y reflejarlo en algunas fotos (en lo posible). Impactante comienzo al amanecer, pues. No nos sorprendió, en cambio, la temperatura de ‘sólo’ -6 grados (bajo cero) en el arranque hacia las 08:45 h. No lo hizo dado que en varios días previos habíamos empezado a esa hora con entre -9, -10, y -11 grados en zonas no muy lejanas. Iba a ser (y así lo fue) otro día espléndido para una caminata, con un azul transparente y un fresco estimulante.
El recorrido comienza en un punto al lado derecho de la carretera N-234, en dirección de Burgos a Soria, casi en frente del desvío (a la izquierda) hacia Quintanilla de las Viñas. Hay un espacio (de tierra/hierba) para aparcar junto a un poste indicador de la senda GR-82. Desde allí, ésta sube hacia el portillo en la falda de La Muela, en su costado este. Luego la ruta abandona ese GR y gira en sentido oeste hacia la Ermita Virgen de las Mamblas, para finalmente ascender y descender de la propia Muela, llegar de nuevo al portillo por el que pasamos en la fase inicial, y de allí volver al punto de partida.
La ruta es generalmente fácil de seguir (con alguna ayuda técnica, como nuestro ‘track’), a pesar de la ausencia de postes de señalización. En la mayor parte del itinerario, hay un marcado sendero, o incluso camino o pista. Únicamente en la subida, la cima, y la bajada de La Muela el trayecto deja de ser evidente, y queda en parte a la intuición del caminante (y también a la guía que aportan unos pocos montoncitos de piedras); en esta parte sí es importante el ‘track’. Para acometer el asalto final a la cima a través del cantil pétreo, hay que estar atentos a un gran hito de piedras en el borde; nos servirá de faro para saber el punto exacto de acceso.
En ningún momento percibimos peligro en la subida (más bien pelada, así que mejor no mirar hacia abajo, si se tiene vértigo), ni en la bajada (en este caso, el vértigo no afecta porque vamos generalmente rodeados de árboles). No obstante, hay que ir con prudencia y tiento en dos puntos del ascenso: uno, hacia la mitad, tras el primer escalón rocoso, y el otro en el acceso final; y también en otro punto del descenso: al dejar el borde superior, se requiere un pequeño destrepe echando las manos al suelo.
También en el descenso, en su zona boscosa, es fácil resbalar: el suelo está cubierto de pinocha y las piñas se convierten en ruedas de patines bajo nuestras botas. Allí nos deslizamos y caímos un par de veces (en blando…). Claro que igualmente nos caímos en el sendero final de bajada desde el portillo (en duro…), al resbalar sobre la mucha arenilla suelta. Ahí, en varios tramos en su parte alta, el sendero está muy erosionado por la lluvia y el hielo; se ha convertido en un estrecho y profundo surco, algo incómodo e inestable. Precaución si, además, está helado.
El esfuerzo físico exigido no es grande (dependiendo de la forma de cada cual, obviamente): poco más de 10 km de longitud y un desnivel ligeramente superior a los 500 metros (no desdeñables). Vista desde abajo, la imponente Muela parece más inaccesible de lo que es (“Que no son gigantes, mi señor Don Quijote; son molinos de viento”). Respeto y cautela, no obstante. Por otro lado, el terreno, el suelo, no es cómodo a veces para caminar, como ocurre en la subida y bajada de La Muela y en el sendero que desciende del portillo hasta el final de la ruta, pero es aceptable en el resto. En conjunto, pues, y teniendo en cuenta la cercanía (a la ciudad de Burgos), el coste global en esfuerzo es reducido. Bien merece la pena.
En el lado claramente positivo, hay tres aspectos destacables, con especial interés y atractivo:
Primero, todo el bosque, en general, y el que arropa al arroyo (ahora sin agua) de la Cedorra, en especial, se asemeja a un enorme jardín botánico: hay pinos, enebros, sabinas, encinas, e incluso bojes, acebos y fresnos, además de gran variedad de arbustos de menor tamaño, cuyos nombres ignoro (excepto los que pinchan, como las aulagas…).
Segundo, el entorno de la Ermita Virgen de las Mamblas es casi idílico, quizá favorecido por el magnífico y luminoso día que a todo daba lustre. También la propia ermita luce encantadora en ese paisaje; curiosamente, además de bien cuidada en sus exteriores, aún conservaba adornos navideños (de hacía un mes).
Tercero, las vistas desde la meseta cimera de La Muela, en todas las direcciones, hacen contener la respiración; incluso aunque ya se conozcan los lugares contemplados (o quizá más aún por ello): Peñalara, la sierra de Mencilla, y los picos nevados de la Demanda detrás; las sierras de Carazo, Cervera, Gayubar, y Tejada; el valle del Arlanza, etc.
La única anécdota del día fueron los cuatro resbalones con caída que sufrimos, sin mayores consecuencias; por falta de redoblada prudencia. Pero, como tampoco fueron motivo de risa, no hay razón para explayarse en ello; sólo en la lección a extraer: “hay que estar a lo que se está”. Esta misma lección sirve también para lo siguiente: en las más de cuatro horas disfrutando de la naturaleza, no tuvimos compañía humana; lo más afín (*) fueron dos majestuosos buitres que iniciaron su vuelo al acercarnos al cantil en la cima.
En fin, como de costumbre, la ruta nos liberó placenteras endorfinas en el cuerpo y generó buenos sentimientos en el alma. Y dejó huellas en la memoria. Con ganas para la siguiente.
(*) Días después, al revisar las fotos, nos dimos cuenta de que habíamos visto algo más próximo a los humanos: dos cabras (un macho cabrío, chivo, o cabrón, y una cabrita). Nadie negará su mayor semejanza (que los buitres; que también): son mamíferos. Sea como fuere (y como se quiera interpretar), el zoom nos permitió identificarlas (hemos añadido una foto ilustrativa en el waypoint 17). En vivo y en la distancia, sólo detectamos dos bultos en la cima de la (otra) mambla El Castillejo. Sacamos las fotos "por si acaso"...: ...por si acaso seguían allí las cabras que nos habían "mirado mal" cuando subimos desde Mecerreyes tres meses atrás. Ese episodio fue motivo de una anécdota "vergonzosa" (para nuestra vergüenza). Así quedó reflejado:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/mambla-de-las-penas-amarillas-86186941
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 60 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 575 metros (superior al que estima Wikiloc).
Seguimos para esta excursión el trazado de ‘Humion8’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/la-muela-de-las-mamblas-23564394 ). Bien indicado y útil en los momentos necesarios; y, además, bastante económico (sin sobrantes ni vías muertas). Aprovechando su experiencia, modificamos muy ligeramente el trayecto en algunos puntos del ascenso y el descenso de La Muela. Gracias.
En el mismo inicio de la jornada, nos sorprendió una nítida luna suspendida entre las dos Mamblas (o ‘mammulas’ o mamas, que clara forma de éstas tienen; El Castillejo y La Muela). Fue hermoso de ver y reflejarlo en algunas fotos (en lo posible). Impactante comienzo al amanecer, pues. No nos sorprendió, en cambio, la temperatura de ‘sólo’ -6 grados (bajo cero) en el arranque hacia las 08:45 h. No lo hizo dado que en varios días previos habíamos empezado a esa hora con entre -9, -10, y -11 grados en zonas no muy lejanas. Iba a ser (y así lo fue) otro día espléndido para una caminata, con un azul transparente y un fresco estimulante.
El recorrido comienza en un punto al lado derecho de la carretera N-234, en dirección de Burgos a Soria, casi en frente del desvío (a la izquierda) hacia Quintanilla de las Viñas. Hay un espacio (de tierra/hierba) para aparcar junto a un poste indicador de la senda GR-82. Desde allí, ésta sube hacia el portillo en la falda de La Muela, en su costado este. Luego la ruta abandona ese GR y gira en sentido oeste hacia la Ermita Virgen de las Mamblas, para finalmente ascender y descender de la propia Muela, llegar de nuevo al portillo por el que pasamos en la fase inicial, y de allí volver al punto de partida.
La ruta es generalmente fácil de seguir (con alguna ayuda técnica, como nuestro ‘track’), a pesar de la ausencia de postes de señalización. En la mayor parte del itinerario, hay un marcado sendero, o incluso camino o pista. Únicamente en la subida, la cima, y la bajada de La Muela el trayecto deja de ser evidente, y queda en parte a la intuición del caminante (y también a la guía que aportan unos pocos montoncitos de piedras); en esta parte sí es importante el ‘track’. Para acometer el asalto final a la cima a través del cantil pétreo, hay que estar atentos a un gran hito de piedras en el borde; nos servirá de faro para saber el punto exacto de acceso.
En ningún momento percibimos peligro en la subida (más bien pelada, así que mejor no mirar hacia abajo, si se tiene vértigo), ni en la bajada (en este caso, el vértigo no afecta porque vamos generalmente rodeados de árboles). No obstante, hay que ir con prudencia y tiento en dos puntos del ascenso: uno, hacia la mitad, tras el primer escalón rocoso, y el otro en el acceso final; y también en otro punto del descenso: al dejar el borde superior, se requiere un pequeño destrepe echando las manos al suelo.
También en el descenso, en su zona boscosa, es fácil resbalar: el suelo está cubierto de pinocha y las piñas se convierten en ruedas de patines bajo nuestras botas. Allí nos deslizamos y caímos un par de veces (en blando…). Claro que igualmente nos caímos en el sendero final de bajada desde el portillo (en duro…), al resbalar sobre la mucha arenilla suelta. Ahí, en varios tramos en su parte alta, el sendero está muy erosionado por la lluvia y el hielo; se ha convertido en un estrecho y profundo surco, algo incómodo e inestable. Precaución si, además, está helado.
El esfuerzo físico exigido no es grande (dependiendo de la forma de cada cual, obviamente): poco más de 10 km de longitud y un desnivel ligeramente superior a los 500 metros (no desdeñables). Vista desde abajo, la imponente Muela parece más inaccesible de lo que es (“Que no son gigantes, mi señor Don Quijote; son molinos de viento”). Respeto y cautela, no obstante. Por otro lado, el terreno, el suelo, no es cómodo a veces para caminar, como ocurre en la subida y bajada de La Muela y en el sendero que desciende del portillo hasta el final de la ruta, pero es aceptable en el resto. En conjunto, pues, y teniendo en cuenta la cercanía (a la ciudad de Burgos), el coste global en esfuerzo es reducido. Bien merece la pena.
En el lado claramente positivo, hay tres aspectos destacables, con especial interés y atractivo:
Primero, todo el bosque, en general, y el que arropa al arroyo (ahora sin agua) de la Cedorra, en especial, se asemeja a un enorme jardín botánico: hay pinos, enebros, sabinas, encinas, e incluso bojes, acebos y fresnos, además de gran variedad de arbustos de menor tamaño, cuyos nombres ignoro (excepto los que pinchan, como las aulagas…).
Segundo, el entorno de la Ermita Virgen de las Mamblas es casi idílico, quizá favorecido por el magnífico y luminoso día que a todo daba lustre. También la propia ermita luce encantadora en ese paisaje; curiosamente, además de bien cuidada en sus exteriores, aún conservaba adornos navideños (de hacía un mes).
Tercero, las vistas desde la meseta cimera de La Muela, en todas las direcciones, hacen contener la respiración; incluso aunque ya se conozcan los lugares contemplados (o quizá más aún por ello): Peñalara, la sierra de Mencilla, y los picos nevados de la Demanda detrás; las sierras de Carazo, Cervera, Gayubar, y Tejada; el valle del Arlanza, etc.
La única anécdota del día fueron los cuatro resbalones con caída que sufrimos, sin mayores consecuencias; por falta de redoblada prudencia. Pero, como tampoco fueron motivo de risa, no hay razón para explayarse en ello; sólo en la lección a extraer: “hay que estar a lo que se está”. Esta misma lección sirve también para lo siguiente: en las más de cuatro horas disfrutando de la naturaleza, no tuvimos compañía humana; lo más afín (*) fueron dos majestuosos buitres que iniciaron su vuelo al acercarnos al cantil en la cima.
En fin, como de costumbre, la ruta nos liberó placenteras endorfinas en el cuerpo y generó buenos sentimientos en el alma. Y dejó huellas en la memoria. Con ganas para la siguiente.
(*) Días después, al revisar las fotos, nos dimos cuenta de que habíamos visto algo más próximo a los humanos: dos cabras (un macho cabrío, chivo, o cabrón, y una cabrita). Nadie negará su mayor semejanza (que los buitres; que también): son mamíferos. Sea como fuere (y como se quiera interpretar), el zoom nos permitió identificarlas (hemos añadido una foto ilustrativa en el waypoint 17). En vivo y en la distancia, sólo detectamos dos bultos en la cima de la (otra) mambla El Castillejo. Sacamos las fotos "por si acaso"...: ...por si acaso seguían allí las cabras que nos habían "mirado mal" cuando subimos desde Mecerreyes tres meses atrás. Ese episodio fue motivo de una anécdota "vergonzosa" (para nuestra vergüenza). Así quedó reflejado:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/mambla-de-las-penas-amarillas-86186941
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