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Loma ftesegura,el miravete,los centenares,cdo del jorro,cruz de prudencio,piedra corraliza,las Canalejas,las huelgas,espumareda

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Author

Trail stats

Distance
16.16 mi
Elevation gain
3,976 ft
Technical difficulty
Difficult
Elevation loss
3,976 ft
Max elevation
5,289 ft
TrailRank 
87 5
Min elevation
3,784 ft
Trail type
Loop
Time
one day one hour 25 minutes
Coordinates
4806
Uploaded
May 6, 2024
Recorded
May 2024
  • Rating

  •   5 7 Reviews

near Fuente Segura, Andalucía (España)

Viewed 639 times, downloaded 13 times

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Itinerary description


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Ruta circular desde Fuente Segura pasando por:
- Fuente Segura De Enmedio (0.6 km)
- Miravete (6.0 km)
- Los Centenares (8.2 km)
- Iglesia de las Canalejas (14.1 km)
- Collado Salido (15.6 km)
- Las Huelgas (18.8 km)
- Espumaderas de Abajo (20.9 km)
- Espumaderas de Arriba (22.3 km)

GRACIAS EN ESPECIAL A TODOS LOS COMPAÑER@S QUE HAN REALIZADO ESTA BONITA RUTA.

TAMBIÉN A TODOS LOS COMPAÑER@S QUE POR MOTIVOS PERSONALES NO HAN PODIDO ASISTIR A LA RUTA DISEÑADA Y GUIADA POR LOS MONITORES DE C.D.M LOBOS DE SIERRA LINARES.

Y A NUESTRO OTRO GUÍA PERICO QUE NO PUDO VENIR POR LESIÓN PERO ESTUVO EN TODO MOMENTO CON NOSOTROS Y AYUDÓ AL DISEÑO DE ESTA RUTA

AGRADECIMIENTOS:

Esta ruta se la debo de agradecer principalmente a nuestra compañera Ana, de sangre canalejera, que nos motivó a realizarla contándonos historias de sus padres, que le dejaron de herencia a modo de diario y que había leído todo sobre las Canalejas, la piedra Corraliza, las Aldeas Perdidas y nunca había podido visitar hasta el día de hoy.

Agradecer a Javier morote su gran ayuda por toda la información, historias,fotos y documentos que nos facilito para realizar esta ruta.

Todas las fotos e historias son de Javier morote y que con su permiso hago uso de ellas para ilustrar y describir algunos puntos de la ruta,
Con la única finalidad de que estás historias jamás queden en el olvido ,como los nombres de los protagonistas de ellas.


Nosotros en este día queríamos realizar una ruta diferente, conjugando senderismo más historias, haciendo de esta, una ruta muy especial y emotiva.

En muchos waypoint como en los Centenares, la cruz de Prudencio c.f Prado Peguera, las Canalejas, el cementerio de las Canalejas, las Huelgas, añado fotos antiguas e historias que pasaron en estos lugares, para que cuando pasen por ellos no vean sólo escombro piedras y cuevas sino que detrás de todo ello hay una historia, nostalgia,sentimientos y muchos recuerdos, gracias a las historias recopiladas por Javier morote gran valedor y defensor de los Serrano e historiador de las Aldeas Perdidas.

Os paso el enlace de su página de Facebook para motivaros a realizar rutas como la que hemos realizado nosotros:

https://www.facebook.com/javier.morote.353

Mi mayor deseo es, que si se descargasen ésta ruta o pasasen por la Cruz de Prudencio, que le hagáis el pequeño homenaje que le hacían todos los serranos de la aldeas vecinas ya qué era muy querido por todos.

Y era que al pasar por el sitio donde falleció, en la cruz echaban una piedra al lado de su cruz y rezaban una oración en su memoria.

Y si podéis y queréis compartirlo para que su hijo Justo lo pueda ver sería de agradecer y que sepa que a día de hoy haya personas enamoradas de estas historias y de ésta sierra y también para que sepa que la memoria de su padre no se olvida.

IMPORTANTE :
En muchas de nuestras rutas normalmente hacemos cosas diferentes y hay trepadas, muchos caminos sin senderos señalizados, campo a través y demás dificultades por que nos gusta disfrutar de la naturaleza a nuestro aire y hacer cosas diferentes .
También hay que tener en cuenta el trazado de la grabación del GPS es muy aproximado pero no es exacto, así que ésto os sirva como un track orientativo, y que vuestro sentido común, responsabilidad e intuición montañera es lo que debe prevalecer en cada persona, si no estáis seguros o estáis dudosos de vuestras posibilidades o experiencia montañera evitad descargarte este track gracias.

DIFICULTAD:
La ruta la catálogo de difícil por varios pasos que voy a indicar ahora primer paso la bajada de los centenares hacia el arroyo y posterior subida hasta el collado del puntal del jorro,

Esta subida no es que sea muy difícil aunque si pronunciada , pero si es verdad que tiene muchos tramos con zarzas, ya que esta zona no es muy transitada,

La vereda se va viendo en todo momento pero vadear las zarzas es lo que dificulta esta zona, pero con unas tijerillas de podar que no falto a nosotros se arreglaría.

Segundo punto La bajada a la piedra corraliza aquí en ocasiones el sendero desaparece y puede llegar a ser casi nulo teniendo que buscar la forma más cómoda de bajar a la pista que nos lleva a las Canalejas.

El resto de la ruta a pesar de ser 27 km si lo hacéis en dos jornadas como lo hicimos nosotros vivaqueando en los centenares la disfrutaréis más y no entraña mayor dificultad que las anteriores mencionadas.

Pero si decís de realizarla en el mismo día puede ser una ruta larga aumentando la dificultad y el cansancio.

DESCRIPCION
Espectacular,emotiva y vibrante no sabría que calificativo ponerle a la ruta la que vivimos ayer con el club en el que se conjugó senderismo más historias serranas por gentileza de Javier Morote que gracias a esas historias y a la labor encomiable que altruistamente desempeña por los que un días fueron expulsados de sus hogares donde un día fueron felices.

Expulsados por una administración injusta que a día de hoy siguen martilleando para intentar derribar la única casa que a día de hoy aún sigue en pie la casa de correos de la #FamiliaGuijarro

Ayer está ruta vivac que comenzamos el sábado pasamos por las lomas de fuente segura con unas vistas espectaculares a nuestras espaldas del yelmo.
Bajaríamos por el sendero del miravete que nos llevaba hasta las puertas de esta pequeña aldea que un día ocuparon ocho familias.

Intentamos localizar la última casa de Martín el último habitante del miravete y perjudicado por el gran incendio de los centenares, pero no tuvimos éxito, ya que la única referencia que llevábamos era una ventana en la que en su día cerraba el cerramiento de forja más bonito del miravete por desgracia ya sustraído.

Después de visitar el miravete y pasearnos por sus callejuelas es imposible no emocionarse al recordar con lo poco que eran felices estás personas.

Bajamos por el cortijo de Antonio y unas praderas en qué la primavera dio unas pinceladas de verdor en todas ellas con el sonido del agua del arroyo de la vertiente de Antonio el de la tiná haciendo de la zona un paraje idílico.

Después subimos a los centenares para hacer noche bajo las estrellas en la misma puerta de la casa de correos de la familia guijarro y su fuente de agua que tan fresquita sale.

Al venir a este lugar tan mágico comprendo la gran lucha por recuperar la que un día fue la casa de su familia y sigo y seguiré sin comprender que daño puede hacer está humilde familia para sufrir tal atropello por parte de las administraciones.

Nosotros pusimos nuestro granito de arena para que está gran familia recupere lo que le pertenece y se negaron en su día a la injusta expropiación, con una reivindicación que a lo mejor la vera poca gente, pero si entre todos los que amamos el senderismo las historias y los paisajes cada vez que fuesen a coger el agua de su fuente se solidarizaran aportando su granito de arena con esta familia a lo mejor entre todos podríamos juntar una gran montaña para ablandar el duro corazón de esta injusta y cruel administración con esta familia.

Al día siguiente con un espectacular amanecer en los centenares nos disponemos a seguir con nuestra segunda etapa del día y quizá la más dura.

En esta jornada bajaremos hasta las eras de los centenares y su arroyo, aquí la ruta no es la más conocida, pero para mí un tramo muy bonito y diferente en la que en su día los serranos de estas aldeas caminaban a diario para acometer sus duras labores diarias.

Subiremos dirección al puntal del jorro por la zona del zapatito de la reina llamado así por algunos senderistas que le pusieron el nombre por la semejanza de una piedra con esa forma.

Desde el collado del puntal del jorro nos desplazamos al segundo punto para mí muy emotivo con la idea de que nunca quede en el olvido lo que pasó en este sitio.

Y gracias a Javier que me motivo a visitarlo se trata de la cruz de Prudencio el héroe del puntal el que un día su vida se apagó para siempre si queréis saber la historia al completo visitar su pagina: https://www.facebook.com/javier.morote.353
ya que lo detalla a la perfección y de primera mano por Justo hijo de Prudencio protagonista por desgracia de esta historia.

Nosotros solo pusimos otro granito de arena siguiendo la tradición serrana de aportar una piedra y rezando una oración en su recuerdo ,para qué está trágica historia no quede nunca en el olvido e invitar a otros senderistas a que la visitéis para seguir con esta emotiva tradición serrana que lo y publiquéis para recordarlo siempre.

De aquí bajamos al cortijo de las hoyas y el espectacular sendero de herradura con el sonido del correr del agua del arroyo de las granjas.

Este nos baja hasta la antigua casa forestal de prado peguera, la que a día de hoy no queda nada tan solo piedras y cascotes y que su antiguo guarda Antonio Martínez Robles el que fue también protagonista aquel fatídico 25 de mayo de 1953.

Más adelante nos desviamos hasta el picón o más conocido como la piedra Corraliza entre los canalejeros, ya que en esta piedra era donde los jóvenes tenían sus encuentros furtivos lejos de las miradas.

Como era el caso de los padres de nuestra compañera Ana y que bien lo explica en el diario que su madre en su día que modo de herencia le dejo y que en él narra muchas historias de canalejeros como ellos que vivieron trabajaron y forjaron a su familia allí.

Luego nos dirigimos a la iglesia de las Canalejas quizá aquí el momento más emotivo del día para nuestro club, ya que Ana nuestra compañera no conocía la aldea de la que tanto su madre le habló en su diario.

Y hoy se le hizo ese sueño realidad y con sorpresa adicional entregándole el certificado matrimonial de sus padres en su día en la iglesia de las Canalejas y que fue expedido por el cura de las Canalejas D. Lorenzo Delgado García este certificado se lo agradecemos a Javier morote sin el y sin su inestimable ayuda no hubiera sido posible.

Solo por este momento mereció la pena venir hasta aquí con la mochila cargada de historias, ilusiones y melancolía un día que quedará en mi corazón por siempre.

Después nos dirigiremos hasta el cementerio para visitar aquellas almas que a día de hoy aún permanecen allí como los tres mirlos blancos Ramona,Marta y Martina emotiva historia que podéis conocer en la página de Javier morote y la cruz y el lugar donde está enterrado Prudencio el héroe del puntal.

Después de visitar el cementerio y rezar algunas oraciones por las almas de estos serranos que aún perduran allí.

Después nos dirigimos hacia el barranco del lobo este sendero era de los más frecuentados por los vecinos de las diferentes aldeas de las Canalejas las huelgas y las espumaredas.

Un sendero espectacular de mampostería en algunos tramos que te baja directamente a las huelgas, a la cueva de la tiná donde en su día tuvo un acontecimiento único contado y vivido por un serrano que vivió en las huelgas.

Este serrano es Horacio Ojeda o también conocido como (julio el de las huelgas) y que allá por el 1940 su familia y él vivieron un acontecimiento único que es inevitable que se te ponga la carne de gallina al leerlo.

En la página de Javier morote lo tenéis detallado como el santo de las golondrinas os recomiendo que os paséis por su página leáis y escucheis de primera mano por Horacio.

Después de ver la cueva del santo de las golondrinas nos paseamos por las ruinas de las huelgas en la que algunas de las paredes que aún se resisten a caer y que dejan una estampa dantesca de solo imaginar que esas casas aún podían segui en pie.

Después de visitar las huelgas continuamos hasta la cerrada de parrete viento una pequeña y bonita cascada del arroyo de las espumaredas.

Luego haremos una pequeña subida para llegar al barracón o como muchos la conocen la casa forestal de las huelgas, en este enclave que tantos momentos mágicos pasarían y que algún día algún serrano de los que aún quedan hoy con vida contará.

Ya desde el barracón comenzaremos la subida por el sendero del pinar del risco un espectacular sendero que nos lleva directamente a las espumaredas de abajo de la que ya solo quedan escombros y muchas historias y vivencias sepultada en ellos.

Después seguiremos de subida ya por pista hasta las espumaredas de arriba donde los pocos restos que quedan de ellas luchan a duras penas para mantenerse en pie.

Desde aquí ya nos vamos despidiendo de esta bonita y emocionante ruta subiendo a las praderas de fuente segura y llegar a nuestro punto de partida.

Está ruta la verdad que la recomiendo visitar a todos los senderistas y montañeros amantes de historias mezclando el senderismo y la verdad que os dejará un buen sabor de boca poniendonos en la piel de nuestros ancestros serranos que un día vivieron por estas aldeas a día de hoy ya perdidas y que de nuestra mano depende que no se pierdan las historias.

#JavierMorote #aldeasperdidas #todossomosfamiliaguijarro #lobosdesierralinares
#juntadeandalucia #lascanalejas #pontones #descubresantiagopontones

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Waypoints

PictographCar park Altitude 4,746 ft
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Fuente Segura de Abajo

PictographRuins Altitude 4,572 ft
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Cortijo

PictographFountain Altitude 4,622 ft
Photo ofFuente Segura De Enmedio y salida Photo ofFuente Segura De Enmedio y salida Photo ofFuente Segura De Enmedio y salida

Fuente Segura De Enmedio y salida

PictographIntersection Altitude 4,637 ft
Photo ofIzquierda Photo ofIzquierda

Izquierda

PictographIntersection Altitude 4,791 ft
Photo ofgiro a la izquierda zona de paso por pedrera.ok Photo ofgiro a la izquierda zona de paso por pedrera.ok Photo ofgiro a la izquierda zona de paso por pedrera.ok

giro a la izquierda zona de paso por pedrera.ok

PictographWaypoint Altitude 4,870 ft
Photo ofPradera Photo ofPradera Photo ofPradera

Pradera

PictographPanorama Altitude 5,067 ft
Photo ofVistas del yelmo Photo ofVistas del yelmo

Vistas del yelmo

PictographRuins Altitude 5,116 ft
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Cortijo en ruinas

PictographWaypoint Altitude 5,101 ft
Photo ofCorral Photo ofCorral Photo ofCorral

Corral

PictographRisk Altitude 5,140 ft
Photo ofSima Photo ofSima Photo ofSima

Sima

PictographCave Altitude 5,123 ft
Photo ofcueva corral. Photo ofcueva corral. Photo ofcueva corral.

cueva corral.

PictographWaypoint Altitude 5,134 ft
Photo ofPiedra con formación Photo ofPiedra con formación

Piedra con formación

PictographPanorama Altitude 5,155 ft
Photo ofVistas y saltamos valla y vamos paralelos a ella Photo ofVistas y saltamos valla y vamos paralelos a ella Photo ofVistas y saltamos valla y vamos paralelos a ella

Vistas y saltamos valla y vamos paralelos a ella

PictographWaypoint Altitude 5,149 ft
Photo ofSenda del miravete Photo ofSenda del miravete Photo ofSenda del miravete

Senda del miravete

PictographWaypoint Altitude 4,910 ft
Photo ofUmbría de la parra Photo ofUmbría de la parra

Umbría de la parra

PictographPanorama Altitude 4,732 ft
Photo ofvistas desde el sendero de la cabeza de la tortuga Photo ofvistas desde el sendero de la cabeza de la tortuga Photo ofvistas desde el sendero de la cabeza de la tortuga

vistas desde el sendero de la cabeza de la tortuga

PictographWaypoint Altitude 4,551 ft
Photo ofSendero por pequeña cerrada Photo ofSendero por pequeña cerrada Photo ofSendero por pequeña cerrada

Sendero por pequeña cerrada

PictographWaypoint Altitude 4,421 ft
Photo ofSendero Photo ofSendero Photo ofSendero

Sendero

PictographIntersection Altitude 4,345 ft
Photo ofA la izquierda Photo ofA la izquierda Photo ofA la izquierda

A la izquierda

PictographWaypoint Altitude 4,254 ft
Photo ofCruce de arroyo tramo si sendero visible Photo ofCruce de arroyo tramo si sendero visible

Cruce de arroyo tramo si sendero visible

PictographPanorama Altitude 4,235 ft
Photo ofVistas del miravete Photo ofVistas del miravete Photo ofVistas del miravete

Vistas del miravete

PictographRuins Altitude 4,156 ft
Photo ofentrada a los miravetes. Photo ofentrada a los miravetes. Photo ofentrada a los miravetes.

entrada a los miravetes.

PictographRuins Altitude 4,145 ft
Photo ofEl miravete Photo ofEl miravete

El miravete

PictographWaypoint Altitude 4,026 ft
Photo ofsendero de bajada. Photo ofsendero de bajada. Photo ofsendero de bajada.

sendero de bajada.

PictographIntersection Altitude 3,977 ft
Photo ofcruce de arroyo, Photo ofcruce de arroyo,

cruce de arroyo,

PictographIntersection Altitude 3,973 ft
Photo ofCruce de arroyo Photo ofCruce de arroyo

Cruce de arroyo

PictographRuins Altitude 3,994 ft
Photo ofCortijo de Antonio Photo ofCortijo de Antonio Photo ofCortijo de Antonio

Cortijo de Antonio

PictographWaypoint Altitude 4,064 ft
Photo ofCruce de arroyo

Cruce de arroyo

PictographIntersection Altitude 4,074 ft
Photo ofEmpezamos subida Photo ofEmpezamos subida

Empezamos subida

PictographWaypoint Altitude 4,174 ft
Photo ofCamino ancho Photo ofCamino ancho

Camino ancho

PictographIntersection Altitude 4,404 ft
Photo ofIzquierda Photo ofIzquierda

Izquierda

PictographRuins Altitude 4,540 ft
Photo ofLos centenares Photo ofLos centenares Photo ofLos centenares

Los centenares

FAMILIA GUIJARRO: EL BIEN NO SE ALZA CONTRA EL BIEN. EPISODIO 3. HISTORIA DE UN MALTRATO. Nos sentamos en la mesa, junto a la familia, y degustamos las ricas viandas que alguien ha preparado amorosamente. Mientras, la TV encendida, no para de ofrecernos imágenes de tragedias humanas: violencia, maltrato, asesinatos, robos, guerras… Tanta maldad parece que nos haya hecho inmunes. Nos hemos acostumbrado a convivir con la catástrofe y la desdicha. Quizá hemos perdido el Norte y se nos ha olvidado que lo normal, lo antropológico, lo que nos hace felices, es la paz, la justicia, la serenidad y el respeto. Y que debemos luchar por ello sin demora y sin descanso. Así, se entienden tantos años de maltrato impune de la Administración nacional y andaluza a los serranos de las montañas que hoy ocupa el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Quizá llegó un momento en el que bajamos los brazos, cansados de luchar y padecer injurias, y asumimos que la Administración es más poderosa y que nuestro destino es ir malviviendo hasta la extinción silente. ¿Percibimos ya como cosa normal que nos pisoteen? Nos fuimos, obedientes, de la sierra. Nos dividimos, y cada uno hizo la guerra por su cuenta en vez de estar unidos. Luego dejamos de soñar, de abrazarnos a las raíces y de combatir con astucia. Muchos lo hicimos… pero no todos. Hubo serranos que nunca palidecieron en su empeño por conservar su cortijo, su aldea, su pedazo de tierra. Serranos que, todavía hoy, siguen caminando sin dar un paso atrás. Es inaudito que no haya una causa judicial común, masiva, con cientos de serranos comprometidos, para revertir todas aquellas salvajes y absurdas expropiaciones que robaron la sierra a sus legítimos pobladores, para entregarla en manos de especuladores. Toda esa riqueza que atesoraba la sierra se esfumó, cayó en bolsillos ajenos, dejando en las aldeas solo ausencia, pobreza…vana melancolía. No. Franco y sus secuaces no fueron los únicos responsables del atropello. Siento aguarte la fiesta. Antes y después de su existencia el desprecio al serrano estuvo bien presente. Entre agarrar una moneda y dar lo debido a los serranos, muchos poderosos escogieron lo primero. ¿Quieres conocer la historia de este maltrato? ¡Siéntate! ¿No pensarás que te lo iba a contar en tres párrafos?: HISTORIA DE UN MALTRATO. Lo siento. No fue solo Franco. En el devenir histórico que ha dado pie a tan brutal atropello sobre los serranos, han estado implicadas todas las Administraciones que, desde el año 1748, se han ido sucediendo en España y Andalucía (Monarquía, República, Franquismo, Socialismo…). En el siglo XIII, al auspicio de la victoria en la batalla de Navas de Tolosa, el rey Alfonso VIII de Castilla, “conquistador de Segura”, permite a la población asentarse en los montes reconquistados a los árabes y explotar sus recursos. Durante muchos años estas sierras fueron zona limítrofe entre el reino cristiano y el nazarí, por lo que a reyes y nobles interesaba mucho potenciar la presencia estable de cristianos por estos montes fronterizos y casi despoblados. Para propiciar y asegurar estos asentamientos humanos se concedieron una serie de privilegios a los serranos, a través del llamado Fuero de Cuenca que, como afirma el ingeniero e historiador Modesto Vigueras González, en la práctica les donaba el pleno dominio de sus montes. Cuando Fernando III “El Santo”, nieto de Alfonso VIII, entrega la protección de estas tierras a la Orden militar de Santiago en 1241, para su mejor defensa contra los almohades, se crea un nuevo fuero que ratifica el contenido del anterior Fuero de Cuenca. Como expresa el Catedrático de Historia Medieval José Luís Martín, citado en el imprescindible libro “Segurología ”, escrito por el abogado Ignacio Martínez, recientemente fallecido, son tiempos en los que: “basta la roturación del suelo para convertir al campesino en dueño de la tierra que trabaja”. Es preciso aclarar que nunca, en ningún documento jurídico, se otorgó la propiedad de los montes de Segura a la Orden de Santiago. Más claro: la Sierra de Segura nunca fue de la Orden de Santiago. Esta Orden militar tenía la jurisdicción, pero no la propiedad. Por lo que volvemos a recordar que el dueño de la tierra era, en la práctica, quien la trabajaba y quien vivía en ella. Y esto lo recuerdo porque en las memorias de deslinde elaboradas para arrebatar su tierra al serrano, se ha venido afirmando falazmente que estos montes siempre pertenecieron al Estado. Falso: la tierra en la Sierra de Segura era de los colonos que la poblaron tras la reconquista, haciéndole un gran favor a los sucesivos reyes de la época. En el siglo XIV, tras superar la pandemia de la Peste Negra, que redujo la población peninsular en casi un tercio, se dota a la comarca de Segura de un nuevo estatuto jurídico privilegiado: la Ordenanza del Común de Segura, que está en comunión con las ordenanzas precedentes en cuanto a reconocer a los colonos el derecho sobre la tierra y los recursos de la sierra. Y así ocurrió también en los años posteriores, hasta bien entrado el siglo XVIII. EL PRINCIPIO DEL FIN. El principio del fin comienza cuando los poderosos se dan cuenta en el siglo XVIII del dinero que pueden ganar explotando los recursos madereros de la Sierra de Segura, tan codiciados por la industria naval, dado el interés del rey Felipe V por fortalecer la flota de guerra. Maderas de calidad que también reclama el Negociado de Hacienda para la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, entre otros. Así, ingenian una rocambolesca solución: la Provincia Marítima de Segura que, en la práctica, viene a conculcar los derechos históricos de los serranos sobre la sierra y sus recursos. Derechos que, incomprensiblemente, ya nunca volvieron, hasta el día de hoy. Aquel Fuero de Segura de 1246, o las Ordenanzas del Común de Segura de 1580, que establecían que los serranos eran los directos beneficiarios de los recursos de la sierra (madera, pastos, frutos, etc) y no discutían la legítima propiedad de los serranos sobre sus aldeas y tierras de cultivo, se convirtieron súbitamente en papel mojado. Y es que, a partir de que la Sierra de Segura fuera vista como una gigantesca billetera, los serranos comenzaron a estorbar y ya pocas veces se contó con su opinión a la hora de gestionar el territorio, a pesar de ser los principales afectados. Y, consecuentemente, los descendientes de aquellos valientes colonos que fueron invitados a asentarse y tomar posesión de estas sierras, comenzaron a sufrir un insoportable acoso por parte de la Administración, obsesionada en desterrarlos. Una inquina que tiene como último capítulo la lucha judicial (David contra Goliat) por arrebatar y destruir la única casa en pie de la antaño preciosa aldea de Los Centenares. Una casa que es un maravilloso ejemplo de arquitectura tradicional serrana que se ha salvado de la ruina gracias a que pertenece desde hace siglos a la familia Guijarro, que se ha ocupado de su mantenimiento. Y no solo de la casa, sino de varias fuentes cercanas, que, sin su presencia, pronto desaparecerían. Pues bien, estas sierras con declaradas Provincia Marítima en el siglo XVIII, promulgando la Ordenanza de Marina en el año 1748, para facilitar el abastecimiento de madera para la construcción naval en los astilleros de Cádiz y Cartagena. Fue una época de sobreexplotación de los recursos madereros de la sierra. En esta etapa se cometen innumerables abusos y atentados contra la naturaleza y sus legítimos moradores: los serranos autóctonos, que podían tener grandes problemas con la justicia si se atrevían siquiera a cortar una rama. Es lapidaria la descripción que el Profesor de Historia del derecho, Emilio de la Cruz Aguilar, plasma en su Tesis Doctoral en relación al abuso de la administración sobre los serranos, en tiempos de la Provincia Marítima. Descripción recogida por Rufino Nieto en su reciente libro “La Sierra Ignorada” y en que Emilio se refiere a los serranos como “un grupo humano sobre el que cayó, como un ave carnicera, el Estado constituido en colonizador y sus funcionarios en instrumentos de una inesperada tiranía, estúpida e inmoral, inútil porque destruyó sin beneficio para nadie”. Una tiranía improcedente, porque como afirma Rufino Nieto: “El comportamiento hacia el monte de los serranos, como norma general, ha sido ejemplar, pues eran plenamente conscientes de que éste les proporcionaba el pan para su familia”. ¡Qué injusto es que la Administración tantas veces haya mancillado el honor de los serranos autóctonos, la verdadera especie en extinción de la Sierra de Segura, refiriéndose a ellos en sus ordenanzas como “roturadores ilegales” ! Dando la impresión de que su mera existencia vital era ya ilegal. Del verdadero aprecio que en el pasado la Administración ha tenido por la conservación del medio natural de estas sierras son muestra palpable los desolados Campos de Hernán Pelea, víctimas de cortas indiscriminadas sin ningún tipo de planificación forestal, sin más miramiento que el inmediato lucro. Así, durante años se ha dado una situación lacerante: mientras la Administración Forestal acosaba sistemáticamente a los humildes serranos afincados en la sierra desde tiempo inmemorial, miraba para otro lado ante las masivas roturaciones o cortas de madera realizada por los nuevos terratenientes que, en muchos casos, vivían fuera de la sierra. Pero que nadie se engañe, los abusos más execrables sobre la sierra y sus recursos no se producen en tiempos de la Provincia Marítima, sino en el siglo XIX. Otro capítulo de la historia reseñable es el de la llamada Desamortización de Madoz (1855), que supone, resumiendo, otro intento del Estado de apropiarse de las tierras, cortijos y aldeas de los serranos. Y es que sus enclaves de población son vistos, desde el siglo XVIII, como una “patología forestal”, como bien describe el mencionado Ignacio Martínez. Este mismo autor sostiene que “lo verdaderamente patológico es la concepción del monte como mero objeto de explotación económica”, argumento que comparto plenamente. Huelga decir que las consecuencias de esta actitud hostil contra el serrano, ha provocado históricamente no pocos enfrentamientos entre los legítimos moradores de estos montes y la Administración, empeñada en suplantar personas por pinos. Enfrentamientos que perfectamente podrían evitarse si esta Administración gestionara los montes de forma más racional, concibiendo al serrano como un aliado, nunca como un “patógeno”. Porque las formas son muy importantes, en ningún caso la protección del medio ambiente justifica el maltrato a persona alguna. Pero ser justo y cuidar las formas implica tener en cuenta las necesidades del humilde serrano autóctono y, en consecuencia, mayor inversión económica en gestión forestal. Lamentablemente, para una Administración con el corazón lleno de pragmatismo y vacía de ternura es mucho más práctico desterrar al serrano que mejorar sus condiciones de vida. Una maniobra que alberga gran torpeza, pues el monte se ha visto muy perjudicado con la expulsión del serrano. Ya no quedan huertos que hagan de cortafuegos y aporten productos de calidad, se han perdido la mayoría de manantiales y albercas que empapaban la sierra de agua, se ha eliminado al gran defensor de la naturaleza, al vigilante de incendios, al que daba su vida por la tierra que le vio nacer, al que llenaba de cultura la sierra, o a quien propiciaba alimento para las aves carroñeras. Anacrónicamente, gran parte de la sierra ha vuelto a estar despoblada, como en tiempos de la reconquista, lo que supone una absurda e incomprensible vuelta al siglo XII. Como expresa el canalejero Francisco Fernández Punzano, en su libro “Algo sobre nuestra Historia”: “Los serranos prestaron a la sierra servicios y beneficios inigualables, de los que no se debería haber prescindido”. Igualmente este autor, con gran clarividencia, a pesar de que escribió este, su primer libro, con ochenta y dos años, declara que la especie principal de estas sierras es el serrano autóctono. Especie que, asegura, casi se ha extinguido. Dando un salto en el tiempo, en 1941 se crea el Patrimonio Forestal del Estado, que supone para Segura un reforzamiento de la autoridad del Estado. Es decir, más intentos de deslindes para arrebatar la sierra a los serranos. En 1951 se promulga la Ley sobre repoblación forestal de las cuentas alimentadoras de pantanos, que sirve de excusa para llenar de pinos los fecundos huertos de los pobladores de la sierra. Tal crueldad se intenta justificar argumentando que los huertos eran un foco de erosión y que propiciaban la colmatación del Pantano del tranco con tierras procedente de la sierra. La realidad es que los huertos en producción de la cuenca del pantano no suponían ningún peligro en cuanto a la posibilidad de arrastres. Sin embargo, despojar a los serranos de sus huertos, es decir, de una fundamental fuente de abastecimiento alimenticio, agravó su ya amenazada situación vital. En 1954 se publica una Ley de Expropiación Forzosa, seguida en 1955 por un Decreto que declara de “utilidad pública, necesidad y urgencia” la expropiación y ocupación forzosa de las posesiones de los serranos, para plantar pinos en ellas. Lo dicho: talo personas y planto pinos. Esta situación de hostigamiento descrita alcanzó su culmen con la declaración del Coto Nacional de Caza. En la Ley 17/1960 sobre la creación de este Coto Nacional en las sierras de Cazorla y Segura se puede leer: “se ha venido realizando una activa repoblación cinegética con especies de caza mayor”, y continúa advirtiendo que se dictará una normativa que “garantice la conservación y fomento de las especies introducidas”. Es decir: ¡cuidaico con quien se meta con nuestros invitados! Consecuentemente, el ICONA llenó la sierra de jabalíes y ungulados que destrozaron los pocos cultivos que todavía quedaban sin expropiar y arrasaron el pasto del ganado. Misma mentalidad de desprecio al serrano: el muflón antes que el humano. Porque el muflón de Córcega da dinero y el serrano autóctono solo da problemas. Hoy, sesenta y dos años después de la promulgación de esta ley, podemos hacer un resumen sencillo de lo que ha supuesto: introduzco animales foráneos a los que les otorgo todos los derechos sobre la sierra, incluido el derecho a destruirla, y expulso a personas nativas, que miman la naturaleza, a las que les niego cualquier derecho sobre la sierra que les alimentó. Así, la injusticia secular que venían padeciendo los serranos llegaba a su traca final. Durante los años sesenta y setenta, la Administración expropió y derribó inmisericordemente más de cincuenta aldeas y cortijadas centenarias, obligando a los serranos a emigrar o a ser concentrados en dos núcleos urbanos de nueva creación: Cotoríos y Vadillo-Castril. Al respecto son elocuentes las palabras del intelectual Sebastián Robles Zaragoza, hijo de Guarda Forestal en su inolvidable obra: “Cazorla, la sierra. Una mirada”: “Os voy a confinar en una reserva como los indios. (…) Os voy a comprar por una casucha”. Si. Ya sé que me vas a decir que muchos se fueron por su propia voluntad. ¡Cierto! cansados de vivir sin servicios básicos como sanidad, carreteras o saneamiento. Cansados de pasar las noches en vela para vigilar que los bichos no arrasaran sus huertos. Cansados de que los lapidaran a multas, solo por existir. Emigraron en busca de condiciones más dignas para vivir, ya que en la sierra se les negaba dicha dignidad. Se expropiaron y derribaron con máquinas la inmensa mayoría de aldeas y cortijadas del municipio de Pontones, que hoy, ya convertidas en ruinas, son conocidas como: “Aldeas perdidas”, no porque se encuentren desaparecidas, sino porque todos las hemos perdido para siempre, y con ellas sus ancestrales tradiciones, riqueza cultural y singularidad paisajística. Si paseas por el “Valle de las Aldeas perdidas”, no verás ya personas, salvo algún excursionista romántico, pero te toparas con decenas de jabalíes y ungulados. No esperes ver codornices, perdices o liebres como antaño: todo ha sido devorado por esa “caza mayor” que genera beneficio económico a unos pocos, al precio de haber devastado la rica cultura serrana autóctona. Quizá si en su momento todos los serranos se hubieran unido y nadie hubiera aceptado la limosna que la Administración les ofreció para que se marcharan y poder destruir su hogar, quizá digo, la historia hubiera sido muy diferente. Lamentablemente, en esos tiempos no mucha gente se atrevía a luchar contra la Administración y aceptaron el dinero a pesar de que a muchos ni siquiera les reconocieron todas sus propiedades. Muchos claudicaron, pero hubo tres serranos indomables que no aceptaron la encerrona: Máximo Fernández Cruz (el Cojo de la Fresnadilla), Martín Guijarro Ojeda (miembro de la última familia que habitó la aldea del Miravete) y la familia Guijarro (de Los Centenares). Pensar en que toda aquella cultura serrana quede en el olvido ha causado pavor a muchos serranos. Por ello, es encomiable el esfuerzo de dos canalejeros que con más de ochenta años emprendieron la ingente tarea de ponerse a escribir para publicar sendos libros donde recoger aquellas vivencias. Tomás López López publica el libro: “Las Canalejas: una aldea en la memoria” y el referido Francisco Fernández Punzano: “Algo sobre nuestra historia”, al que le siguen una decena de libros más. Como él mismo confiesa: “Recordamos y añoramos nuestra aldea y todo lo concerniente a ella”. Y prosigue: “Mi intención es que nuestra aldea no se olvide nunca. Quiero que se sepa que la aldea de Las Canalejas existió, dentro de una zona llena de cortijos que también han desaparecido”. Emociona leer el grito de rabia contenida de estos autores, que vivieron la demolición literal e ilógica de la aldea que les vio nacer: “Este, y no otro, es el motivo que me mueve a escribir”, confiesa Francisco. Como perfección de la crueldad, muchos serranos a los que se les había asfixiado su medio de vida tradicional, se vieron obligados a aceptar los míseros jornales que la Administración les ofrecía en penosas labores que implicaban la destrucción de su cultura: plantación de pinos en sus huertos, destejar sus casas, derribo de las casas de sus aldeas una vez expropiadas forzosamente, etc. En relación con esto es especialmente conmovedor comprobar cómo en la aldea de Las Canalejas, capitalidad de la zona, la pista forestal que construyeron para que las máquinas pudieran entrar a derribar todo vestigio de presencia del serrano autóctono, fue trazada literalmente por encima de las propias casas, antaño apacibles hogares de los legítimos pobladores desde decenios. Como he referido, nadie les puso una pistola en el pecho para que se fueran, cierto. Pero cuando te fríen a multas por vivir como siempre has vivido, cuando los “bichos” tienen derecho a entrar en el huerto y comerse tus escasos alimentos, cuando llenas de pinos tus tierras de cultivo, cuando te niegan servicios básicos como carreteras, médico o saneamiento… llega un momento en el que casi deseas salir de ese lugar para no sufrir más. Es desolador comprobar cómo tras la Constitución de 1978, ya en plena democracia, el desprecio al serrano autóctono continúa igual que los años anteriores. Cambia el sistema político, pero las formas que se gasta la Administración siguen siendo impresentables y crueles. La aparición del Estatuto de Autonomía de Andalucía, de la Agencia de Medio Ambiente de Andalucía (AMA) y del Decreto 10/1986 por el que se crea el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, no sirve más que para corroborar que la actitud de la Administración con el serrano en nada iba a mejorar con respecto al pasado. Ninguna mención a la defensa del serrano nativo, a la lucha contra la despoblación. Ninguna mención a la necesidad moral de que la Administración pida PERDÓN a las muchas generaciones de serranos que han padecido insoportables sufrimientos por causa de su hostigamiento. Y para muestra un botón: en el año 2002 José Laso, nieto del recovero de la aldea de Los Anchos, que había apostado por regresar a su tierra, inaugura un EcoMuseo etnológico. Ubica este museo en una antigua casa del siglo XIX que él mismo rehabilita utilizando las técnicas propias de la arquitectura tradicional serrana. Ese mismo año, la Delegación Provincial de la Junta de Andalucía agradece tan admirable iniciativa en favor de la sierra imponiéndole una multa y ordenándole la demolición del museo. Confieso que mientras relato estos hechos no puedo evitar conmocionarme ante tan inaudita animalada carente de toda lógica. José se vio abocado a litigar contra la Administración y felizmente la sanción quedó sin efecto. Gracias a su perseverancia y a su solvente abogado, hoy podemos disfrutar de uno de los museos más singulares de España, a pesar del disgusto de la Administración que prefería que el museo fuera una preciosa montaña de piedras. Y así, saltando por encima de muchas injusticias que en pleno siglo XXI sigue cometiendo la Administración contra la población serrana, llegamos a la lucha de la familia Guijarro, nativa de Los Centenares que, como se ha dicho, en un ejercicio de dignidad, se negó a aceptar la limosna que la Administración le ofrecía por sus posesiones, con el agravante de que, con conocimiento de causa, “olvidaron” reconocerles parte de sus propiedades. De esto hace ya medio siglo y la Administración persiste en el error: al igual que lo relatado en el caso del EcoMuseo, prefiere una montaña de piedras antes que mantener una centenaria casa ejemplo de arquitectura tradicional serrana, que bien merecería ser catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC). Al igual que merecerían esta consideración, por poner un ejemplo, las eras empedradas que se encuentran diseminadas y olvidadas por toda la sierra, sobre las cuales hoy crecen pinos de repoblación que las destruyen con sus raíces, o sobre las que se han construido casas forestales, o pistas forestales. NADA NUEVO BAJO EL SOL. En la Vulgata se puede leer la expresión: “Nihil novum sub sole” (Nada nuevo bajo el Sol) Eclesiastés, 1, 9. Este pasaje bíblico viene a decir que, desde tiempo inmemorial, se vienen repitiendo los mismos acontecimientos: no hay nada nuevo. Y esta expresión muy bien se puede aplicar a los acontecimientos narrados. Porque, al final, la historia detrás del antivalor de la injusticia es siempre la misma: la codicia que puede llegar a desplegar el corazón humano. En efecto, los continuos atropellos sufridos por los serranos autóctonos, durante los últimos siglos, pueden resumirse en solo dos frases: - Amor al dinero antes que amor a las personas. - Consideración por el poderoso, desprecio por el débil. O más claro: la madera antes que el serrano, el coto antes que el serrano, el turismo antes que el serrano, la ideología pan-ecologista antes que el serrano… EL FIN DEL PRINCIPIO. Ante estos hechos narrados ¿qué actitud tomará la nueva administración de la Junta de Andalucía? Confieso que albergo esperanzas de que los nuevos gobernantes de la Junta, aunque solo sea por estrategia política, presenten un talante cercano y sean sensibles a la situación descrita. Aquel político que termine con el atropello y la brutalidad que encierran los sucesivos deslindes y que derogue las leyes que maltratan a los humildes de la sierra, se podrá colgar, con honor, la medalla del aprecio (y el voto) del pueblo. A estos nuevos administradores les corresponde una trascendente decisión: detener de una vez esta macabra inercia de injusticia que contamina de tristeza la sierra, o ser tan desconsiderados como todos sus predecesores. O se construye o se destruye un mundo mejor, no hay término medio. Espero que la nueva Junta de Andalucía, que anuncia nuevas formas en la política andaluza, se coloque en el lado correcto de la historia. Les doy un voto de confianza. Veremos. (Quiero dedicar este artículo a la memoria del abogado Igna

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Era de los centenares

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Bajada al arroyo

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Arroyo de los centenares

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Cruzamos arroyo

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Sendero

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Arroyo de los centenares

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Era

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Cascada arroyo de las canalejas

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Cruzamos arroyo

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Pegado a la valla

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Collado del puntal del jorro

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Subida por cuerda

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Photo ofVistas de los centenares y el zapatito de la Reina Photo ofVistas de los centenares y el zapatito de la Reina Photo ofVistas de los centenares y el zapatito de la Reina

Vistas de los centenares y el zapatito de la Reina

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fuerte subida -zona moderada.

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cruce a la derecha hacia la cruz de prudencio-

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Cruz de prudencio

PictographMountain pass Altitude 5,152 ft
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Collado de las hoyas

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Alberca de las hoyas

PictographRuins Altitude 5,124 ft
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Cortijo o tiná de las hoyas

PictographPanorama Altitude 5,097 ft
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Vistas del banderillas

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A la derecha por camino

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Camino de herradura

PictographPanorama Altitude 4,858 ft
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vistas y cruce a la derecha senda antigua.ok

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Photo ofDesvío a la izquierda Photo ofDesvío a la izquierda

Desvío a la izquierda

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pista a la derecha.

PictographRuins Altitude 4,829 ft
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Ruinas casa forestal prado peguera

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Dejamos pista dirección

PictographCave Altitude 4,853 ft
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Abrigo

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entrada a la piedra corraliza.

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Piedra corraliza

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Corrales piedra corraliza

PictographCave Altitude 4,647 ft
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Cueva corraliza

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Bajada pronunciada

PictographIntersection Altitude 4,333 ft
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Intersección

PictographRiver Altitude 4,324 ft
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Cruce arroyo y pista a la derecha

PictographReligious site Altitude 4,360 ft
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Iglesia de las Canalejas

PictographFountain Altitude 4,384 ft
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Fuente

PictographReligious site Altitude 4,353 ft
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Cementerio

PictographReligious site Altitude 4,418 ft
Photo ofTumba de prudencio el héroe del puntal Photo ofTumba de prudencio el héroe del puntal

Tumba de prudencio el héroe del puntal

PRUDENCIO EL HÉROE DEL PUNTAL. Ocurrió allí, hace setenta años, en un lugar ya casi olvidado. Aquella tormenta atroz y violenta se ensañó con las crestas del Puntal del Jorro, precisamente donde un serrano bueno y su hijo pastoreaban el rebaño. Lugar equivocado, momento equivocado: la tarde terminó en tragedia. Sin embargo, el infortunio se quedó con ganas: pudo ser peor si no llega a ser por la acertada decisión de Prudencio: el héroe del Puntal. EL REBAÑO. Veinticinco de mayo de 1953 (*), jornada agostada y seca. Prudencio Gómez Linares, de 44 años, y su hijo Justo Gómez Punzano, de 10 años, vecinos de Las Canalejas de Arriba, han sacado en la mañana el hatajo de ovejas de la tinada del Lejío, perteneciente a su familia. Les gustaba subir el ganado hasta la “Loma de las Hoyas”. Como era costumbre, cruzaron el Arroyo de Las Canalejas a la altura del cementerio y subieron por el sendero que deja a su derecha el Covacho de la Encarnación, para encarar los zig-zag de la Cuesta de la Tejera (que debe su nombre a una antigua tejera cercana). Al cumbrear el Collado de Prado Peguera, ascendían recto, dejando a su derecha el Picón y abajo la caseta forestal. Alcanzando así los pastos próximos al Puntal del Jorro. No tenían perro pastor. Prudencio solía ir guiando el ganado y su menudo hijo Justo se encargaba un poco de los llamados “rezagos”: ovejas cojas, recién paridas, enfermas, etc. A Justo le gustaba acompañar a su padre Prudencio, cuando iba a pastorear el ganado: descubría nuevos horizontes, corría aventuras, observaba extraños bichos, aprendía de su padre… le gustaba sentirse útil a su lado. LA TORMENTA. Sobre las cuatro de la tarde en lontananza apenas comenzaba a distinguirse un oscurecimiento del cielo. Pero no mucho más tarde, el cielo mostró su cara más hostil: Prudencio advirtió que se estaba formando una de esas traicioneras tormentas estivales que llevan aparato eléctrico, agua y mucho viento. Aquel repentino nulo azabache no presagiaba nada bueno. Con la sabiduría que dan los años y esa serrana sensatez, caviló que en aquellas cumbres no estaban a salvo. La tormenta evolucionaba veloz y ya no daba tiempo a sacar al ganado de allí: -¡Justo bájate a la tinada del hermano Lázaro y te refugias allí hasta que la tormenta pase!-. Justo, obediente, con sus diez años a la espalda, se despidió de su padre y descendió la loma buscando cobijo bajo el tejado de la “Tiná de las Hoyas”. Esta tinada y los huertos contiguos pertenecían a la familia de la mujer del hermano Lázaro, que pasaba las tardes trabajando en sus hortales. Eran tiempos de repoblaciones masivas de pinos y Prudencio se vio en la necesidad de quedarse junto al ganado, para evitar que se metiera a pastar en las zonas vedadas y para que no se desparramara asustado por la nube. Y lo que es la vida: aquel niño ya no volvió a ver a su padre, ni vivo ni muerto. LA CHISPA ELÉCTRICA. La tempestad azotó, encarnizada, toda la sierra. No había ningún lugar idóneo para refugiarse próximo al rebaño y Prudencio se ovilló en un leve entrante de roca al pie de un peñasco calizo cercano. Allí encaramado, esperaba que escampara pronto para volver a la normalidad y reencontrarse con su hijo. Mientras tanto, su pequeño Justo, refugiado en la tinada, aguardaba a que pasara la nube, sumido en una extraña soledad, esforzado en distraer el miedo. Al amainar la impresionante tormenta, el niño emprendió el regreso, ladera arriba, al encuentro con su padre y el ganado. Pero cuando Justo llegó a la altura del rebaño, se percató de que éste se había metido en zona vedada, una loma llena de pequeños pinos. De inmediato, se puso a dirigir el hatajo hasta una zona no prohibida. Eran solo diez años y a Justo la inocencia no le dejó pensar que las ovejas se dispersaron porque ya no tenían pastor. Y es que el infortunio no tiene compasión con aquellos a los que encuentra en su camino: los rayos habían azotado sin clemencia todo aquel alejado páramo. Una de aquellas chispas eléctricas se desplomó sobre el picacho bajo el que se resguardaba Prudencio, asestándole un brutal latigazo de fatales consecuencias. La salvaje naturaleza no perdonó a aquel inocente: ese serrano afable, trabajador incansable, buen vecino, esposo y padre, quedó sin vida en aquel lóbrego instante. Murió como mueren los héroes: en compañía de nadie, ganándose el pan de su familia y habiendo salvado la vida de su hijo. Con aquella acertadísima decisión de mandarlo al amparo de la tinada, protegió a Justo de una muerte segura. EL GUARDA DE PRADO PEGUERA. Entre tanto, al aflojar el temporal, Andrés Martínez Robles, natural de Cortijos Nuevos y Guarda de la caseta forestal de Prado Peguera, sintió al ganado desde su casa. Se asomó y advirtió preocupado que el hatajo de Prudencio estaba comiendo por lo vedado. Se preocupó, porque conocía la honestidad y buen hacer de Prudencio y no le cuadraba que hubiera metido el ganado por terreno prohibido: - ¡que´ raro que este hombre tan responsable deje al ganado por terreno vedado. Me extraña que se haya despistado!-. Algo debió rumiar aquel honesto guarda cuando, presuroso, se encaramó a la loma para alcanzar cuanto antes al rebaño. Allí, entre las ovejas, se encontró a un niño que intentaba reconducir a los confusos animales: -cuando hemos visto el nulo mi padre me ha mandado a la tinada e ignoro dónde está.-, aclaró Justo ante la preocupación del guarda. Pero Andrés no debió deducir nada bueno de aquella extraña situación y le dijo al chico: -tú vete a casa que de esto ya me encargo yo-. El guarda, tras encerrar el rebaño en una corraliza cercana, se dispuso a buscar a Prudencio. Lo encontró. Y apenas pudo dominar el pavor: paradójicamente aquel desdichado héroe vino a encontrar la muerte en el covacho donde pretendía escapar de ella. Andrés, el guarda, bajó consternado a la caseta forestal, por aquel entonces los únicos edificios que contaban con teléfono. Llamó a la autoridad competente y, dadas las circunstancias, recibió autorización para proceder al levantamiento del cadáver y entregárselo a su familia en Las Canalejas. Allí, en su casa, fue velado según la costumbre. Al día siguiente, tras un digno funeral, Prudencio fue enterrado en el cementerio de Las Canalejas. La cruz sobre su tumba todavía se conserva, aunque hace mucho que en ella desapareció su nombre. UNA PIEDRA Y UNA ORACIÓN. Este fatal acontecimiento impactó mucho por todo lo que hoy se conoce como el “Valle de las Aldeas Perdidas”. Los serranos estaban consternados, fue muy sentida esta muerte, ya que aquel hombre bueno era apreciado por todos y no merecía ese injusto destino. El impacto de su muerte perduró muchos años: de forma espontánea, cuando algún serrano pasaba por el sendero cercano al lugar del suceso depositaba, como muestra de respeto, una piedra en el suelo, se arrodillaba, y rezaba un “Padre Nuestro” por el alma de Prudencio. Con los años llegó a formarse un montículo de piedras. Algunas veces se ofrecía un pequeño sacrificio por el difunto y la piedra depositada era más grande y acarreada desde más lejos. Esta bonita costumbre permaneció durante muchos lustros. Pero el ingrato paso del tiempo y las injustas expropiaciones dejaron este hermoso ritual en el olvido. Pero nosotros no estamos dispuestos a olvidar. El nombre de este héroe serrano debe permanecer en nuestra memoria colectiva: hace unos días dos colaboradores: Toni Escobar y Ernesto Ángel, siguiendo las indicaciones extraídas del testimonio de viejos serranos, emprendieron una excursión muy especial. La idea era prospectar toda la zona del Puntal del Jorro, hasta encontrar el lugar exacto donde cayó el rayo y los restos del cúmulo de piedras donde se rezaba por el alma de Prudencio. Tras una mañana intensa de esmerada prospección, por fin lograron el anhelado objetivo: acababan de hallar un lugar casi sagrado y, sin embargo, olvidado por casi todos. Como homenaje a Prudencio, se ha colocado sobre aquel montón de piedras una Cruz negra de hierro, para que todo el que pudiera pasar por allí mantenga la tradición de depositar una piedra y rezar por Prudencio. El lugar donde se alza la cruz se encuentra en las siguientes coordenadas: 38°03'48.1"N - 2°44'34.6"W Desde estas líneas quiero invitarte, querido lector, a visitar este notable lugar. Puedes acceder a la Cruz del Puntal del Jorro desde Las Canalejas, por el camino anteriormente descrito. Este sendero es el que tantas veces transitó Prudencio junto a su hijo. Aunque la forma más fácil y rápida de llegar hasta este bendito emplazamiento es dejando el coche en el Mirador de Juan León, para bajar hasta la Hoya del Ortigal y desde allí ascender hasta dar con el lugar mencionado. JUSTO Y SU FAMILIA. ¿Qué fue de ese valeroso niño de diez años llamado Justo y su familia? A los dos o tres días de aquel suceso, la familia ya había vendido el ganado. Los hijos todavía eran jóvenes y no se podían encargar del rebaño. La viuda con sus tres hijos huérfanos, permaneció muchos años todavía viviendo en Las Canalejas. Luego se marcharon, antes de las expropiaciones, a Villanueva del Arzobispo. La madre de Justo se llamaba Concepción Punzano Castillo y era natural de Las Canalejas. Nació en 1911. Murió en Tarragona, a los 95 años. El hermano mayor de Justo se llamaba Isidro Gómez Punzano, murió con 86 años y su hermana menor se llama Encarnación Gómez Punzano. Encarnación vive todavía en Tarragona. Justo, nacido en el año 1943, se casó en Villanueva del Arzobispo y ha tenido cuatro maravillosos hijos. En la actualidad aquel niño ya atesora ochenta serenos años y ha trabajado cuatro décadas de taxista. Sigue conduciendo perfectamente: - conduzco mejor que mucha gente joven-. Emocionado, me cuenta que, tras aquella dramática tarde nunca más volvió por las lomas del Puntal del Jorro: demasiado duro regresar a donde la vida, en un instante, te robó a un padre bueno. Apenado, comenta que casi no recuerda la cara de su querido padre, no eran tiempos de fotos y por desgracia carece de una foto de quien tanto lo amó. Sobre esta dramática experiencia comenta Justo: - hay otras cosas que se olvidan, pero aquello no se puede olvidar nunca-. Justo tampoco ha podido olvidar su querida aldea de Las Canalejas y, durante unos cuarenta años, la ha visitado un par de veces al año. Cada vez que pasa junto a la puerta de la Iglesia de Las Canalejas le viene al corazón un eco de agradecimiento por quien le salvó la vida, y susurra una oración por aquel serrano valiente que seguro disfruta ya del plácido lugar a donde marchan los hombres buenos. OTROS DATOS: - Prudencio Gómez Linares, padre de Justo, nació sobre 1909. Remanecía del cortijo del Soto (el de Arriba o el de Abajo), en la Vega de Hornos, cortijo también expropiado y hoy sumergido bajo las aguas del pantano del Tranco. - Los abuelos paternos de Justo, los del Soto, al ser expropiados se marcharon a Villanueva del Arzobispo. La familia de Prudencio, siguió muchos años todavía bajando en invierno a coger la aceituna de las poquitas olivas que tenían los abuelos a Villanueva. En verano regresaban a Las Canalejas para “hacer el agosto”: recoger el trigo, la cebada, realizar la trilla, etc. DEDICATORIA. -Quiero dedicar este artículo a la memoria de Prudencio y en homenaje a su familia- (*) Aunque en el Certificado de Defunción de Prudencio indica como fecha de fallecimiento el 24 de junio de 1953, la familia afirma que la fecha real de su muerte fue el 25 de mayo de ese mismo año. EL HÉROE DEL PUNTAL. Ocurrió allí, hace setenta años, en un lugar ya casi olvidado. Aquella tormenta atroz y violenta se ensañó con las crestas del Puntal del Jorro, precisamente donde un serrano bueno y su hijo pastoreaban el rebaño. Lugar equivocado, momento equivocado: la tarde terminó en tragedia. Sin embargo, el infortunio se quedó con ganas: pudo ser peor si no llega a ser por la acertada decisión de Prudencio: el héroe del Puntal. EL REBAÑO. Veinticinco de mayo de 1953 (*), jornada agostada y seca. Prudencio Gómez Linares, de 44 años, y su hijo Justo Gómez Punzano, de 10 años, vecinos de Las Canalejas de Arriba, han sacado en la mañana el hatajo de ovejas de la tinada del Lejío, perteneciente a su familia. Les gustaba subir el ganado hasta la “Loma de las Hoyas”. Como era costumbre, cruzaron el Arroyo de Las Canalejas a la altura del cementerio y subieron por el sendero que deja a su derecha el Covacho de la Encarnación, para encarar los zig-zag de la Cuesta de la Tejera (que debe su nombre a una antigua tejera cercana). Al cumbrear el Collado de Prado Peguera, ascendían recto, dejando a su derecha el Picón y abajo la caseta forestal. Alcanzando así los pastos próximos al Puntal del Jorro. No tenían perro pastor. Prudencio solía ir guiando el ganado y su menudo hijo Justo se encargaba un poco de los llamados “rezagos”: ovejas cojas, recién paridas, enfermas, etc. A Justo le gustaba acompañar a su padre Prudencio, cuando iba a pastorear el ganado: descubría nuevos horizontes, corría aventuras, observaba extraños bichos, aprendía de su padre… le gustaba sentirse útil a su lado. LA TORMENTA. Sobre las cuatro de la tarde en lontananza apenas comenzaba a distinguirse un oscurecimiento del cielo. Pero no mucho más tarde, el cielo mostró su cara más hostil: Prudencio advirtió que se estaba formando una de esas traicioneras tormentas estivales que llevan aparato eléctrico, agua y mucho viento. Aquel repentino nulo azabache no presagiaba nada bueno. Con la sabiduría que dan los años y esa serrana sensatez, caviló que en aquellas cumbres no estaban a salvo. La tormenta evolucionaba veloz y ya no daba tiempo a sacar al ganado de allí: -¡Justo bájate a la tinada del hermano Lázaro y te refugias allí hasta que la tormenta pase!-. Justo, obediente, con sus diez años a la espalda, se despidió de su padre y descendió la loma buscando cobijo bajo el tejado de la “Tiná de las Hoyas”. Esta tinada y los huertos contiguos pertenecían a la familia de la mujer del hermano Lázaro, que pasaba las tardes trabajando en sus hortales. Eran tiempos de repoblaciones masivas de pinos y Prudencio se vio en la necesidad de quedarse junto al ganado, para evitar que se metiera a pastar en las zonas vedadas y para que no se desparramara asustado por la nube. Y lo que es la vida: aquel niño ya no volvió a ver a su padre, ni vivo ni muerto. LA CHISPA ELÉCTRICA. La tempestad azotó, encarnizada, toda la sierra. No había ningún lugar idóneo para refugiarse próximo al rebaño y Prudencio se ovilló en un leve entrante de roca al pie de un peñasco calizo cercano. Allí encaramado, esperaba que escampara pronto para volver a la normalidad y reencontrarse con su hijo. Mientras tanto, su pequeño Justo, refugiado en la tinada, aguardaba a que pasara la nube, sumido en una extraña soledad, esforzado en distraer el miedo. Al amainar la impresionante tormenta, el niño emprendió el regreso, ladera arriba, al encuentro con su padre y el ganado. Pero cuando Justo llegó a la altura del rebaño, se percató de que éste se había metido en zona vedada, una loma llena de pequeños pinos. De inmediato, se puso a dirigir el hatajo hasta una zona no prohibida. Eran solo diez años y a Justo la inocencia no le dejó pensar que las ovejas se dispersaron porque ya no tenían pastor. Y es que el infortunio no tiene compasión con aquellos a los que encuentra en su camino: los rayos habían azotado sin clemencia todo aquel alejado páramo. Una de aquellas chispas eléctricas se desplomó sobre el picacho bajo el que se resguardaba Prudencio, asestándole un brutal latigazo de fatales consecuencias. La salvaje naturaleza no perdonó a aquel inocente: ese serrano afable, trabajador incansable, buen vecino, esposo y padre, quedó sin vida en aquel lóbrego instante. Murió como mueren los héroes: en compañía de nadie, ganándose el pan de su familia y habiendo salvado la vida de su hijo. Con aquella acertadísima decisión de mandarlo al amparo de la tinada, protegió a Justo de una muerte segura. EL GUARDA DE PRADO PEGUERA. Entre tanto, al aflojar el temporal, Andrés Martínez Robles, natural de Cortijos Nuevos y Guarda de la caseta forestal de Prado Peguera, sintió al ganado desde su casa. Se asomó y advirtió preocupado que el hatajo de Prudencio estaba comiendo por lo vedado. Se preocupó, porque conocía la honestidad y buen hacer de Prudencio y no le cuadraba que hubiera metido el ganado por terreno prohibido: - ¡que´ raro que este hombre tan responsable deje al ganado por terreno vedado. Me extraña que se haya despistado!-. Algo debió rumiar aquel honesto guarda cuando, presuroso, se encaramó a la loma para alcanzar cuanto antes al rebaño. Allí, entre las ovejas, se encontró a un niño que intentaba reconducir a los confusos animales: -cuando hemos visto el nulo mi padre me ha mandado a la tinada e ignoro dónde está.-, aclaró Justo ante la preocupación del guarda. Pero Andrés no debió deducir nada bueno de aquella extraña situación y le dijo al chico: -tú vete a casa que de esto ya me encargo yo-. El guarda, tras encerrar el rebaño en una corraliza cercana, se dispuso a buscar a Prudencio. Lo encontró. Y apenas pudo dominar el pavor: paradójicamente aquel desdichado héroe vino a encontrar la muerte en el covacho donde pretendía escapar de ella. Andrés, el guarda, bajó consternado a la caseta forestal, por aquel entonces los únicos edificios que contaban con teléfono. Llamó a la autoridad competente y, dadas las circunstancias, recibió autorización para proceder al levantamiento del cadáver y entregárselo a su familia en Las Canalejas. Allí, en su casa, fue velado según la costumbre. Al día siguiente, tras un digno funeral, Prudencio fue enterrado en el cementerio de Las Canalejas. La cruz sobre su tumba todavía se conserva, aunque hace mucho que en ella desapareció su nombre. UNA PIEDRA Y UNA ORACIÓN. Este fatal acontecimiento impactó mucho por todo lo que hoy se conoce como el “Valle de las Aldeas Perdidas”. Los serranos estaban consternados, fue muy sentida esta muerte, ya que aquel hombre bueno era apreciado por todos y no merecía ese injusto destino. El impacto de su muerte perduró muchos años: de forma espontánea, cuando algún serrano pasaba por el sendero cercano al lugar del suceso depositaba, como muestra de respeto, una piedra en el suelo, se arrodillaba, y rezaba un “Padre Nuestro” por el alma de Prudencio. Con los años llegó a formarse un montículo de piedras. Algunas veces se ofrecía un pequeño sacrificio por el difunto y la piedra depositada era más grande y acarreada desde más lejos. Esta bonita costumbre permaneció durante muchos lustros. Pero el ingrato paso del tiempo y las injustas expropiaciones dejaron este hermoso ritual en el olvido. Pero nosotros no estamos dispuestos a olvidar. El nombre de este héroe serrano debe permanecer en nuestra memoria colectiva: hace unos días dos colaboradores: Toni Escobar y Ernesto Ángel, siguiendo las indicaciones extraídas del testimonio de viejos serranos, emprendieron una excursión muy especial. La idea era prospectar toda la zona del Puntal del Jorro, hasta encontrar el lugar exacto donde cayó el rayo y los restos del cúmulo de piedras donde se rezaba por el alma de Prudencio. Tras una mañana intensa de esmerada prospección, por fin lograron el anhelado objetivo: acababan de hallar un lugar casi sagrado y, sin embargo, olvidado por casi todos. Como homenaje a Prudencio, se ha colocado sobre aquel montón de piedras una Cruz negra de hierro, para que todo el que pudiera pasar por allí mantenga la tradición de depositar una piedra y rezar por Prudencio. El lugar donde se alza la cruz se encuentra en las siguientes coordenadas: 38°03'48.1"N - 2°44'34.6"W Desde estas líneas quiero invitarte, querido lector, a visitar este notable lugar. Puedes acceder a la Cruz del Puntal del Jorro desde Las Canalejas, por el camino anteriormente descrito. Este sendero es el que tantas veces transitó Prudencio junto a su hijo. Aunque la forma más fácil y rápida de llegar hasta este bendito emplazamiento es dejando el coche en el Mirador de Juan León, para bajar hasta la Hoya del Ortigal y desde allí ascender hasta dar con el lugar mencionado. JUSTO Y SU FAMILIA. ¿Qué fue de ese valeroso niño de diez años llamado Justo y su familia? A los dos o tres días de aquel suceso, la familia ya había vendido el ganado. Los hijos todavía eran jóvenes y no se podían encargar del rebaño. La viuda con sus tres hijos huérfanos, permaneció muchos años todavía viviendo en Las Canalejas. Luego se marcharon, antes de las expropiaciones, a Villanueva del Arzobispo. La madre de Justo se llamaba Concepción Punzano Castillo y era natural de Las Canalejas. Nació en 1911. Murió en Tarragona, a los 95 años. El hermano mayor de Justo se llamaba Isidro Gómez Punzano, murió con 86 años y su hermana menor se llama Encarnación Gómez Punzano. Encarnación vive todavía en Tarragona. Justo, nacido en el año 1943, se casó en Villanueva del Arzobispo y ha tenido cuatro maravillosos hijos. En la actualidad aquel niño ya atesora ochenta serenos años y ha trabajado cuatro décadas de taxista. Sigue conduciendo perfectamente: - conduzco mejor que mucha gente joven-. Emocionado, me cuenta que, tras aquella dramática tarde nunca más volvió por las lomas del Puntal del Jorro: demasiado duro regresar a donde la vida, en un instante, te robó a un padre bueno. Apenado, comenta que casi no recuerda la cara de su querido padre, no eran tiempos de fotos y por desgracia carece de una foto de quien tanto lo amó. Sobre esta dramática experiencia comenta Justo: - hay otras cosas que se olvidan, pero aquello no se puede olvidar nunca-. Justo tampoco ha podido olvidar su querida aldea de Las Canalejas y, durante unos cuarenta años, la ha visitado un par de veces al año. Cada vez que pasa junto a la puerta de la Iglesia de Las Canalejas le viene al corazón un eco de agradecimiento por quien le salvó la vida, y susurra una oración por aquel serrano valiente que seguro disfruta ya del plácido lugar a donde marchan los hombres buenos. OTROS DATOS: - Prudencio Gómez Linares, padre de Justo, nació sobre 1909. Remanecía del cortijo del Soto (el de Arriba o el de Abajo), en la Vega de Hornos, cortijo también expropiado y hoy sumergido bajo las aguas del pantano del Tranco. - Los abuelos paternos de Justo, los del Soto, al ser expropiados se marcharon a Villanueva del Arzobispo. La familia de Prudencio, siguió muchos años todavía bajando en invierno a coger la aceituna de las poquitas olivas que tenían los abuelos a Villanueva. En verano regresaban a Las Canalejas para “hacer el agosto”: recoger el trigo, la cebada, realizar la trilla, etc. DEDICATORIA. -Quiero dedicar este artículo a la memoria de Prudencio y en homenaje a su familia- (*) Aunque en el Certificado de Defunción de Prudencio indica como fecha de fallecimiento el 24 de junio de 1953, la familia afirma que la fecha real de su muerte fue el 25 de mayo de ese mismo año.

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Photo ofGiro a la izquierda dejamos pista hacia el barranco del lobo Photo ofGiro a la izquierda dejamos pista hacia el barranco del lobo Photo ofGiro a la izquierda dejamos pista hacia el barranco del lobo

Giro a la izquierda dejamos pista hacia el barranco del lobo

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Photo ofIzquierda sendero del barranco del lobo Photo ofIzquierda sendero del barranco del lobo Photo ofIzquierda sendero del barranco del lobo

Izquierda sendero del barranco del lobo

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Photo ofArroyo barranco del lobo Photo ofArroyo barranco del lobo Photo ofArroyo barranco del lobo

Arroyo barranco del lobo

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Nevero

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Photo ofDerecha por el barranco del lobo Photo ofDerecha por el barranco del lobo Photo ofDerecha por el barranco del lobo

Derecha por el barranco del lobo

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Photo ofBarranco del lobo Photo ofBarranco del lobo Photo ofBarranco del lobo

Barranco del lobo

PictographRuins Altitude 3,828 ft
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Zona de las huelgas

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Photo ofCascada del arroyo de las espumaredas Photo ofCascada del arroyo de las espumaredas Photo ofCascada del arroyo de las espumaredas

Cascada del arroyo de las espumaredas

PictographCave Altitude 3,807 ft
Photo ofCueva del santo de las golondrinas Photo ofCueva del santo de las golondrinas Photo ofCueva del santo de las golondrinas

Cueva del santo de las golondrinas

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Aldeas de as huelgas,

PictographWaypoint Altitude 3,808 ft
Photo ofCruce del arroyo de las espumaredas por tablas Photo ofCruce del arroyo de las espumaredas por tablas

Cruce del arroyo de las espumaredas por tablas

PictographWaterfall Altitude 3,746 ft
Photo ofCascada cerrada de parrate Photo ofCascada cerrada de parrate Photo ofCascada cerrada de parrate

Cascada cerrada de parrate

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Cruce del arroyo de las espumaderas

PictographRuins Altitude 3,771 ft
Photo ofAntigua casa forestal de las huelgas Photo ofAntigua casa forestal de las huelgas Photo ofAntigua casa forestal de las huelgas

Antigua casa forestal de las huelgas

PictographWaypoint Altitude 3,885 ft
Photo ofSendero de subida hacia el pinar del risco Photo ofSendero de subida hacia el pinar del risco Photo ofSendero de subida hacia el pinar del risco

Sendero de subida hacia el pinar del risco

PictographIntersection Altitude 4,027 ft
Photo ofGiro a la derecha Photo ofGiro a la derecha Photo ofGiro a la derecha

Giro a la derecha

INFORMACION ADICIONAL. Seguiremos por la derecha hacia los Cortijos de las Espumaderas de Abajo. Ya que si cogemos a la izquierda en este cruce de senderos nos llevaria hacia peñamusgo.

PictographWaypoint Altitude 4,225 ft
Photo ofSendero del pinar del risco Photo ofSendero del pinar del risco Photo ofSendero del pinar del risco

Sendero del pinar del risco

PictographRuins Altitude 4,072 ft
Photo ofEspumadera de abajo Photo ofEspumadera de abajo Photo ofEspumadera de abajo

Espumadera de abajo

PictographWaypoint Altitude 4,081 ft
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Pista

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Izquierda

PictographRuins Altitude 4,400 ft
Photo ofEspumaredas de arriba Photo ofEspumaredas de arriba Photo ofEspumaredas de arriba

Espumaredas de arriba

PictographIntersection Altitude 4,388 ft
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Derecha

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Photo ofBarrera y tornajo a la izquierda Photo ofBarrera y tornajo a la izquierda Photo ofBarrera y tornajo a la izquierda

Barrera y tornajo a la izquierda

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Giro a derecha

PictographIntersection Altitude 4,694 ft
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Derecha pista de las espumaderas

PictographIntersection Altitude 4,807 ft
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Izquierda

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Photo ofTinà de hoya joroca Photo ofTinà de hoya joroca Photo ofTinà de hoya joroca

Tinà de hoya joroca

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Photo ofTranco y sendero Photo ofTranco y sendero Photo ofTranco y sendero

Tranco y sendero

PictographPanorama Altitude 4,654 ft
Photo ofsenda de herradura. Photo ofsenda de herradura. Photo ofsenda de herradura.

senda de herradura.

PictographIntersection Altitude 4,597 ft
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Giro a la derecha

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Photo ofGiro a la izquierda hacía pista Photo ofGiro a la izquierda hacía pista

Giro a la izquierda hacía pista

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Giro a la izquierda

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Photo ofcortijo en ruinas de las canalejas y al lado la Fuente de las Canalejas y historia del milagro de adela Photo ofcortijo en ruinas de las canalejas y al lado la Fuente de las Canalejas y historia del milagro de adela Photo ofcortijo en ruinas de las canalejas y al lado la Fuente de las Canalejas y historia del milagro de adela

cortijo en ruinas de las canalejas y al lado la Fuente de las Canalejas y historia del milagro de adela

EL MILAGRO DE ADELA. Se acercan días en los que las calles se revisten de procesión, fe, vecindad y solidaridad cofrade. Días en los que se rinde culto a un cumpleDios cercano, que acompaña nuestros sufrimientos y nunca nos deja solos. Un Dios crucificado que, ante la incredulidad de muchos, no se queda en la muerte, sino que resucita victorioso. Es por tanto un tiempo propicio para hablarte de procesiones, concretamente de cuatro procesiones, pero que no tienen nada que ver con la Semana Santa, aunque sí con la fe. No guardan relación con las cofradías, pero sí con la hermandad. Cuatro procesiones, digo, llenas de esperanza, pero también de dolor, que hicieron posible lo imprevisible. Abre bien tus ojos, hoy te voy a contar la historia serrana del MILAGRO DE ADELA: Adela López García nace en Canalejas un primero de abril de 1900. El 19 de noviembre de 1921, a la edad de 21 años, contrae matrimonio con Raimundo José Guijarro Castillo. La familia regentaba una posada en la aldea. Desde muy pronto Adela debe hacer frente a los desgarros de la vida: con 18 años sufre la irreparable pérdida de su madre, mientras, la salud de su padre es muy precaria. Adela pierde siete hijos antes de su nacimiento. Tal como expresaba: -El dolor de un aborto es peor que el de dar a luz, porque sientes el tormento de un parto, pero sin el fruto de abrazar el regalo de una vida- Lamentablemente, también debe despedir para siempre a su amada hija Victoria, con tan solo dos meses de edad. Esta experiencia de quebranto la marca para toda su vida. Y es que de catorce embarazos le sobrevivieron seis hijos, que fueron su alegría y su orgullo allá por donde fue: Francisco, Expedito, Sotera, Carmen, Amparo y Virginia. Como su hija Amparo Guijarro López, nacida en 1938, recuerda emocionada: “Mi madre era una mujer que valía para todo. Era modista, “psicóloga”, muy prudente, sabía escuchar. Aprendió a escribir en un mundo sin libros, era caritativa. Le encantaba ayudar a los vecinos de forma discreta. ¡Cuántos recados caritativos haría yo por encargo de mi madre! Ella me decía: -¡que nadie sepa lo que tú llevas en el cesto ni a dónde vas!-. Era muy limosnera, pero todo en secreto. De esto nadie se enteraba, salvo quien lo recibía.” El escrutinio de la enfermedad también acompañó la vida de Adela: un día comenzó a notarse cierto abultamiento al que, en un principio, no dio demasiada importancia tan empeñada ella en hacer felices a los demás. Pero aquel bulto cada vez le crecía y le dolía más, hasta que llegó a impedir su movilidad. Y las cosas de antes: algún alma bien intencionada, alguna curandera de antaño, le sugirió como mejor solución que se diera baños de agua bien caliente. Pero ¿dónde darse un baño abrasador en una aldea sin agua corriente, sin termos, ni bañeras? La solución estaba cerca: buscaron la caldera más grande que tuvieran de las que usaban para las matanzas y en ella se metía la buena de Adela, tan obediente, en la esperanza de que aquel suplicio cesara. Y venga baños: caldera va, caldera viene. Y venga a poner barreños de agua sobre las ascuas: agua va, agua viene. Pero aquello no menguaba y el dolor cada vez se hacía más insoportable. Tras varios baños esperanzados se vio que el invento no resultaba, por lo que era preciso buscar otra alternativa que paliara el sufrimiento de Adela. Y la alternativa vino de la mano de un pequeño hospital, asistido por médicos y monjas, hoy desaparecido, que había en Villacarrillo. Y lo que pasaba con las comunicaciones de antes: llegar hasta Villacarrillo resultaba una empresa sumamente difícil. Hoy no somos quizá conscientes de la suerte que tenemos: ante cualquier urgencia médica llamamos al 112 y como la ambulancia tarde más de cinco minutos ya estamos poniendo el grito en el cielo. En las aldeas de la Sierra de Segura de aquella época, las cosas eran bastante distintas: En Canalejas no existían los teléfonos y ninguna carretera facilitaba el acceso. Por tanto, nadie tenía un coche. ¿Cómo llevar entonces a Adela, una mujer postrada en la cama sin posibilidad de caminar, al hospital de Villacarrillo? Pues habrá obras de ingeniería más sencillas que el dispositivo que hubo que diseñar para que Adela, que en aquel año 1959 tenía cincuenta y nueve años, recibiera el amparo médico que tanto precisaba: Los únicos teléfonos disponibles por esas sierras eran los que utilizaban los guardas en las casas forestales. Así que los familiares bajaron hasta la casa forestal de la Fuente del Roble, donde llamaron a un taxi. Afortunadamente, existía una precaria pista forestal, por la que el taxi podría llegar hasta la Fuente del Roble. Pero ¿cómo trasladar a Adela hasta el taxi si el dolor la había dejado postrada? La solución fue tan inusitada como creativa: con los timones de dos arados y una vieja colcha confeccionaron una precaria parihuela donde recostar a la enferma para ser transportada. Pero trasladar la parihuela hacía imprescindible la participación cuatro personas fornidas, teniendo en cuenta que el camino que unía Canalejas con la Fuente del Roble no era más que una pedregosa y deteriorada senda ¡de cuatro kilómetros! Y es aquí, en los momentos de gran necesidad, donde los serranos despliegan la solidaridad y buena vecindad por la que tanto han sido afamados: la familia pidió voluntarios para hacer relevos a la hora de transportar la camilla. Tal como los hijos de Adela recuerdan emocionados: -No nos sorprendió que todos los serranos acudieran dispuestos a ayudar. Era nuestra forma de entender la vida: ayudar al necesitado, tratarnos como hermanos- Así, una mañana en las “Casas de en medio” se vio salir torpemente la parihuela de Adela por la puerta de casa. Tan improvisada comitiva iba acompañada de cuatro portadores a modo de costaleros de Semana Santa, dos hijos de Adela: Carmen y Francisco, y un pelotón de voluntarios dispuestos a arrimar el hombro en los muchos relevos que se iban a necesitar para encarar esos montuosos cuatro kilómetros de cuestas, piedras y barro. Lo que yo os diga: lo más parecido a una procesión de Semana Santa. Mientras tanto, Raimundo José se quedó cuidando del resto de hijos, de los animales y de las tierras. Comenzaron el camino hasta la Casa Forestal de la Fuente del Roble en “Las Erillas” que estaban bajo “El Juncarillo”, entre las “Casas de en medio” y las “Casas de abajo”. Pasaron por el “Estrecho de arriba”, cuesta del Tío Mesindo (llamada así porque algo le ocurrió a Mesindo en este lugar), bajaron por “La Pinatá” hasta “Los Horcajuelos”. En este punto cruzaron el arroyo y llanearon hasta “La Paratona” (conocida ahora como Cerrada de Carriquí). Alcanzaron el cruce de los Archites y las Malezas, dejando el arroyo de las Canalejas a la derecha. Siguieron hacia la “Tinada de los Chozones” y luego hasta el Pardal (donde los burros cargados de leña se quedaban atorados en el barrizal. Para liberarlos había que descargarlos y volverlos a cargar ya en tierra seca). Después llegaron a la “Fuente de La Canalica”. Por último, subieron penosamente hasta “Collado Navarro” (donde hoy existe un cortafuegos) y ya bajaron hasta llegar exhaustos a la Fuente del Roble. En total unos cuatro Kilómetros de padecimiento y contratiempos. Felizmente, gracias al solidario esfuerzo de tantos vecinos, el taxi llegó al Hospital de Villacarrillo. El diagnóstico era evidente para el ojo experto de un médico: hernia estrangulada. Sin más dilación, porque la vida de Adela corría peligro, entró en quirófano donde no tuvieron más remedio que cortarle un trozo de tripa. Aún con esas, los cirujanos vieron que ya aquello tenía difícil arreglo. La noticia laceró el alma de sus hijos: -Han tardado mucho en venir, la operación no ha tenido éxito. Lamentablemente, les rogamos que se lleven a Adela a casa para que muera allí entre los suyos. Le quedan apenas unos días de vida-. Tal era el convencimiento de la segura muerte de Adela que no se molestaron ni en coserle la apertura de la intervención quirúrgica. Le arrimaron dos tristes esparadrapos y la montaron en el taxi de regreso a la sierra. Y al regresar a la Fuente del Roble, otra vez la solidaria procesión con la parihuela cuesta arriba. Y desde la Fuente del Roble hasta las Canalejas, Adela, con la herida abierta, al comprobar que acudió todo el mundo en su ayuda exclamaba: -¡Esto no se paga con nada!-. Difíciles días los que transcurrieron después. La familia ya preparando el duelo, esperando la hora fatal con el corazón roto. Llenos de consternación fueron avisando a toda la familia. Unos y otros, familiares y amigos, iban pasando al lecho de Adela forzando una leve sonrisa. Intentaban disimular lo terrible del momento. Le daban ánimos, aunque conscientes todos de que la vaticinada hora fatal se acercaba. Y al ver tanto tumulto y solemnidad Adela comentaba: -¿Por qué estáis aquí todos? ¿Qué os pensáis que me estoy muriendo? Pues que sepáis que no me estoy muriendo-. Y al oír a la moribunda agarrarse a la vida su familia más se acongojaba. ¡Qué duro era ver a persona tan querida resistirse a su inevitable destino! Y así, con esa pena permanecían veinticuatro horas rezando a los pies de su cama. Pero corrían los días y la muerte no se atrevía a pasar bajo el dintel de la puerta. La herida comenzó a oler, a pesar de lo cual Adela seguía sin fiebre y sin entrar en la profetizada agonía. Entonces los lamentos se tornaron en sorpresa, los sollozos en extrañeza. El caso es que, a los ocho días, Adela ahí seguía, más sana cada día. Los estupefactos hijos llamaron otra vez al hospital y, al narrar lo acontecido, los médicos pidieron volver a valorar urgentemente a Adela. Y de nuevo parihuela cuesta arriba, parihuela cuesta abajo, y un batallón de canalejeros haciendo relevos. Al revisar a la enferma los médicos preguntaron: -¿a qué Santo os habéis agarrado?-. No lograron explicar cómo aquella paciente desahuciada regresaba días después más sana que el aire de la Corraliza. Y es que en verdad pudo ser un milagro, pues mucho se rezó por Adela en aquella aldea. A todos los Santos se confió su incierto destino. Lo cierto es que en Canalejas había una gran tradición de ofrecimientos a la Virgen. Toda la familia y no pocos serranos hicieron su particular ofrenda por la salvación de Adela: Raimundo José, el marido, ofreció a la Virgen que si Adela sobrevivía entraría un palo de la Virgen en la Función de Canalejas, costara lo que costara. Francisco, uno de sus hijos, ofreció a la Virgen de la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo, que está en una preciosa ermita con una fuente milagrosa, que si se curaba iría descalzo desde las Canalejas hasta su ermita. Sin calcetines, con el pie desprotegido. También ofreció dejarse crecer la barba en pleno verano. Pepa Casañez, amiga íntima de Adela y su marido Leandro Sandoval, (forestal en la casa forestal de los Casares) ofrecieron que si se curaba, se juntarían todos en Viernes Santo en su casa Forestal donde vivía y, desde allí, se trasladarían en su sidecar hasta el poblado del Tranco (en la presa del pantano) Allí desfilarían descalzos en la procesión de esa mañana. Y luego, al terminar, regresarían a comer a la casa forestal un humilde ajo de pan con bacalao, a modo de ayuno. Virginia, otra de las hijas, que tenía un precioso y largo pelo negro, ofreció cortárselo al cero. Carmen y Amparo, hijas, y la prima Felipa Castillo Ojeda, ofrecieron ir de rodillas desde la casa familiar hasta la Iglesia de Las Canalejas. Otros muchos ayunaron quince días a pan y agua. Por todo ello, por toda esta fe, no es de extrañar que los ojos del cielo se fijaran en aquella serrana ejemplar y se empeñaran en salvar su vida. Y esto ocurrió: que los médicos terminaron de curar la herida y a los pocos días Adela regresó, en cuarta procesión, a su querida Canalejas. Pero ya no para morir, sino para agradecer a su Virgen de la Purísima Concepción el regalo de la vida. Sin embargo, como al paralítico del evangelio de Marcos, que se marchó tras ser sanado por Jesús, cogiendo su camilla, a Adela también le quedó el recuerdo en forma de fistula que la acompañó supurando y doliéndole durante muchos años. Pero lo que un día era hernia mortal, a la postre quedó en simple cicatriz como recuerdo de aquella vida. El milagro se obró y Adela, aquella a la que daban por muerta, pudo seguir disfrutando de los suyos durante treinta años más. Y como las promesas a la Virgen en Canalejas son de seguro cumplimiento, todos aquellos que ofrecieron algo lo fueron satisfaciendo. Adela muere en el año 1989 junto a su familia, a los ochenta y nueve años de edad. Está enterrada en Puebla de Farnals (Valencia). Su marido, Raimundo José, muere años antes, en 1979, también en puebla de Farnals. Adela, aquella sabia serrana que siempre portaba un rosario en la mano, pudo superar tan ingratos avatares y, como un hermoso homenaje a la vida, sacó hacia adelante a sus hijos en unos momentos tan difíciles. Quiero rescatar unos versos que Adela siempre repetía a sus hijos, que bien podría resumir cómo era ella: -Yo mismo en cierta ocasión de esta escena fui testigo: un niño desde un balcón le arrojó el pan a un mendigo y su padre, hombre humano, le dijo ¿No te sonroja? La limosna no se arroja, se besa y se da en la mano.- Cuando vayas a Canalejas, no te olvides caminar hasta las ruinas de las “Casas de en medio”. Guarda silencio. Cierra los ojos y abre el corazón: si te esperas un momento comenzarás a sentir una suave brisa acariciando tus dedos. Es Adela, que gusta besar las manos a quien tiene hambre de cielo. Autor: Javier Morote Martínez javiermorotemartinez@gmail.com

PictographRuins Altitude 4,549 ft
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Incendio en Los Centenares

Incendio en los centenares. Video de Javier Morote. https://youtu.be/wq6i3XF2cFI?si=1xP7WKvvfSYnEBob INCENDIO EN LOS CENTENARES. Era 1962, cuando el “Valle de las Aldeas Perdidas” todavía refulgía de gente. La noche ya hacía horas que había acostado al día y casi todos dormían. Algún rebaño, encamado sobre el suelo de las amables lomas, balaba su singular banda sonora. Todo lo demás era plácido silencio de duermevela, apenas roto, además, por el leve canto del autillo. Martín Guijarro Ojeda vivía en una sencilla casa de la aldea de Los Centenares que tenía adosada una cuadra. Antes de acostarse, acostumbraba a bajar al corral para voltear las ramas y que los animales alcanzaran sus sabrosas hojas. Candil en mano, se adentró en el corral, colgó la luz en algún ramucho y se dispuso a proveer a sus animales. Estando de regreso en el quicio de la puerta, ya con un pie en la calle, volvió su rostro hacia el interior y dispensó, como de costumbre, una amorosa mirada a sus dos mulos: “Morito”, un animal de cinco años, negro como el humo y “Madrileña”, una hembra majestuosa. Sin duda, estos dos animales eran el capricho y el orgullo de Martín, que con ochenta y seis años todavía asegura, convencido, que eran “los mejores mulos que había en la sierra”. Y quizá no exagera: al mulo se lo llegaron a llevar hasta Castilla para lucirlo en una boda. –“Corría más que muchos caballos”-, asegura este carismático serrano. -“Estando yo en la mili, un vecino que apreciaba mucho al animal se lo pidió a mi padre para destacar en una boda de Castril. A esa boda iban a acudir un montón de zagales muy “flamencos” ellos. Mi padre se lo prestó porque sabía que el muchacho miraba por el mulo y no iba a sufrir ningún daño. Aquel buen zagal fue el jefe de la boda”-. Todos admiraban el porte de aquella extraordinaria criatura. En la cuadra también se guardaban más de veinte ovejas paridas, con sus corderos, un montón de gallinas y su comida para todo el invierno. Nunca se sabrá con certeza el motivo exacto, pero la cosa es que Martín debió dejarse tras de sí alguna pequeña chispa caída del candil y prendida levemente en la paja. Chispa que, convertida ya en llama, fue prendiendo a su antojo todo lo que hallaba a su ígneo paso. -“Sentí, ya acostado, sobre las cuatro de la madrugada, una briega que provenía del corral. Al momento siento dando graznidos a una cabra que teníamos atada”-. Ante tanto estruendo Martín piensa que las cuerdas que ataban a algunos animales se les debían haber enredado entre las patas y decidió bajar. Cuando Martín abre la puerta la escena que contemplan sus somnolientos ojos lo hacen despertar súbitamente: toda la cuadra prendía en llamas y los animales, despavoridos, intentaban huir vanamente del fuego. Indiferente al peligro, se introduce en aquel infierno para probar a salvar, al menos, a los mulos. Recuerda que intentando desatar a uno de los mulos, al tiempo que esquivaba las llamas, el otro animal se le cayó encima ya muerto. Medio achicharrado, pero sin sucumbir al desconsuelo, Martín comenzó a dar gritos por las calles de Los Centenares pidiendo ayuda: ¡auxilio!, ¡ayuda!, ¡la cuadra se me quema!, ¡qué lástima de mis mulos!, ¡ayuda! Al instante, la solidaridad serrana volvía hacer acto de presencia: decenas de centenareros, adultos, ancianos y niños, ya se arremolinaban junto a la cuadra incendiada: unos tiraron para el lavadero con cántaros para llenarlos, otros traían sus aguaderas de casa, otros con cubos de chapa llenando el agua de las tinajas, se afanaban en calmar el fulgor de la flama. Pero el fuego devoraba la cuadra implacablemente, las llamas ya salían por las ventanas e incluso rebasaban la altura del tejado, ya sentenciado. Algunos vecinos recuerdan cómo el ímpetu del incendio teñía de naranja-muerte las claras paredes calizas de las Umbrías de Parra. Tres o cuatro hombres, encarados en el tejado, tiraban hacia las llamas la poca agua que los vecinos les hacían llegar… todo fue en vano. Al poco la estructura del tejado sucumbió como un castillo de naipes. Las vigas y las tejas se desplomaron sobre los cadáveres, ya calcinados, de sus queridos mulos y resto de animales. La tragedia se había consumado. Pero, a pesar del desastre, la fortuna le concedió media sonrisa a esta familia y las llamas no afectaron a la casa: en la campana de las escaleras tenían depositado un balde con veinticinco arrobas de aceite (más de trescientos litros) asentado sobre unas tablas de madera que, por su parte inferior, quedaron carbonizadas por las llamas. Si aquella cantidad de aceite inflamable se llega a desparramar, es seguro que toda la casa hubiera sido pasto de las llamas. Se le pone a uno el vello de punta cuando piensa que, al inicio de las llamas, en casa dormían el matrimonio, sus dos hijos mayores (Julia y Francisco) y el padre de Martín, ya viudo. La aldea se quedó sin agua, pero se llenó de honor y dignidad serrana: gracias a la heroica ayuda de los vecinos se impidió que el fuego se extendiera hacia la casa, y quién sabe si se hubiera propagado por toda la aldea. Fue una de las noches más duras que se recuerdan en Los Centenares. Aquella infausta madrugada al noble Martín, que perdió a su madre con tan solo dos años, la vida le volvía a golpear de forma cruel. El alborear del día encontró tan solo cenizas y muerte en lo que antes era una espléndida cuadra. No había tiempo de lamentos, tanta carne sin vida suponía un importante foco de infección y era preciso comenzar, de inmediato, a retirar los restos. De nuevo la buena vecindad de estos serranos florecía en la adversidad: acudieron de diferentes aldeas vecinos con sus mulos para cargar en ellos los animales quemados y depositarlos lejos de las casas. El lugar elegido fue las Hoyas de las Alegas, más allá de las eras de los Punzano y los Laras, ya mirando hacia el Miravete. Antes se dejaban los animales muertos a la intemperie, porque los buitres se los comían. Aquellos eran otros tiempos y, a pesar de tal calamidad, todavía hubo quien se mostró indolente: aparecieron por la zona una pareja de guardias civiles alertados por las noticias que llegaron a Pontones. Para sorpresa de todos, en vez de ofrecer su ayuda a la familia afectada para cualquier necesidad que presentaran, comenzaron a hacer preguntas tendenciosas, como insinuando que el incendio pudo haberlo provocado el propio Martín, con algún interés espurio. –“Venían con intención de meterme a la cárcel. Si no es por el alcalde de Pontones termino encerrado, encima de todo”-. No contentos con esto, esta funesta pareja, obviando la necesidad imperiosa de alejar los cuerpos de la aldea, requisaron dos pares de mulos, de los que estaban ayudando a desescombrar y transportar los cadáveres, para montarse sobre ellos y no cansarse al ascender por la Cuesta de la Vereda, en su regreso a Pontones. -“Recuerdo la indignación del cura, el bueno de Don Celedonio Cózar Melero, cuando se enteró de la lamentable actuación de esta pareja de guardias civiles”-. Pero el bueno de Martín no quiso perjudicarles y no denunció su mala praxis profesional, a pesar de que el cura estaba dispuesto a que tan agrio asunto no quedara impune. -“Afortunadamente, me quedaron unas ovejas que aquella fatídica noche descansaban por el monte. El cura me dijo: -Tú donde más hierba encuentres, aunque haya pinos plantados, te vas todos los días con las ovejas. A ver si algún guarda tiene el valor de meterse contigo, que aquí estoy yo”-. Y efectivamente, Martín pudo pastar donde le placía: -“donde más pasto había allí me iba y pasaban los civiles y ni miraban”. -“Entonces los curas mandaban”-, recuerda Martín con agradecimiento. Seguro que no es casual que Don Celedonio tenga una calle dedicada en Andújar, pues fue un sacerdote que destacó por su defensa de los más humildes. Tras aquel desdichado acontecimiento la familia decidió irse a vivir a una casa que tenían en el Miravete, más cerca de sus tierras de cultivo. Allí criaron a sus cuatro maravillosos hijos: Julia, Francisco, Juana y Ana; hasta que, en el año 1976 no tuvieron más remedio que abandonar su querida aldea, ya que las expropiaciones habían dejado desierta la sierra de serranos, aunque superpoblada de bichos que no dejaban cultivo sin arrasar. Tampoco se podía ya pastorear, pues los guardas te cosían a multas. Martín, los Guijarro y Máximo Fernández Cruz (el Cojo de la Fresnadilla) fueron los únicos tres casos de serranos que no cedieron a las presiones de la Administración y se negaron a vender su casa. Héroes serranos, quizá demasiado olvidados por propios y extraños. En la actualidad, la antigua casa de Martín en los Centenares yace en ruinas. Sorprendentemente, todavía pueden apreciarse las señales de aquel gran incendio, que han resistido al tiempo, como pretendiendo ofrecer testimonio de lo allí acontecido. Aquel siniestro fue una metáfora del “incendio” de las expropiaciones que, años después, iba a arrasar toda la sierra. Y es que, escandaliza pensar que todavía no lo entiendan, la Administración olvida que cuando expulsas al serrano nativo del medio natural donde vive en simbiosis, dicho medio se degrada masivamente. El Valle de las Aldeas Perdidas es un ejemplo paradigmático de ello: miles de albercas y fuentes secas; miles de huertos de regadío, refugio de biodiversidad y cortafuegos naturales, abandonados y plantados de pinos, caminos históricos devorados por el monte, etc. La peligrosa masificación de pinos y materia orgánica vegetal muerta convierten a esta sierra en una gigantesca cerilla que ya ha prendido en demasiadas ocasiones. Hoy, todo el Valle de las Aldeas Perdidas es un lugar desolado, con sobrepoblación de jabalíes y ungulados (ciervos, gamos y muflones). Esto ha provocado la drástica disminución, y en algunos casos incluso la extinción, de las poblaciones de: perdiz roja, codorniz, corzo, anfibios, reptiles, lagomorfos (conejos y liebres) y caracoles, entre otros. La casa de Martín, la del Miravete, también es ya una ruina, como el resto de aldeas. Alguien ya expolió hace años la bonita reja de forja que adornaba su ventana. Hoy la sierra ha perdido a sus grandes héroes, como Martín Guijarro, que trabajó sin descanso para sacar adelante a su familia y al que nunca le faltó un trozo de pan para arrimárselo al necesitado. Un serrano insigne que no se acobardó y al que la Administración nunca le paró los pies, a pesar de sus continuos maltratos. Martín, aquel célebre serrano, el último habitante del Miravete, es hoy un admirable anciano que disfruta todavía de la sabiduría que le otorgan sus ochenta y seis años. Vive en Villanueva del Arzobispo, cerca de su familia. A él, a su valentía y a su insigne figura serrana, quiero dedicar este artículo.

Comments  (10)

  • Encarni Lopez 2 May 13, 2024

    Felicitarte por tu gran trabajo. Lo que se hace con el corazón siempre merece el esfuerzo. Ruta intensa, pero muy especial ,no solo en lo sentimental, hay lugares que son difíciles de describir, solo cuando estás en ellos puedes ver las maravillas que esconde en su interior. Gracias por esta oportunidad única. Está experiencia se queda en el corazón y mi memoria para siempre😘❤️

  • Photo of Tony Segura lobos de sierra linares
    Tony Segura lobos de sierra linares May 13, 2024

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    Fue un fin de semana especial, en el que combinamos senderismo, historia y convivencia, aunque dura, la ruta fue espectacular ya que contamos con el aliciente de nuestra compañera Ana Belén, gracias a ella hicimos la ruta.
    Gracias también a nuestro Monitor FAM Juanma y nuestro guía Perico, aunque no estuvo presente colaboró en todo para que saliese bien ésta ruta de ensueño.
    Y gracias en especial a Javier Morote por ayudarnos en todo momento, consiguiendo la documentación para nuestra compañera.
    Cada vez que paso por estas aldeas se que son mágicas, pero después de saber todas historias he descubiertos por qué...
    Por cierto si tenéis la suerte de hacer vivac como nosotros, espero que podáis contemplar ese cielo tan espectacular, el cual parecía sacado de un sueño estrellado ❤️

  • Photo of (OKPERICO)
    (OKPERICO) May 13, 2024

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    Pues sí la verdad que sí es una de las rutas por lo menos para mí en la sierra está de Cazorla segura y de las villas, de las más emotivas, la y en la que yo siempre la he disfrutado a lo grande, de hecho yo he hecho la Nochevieja en los centenares, he dormido muchísimas más veces y en las Canalejas y en la hoya de la albardia y en los miravetes me tiré 8 días durmiendo, que de recuerdo qué bonito qué pena que no pueda haber asistido😢😢😢 pues bueno por problemillas que tiene uno de salud,pero bueno yo creo que ver disfrutar a mis compañer@s y sobre todo mi compañera 😘Ana Belén que se lo merece todo con eso súpesupercontento y satisfecho. bueno está ruta de 10 10 la recomiendo para todo el mundo,es preciosa en primavera en otoño y en inverno,bueno en cualquier época del año la recomiendo. repito recomiendo la ruta OKMAQUINAS
    MI AGRADECIMIENTO AL CLUB DÉ CDM LOBOS DE SIERRA LINARES 👍🐺 HAAAAUUUU

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    amredondo70 May 13, 2024

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    Una ruta llena de sentimiento

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    L G A May 13, 2024

    Tuve la suerte de conocer este sitio hace unos años, gracias a mi amigo y compañero ok Perico. Aquella ruta me cautivó, no sabría explicar bien el motivo, pero aquellas tierras eran especiales a pesar de que hace años fueron testigos de mucho sufrimiento …. Hoy,las raíces de este lugar han sido regadas por las lágrimas de felicidad de nuestra querida compañera Ana Belén.
    Enhorabuena al Club Lobos de sierra , que grandes sois 🐺

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    Roman1952 May 14, 2024

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    La foto y el vídeo son testimonios de la historia de las aldeas perdidas
    Aldea que pude conocer con mi compañero y amigo ok perico.
    Juanma lobo lanzadera y tú no lo has podido hacer mucho mejor gracias por tu labor en el club enhorabuena.

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    ochenta May 14, 2024

    Buena ruta os habéis marcado lobos, auuuuu

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    richard24 May 14, 2024

    Buen ruton por los centenares bien marcado bien visualizado y bien trazado enhorabuena máquinasss

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    Diego Sender May 17, 2024

    Que Buenagente se ve que sois,,,, gracias por compartir,me ha emocionado mucho,sobre todo el vídeo de la ruta ,con esa música y todo , espectacular

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    Lobos de sierra linares May 18, 2024

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios la verdad que fue una ruta muy emotiva y con la finalidad principal de dar a conocer historias serranas y que aunque sean aldeas perdidas intentar que nunca sean olvidadas por los amantes de esta zona como nuestro club.

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