Loja. Granada. Los Infiernos de Loja y Nacimiento del Frontil.

¿Qué hay detrás de un pimiento, de un tomate, de unos espárragos,..?

Asociamos Loja a sus roscos y a parada obligatoria camino a Granada, pero Loja es mucho más: un rico patrimonio monumental; Sierra Gorda y Sierra de Loja; el nacimiento de Riofrío; el Karst de Sierra Gorda donde han instalado una pasarela sobre el lapiaz que nos lleva al Mirador. En cuanto a productos gastronómicos tienen un cordero con denominación de origen, buenos jamones, un exquisito aceite y un producto de la huerta como el esparrago, al que los agricultores le dedican un esmero y mimo desde la primera etapa de su cultivo hasta su cosecha.

Mención especial merece la trucha de Riofrío y el caviar que elaboran, que en 2005 obtuvo el Premio al Mejor Caviar del Mundo y goza de un extraordinario prestigio.

Hemos venido a disfrutar del entorno de Los Infiernos de Loja y del río Genil. En este enclave el agua es la protagonista de un río que ha transformado este espacio en una zona de gran valor paisajístico que va más allá del propio río y sus cascadas; una abundante flora y fauna de ribera y algo imprescindible para la economía de este pueblo que ha permitido al Lojeño disponer de una rica zona de cultivos en torno al río.

Nuestros pasos nos llevan también a la antigua alquería del Frontil, hoy pedanía de Loja, a los pies del Monte Hacho y donde nace el manantial del arroyo Frontil. Sus aguas brotan directamente desde la tierra y su pureza permite que vivan y parezcan felices, una gran colonia de patos y ocas.

Camino del Mirador del Manzanil y mientras esperábamos cruzar el puente sobre el cauce del Genil, en pausada conversación con Pepe Guerrero, que a sus 75 años es el senderista más joven que conozco y el que jamás pierde la sonrisa y tras haber pasado por varias zonas de cultivo y hablado con agricultores que dedicaban la mañana del sábado a la siembra, reflexionaba él sobre la dureza del trabajo en el campo… “Paco, yo conozco este trabajo, aquí no hay días de fiestas, ni horario de trabajo y a lo peor después del esfuerzo te viene una helada o una granizada y te lo estropea todo y a la gente le importa un pimiento, algunos se creen que esto llega a las tiendas así porque sí”

Sin saberlo Pepe; la generosidad es innata en las buenas personas y no son conscientes de ello, lo dan por hecho, como parpadear, respirar,... me acababa de regalar el tema de esta crónica para que no te importe un pimiento lo que hay detrás del mismo, ni de un tomate, ni de un esparrago, ni de ningún otro producto de la huerta.

Y para que te acuerdes te cuento lo curioso del origen de esta expresión, que no se origina en el mundo de la comida sino en el de la pintura. Anda despacio el siglo XVII, ahora el siglo nuestro corre a toda castaña, que por cierto coloquialmente significa choque, trompazo…lo dejo ahí para que si tenéis tiempo y ganas relacionéis la velocidad de nuestro tiempo y sus posibles consecuencias. Quizás seamos nosotros los que apretamos el acelerador de este siglo por las prisas en el vivir y no por vivir.

Pero volvamos al siglo XVII en el que estaban de moda los bodegones, donde los artistas tenían libertad para escoger los objetos que quisieran, buscaban a veces alarde de realismo y perfección, hacer estudios de color, texturas y para ello preferían las granadas, los limones, las manzanas,…los frutos cuya superficie fuera un reto a la hora de ser reflejada.

El pimiento, a pesar de ser una novedad, llegó a Europa desde América, no gozó de la simpatía de estos pintores. Su superficie tersa, brillante y de un solo color sin tonalidades ni matices, no suponía un atractivo a estos artistas de los bodegones, que en muy pocas ocasiones lo incluyeron en sus cuadros y empezaron utilizar la expresión “me importa un pimiento” como sinónimo de “no me importa nada”.