L'Hospitalet de l'Infant R16-Litoral-Cambrils R16
near l'Hospitalet de l'Infant, Catalunya (España)
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Trail photos
Itinerary description
Igual que en las entrañables películas de terror, el caballo de hierro se interna en la noche, oscura como la boca de un lobo. En su interior, una heterogénea carga de viajeros, adormilados y con mirada de zombie, nos abandonamos en los asientos, resignados y rendidos ante semejante desventura. La distancia hasta el punto de partida me exige partir a una temprana hora, para comenzar a caminar con los albores del día. Acometo en solitario la unión de la pata sur del litoral catalán, desde L'Hospitalet de l'Infant a Cambrils. Son unos 15 kilómetros, pero con la nueva ubicación de las estaciones, fuera del casco urbano de ambas localidades, se aproxima a 19 km. Llegado a la estación de destino evito subir al bus que espera a la puerta, que podría ahorrarme un trecho, pues no sabiendo donde tiene la parada en el pueblo, temo que me desvíe del track previsto. El inicio se me hace interesante, no en vano he trazado la ruta por el Riu de Llastres en aras del citado ahorro de distancia, y la bajada hasta la riera, algo agreste y resbaladiza, acaba por espabilarme. Me oriento entre la vegetación, y enseguida alcanzo mi primer objetivo, las antiguas vías del tren, que ahora están recuperando para la ciudadanía. Camino paralelo a ellas, y por ellas algún tramo, buscando el camino mas corto. Para mi sorpresa, el acceso a las calas está vetado. Un enjambre de máquinas y obreros se afanan sin descanso, es un decir, levantando losas y cemento sin compasión, remozando el paisaje urbano con vistas a finalizar los trabajos de rehabilitación. Con un sentimiento agridulce, por no poder llegar hasta la playa, pero agradecido por la coartada para evitar pisar arena, urbanita que es uno, me siento muy satisfecho de poder trazar una trayectoria casi rectilínea, evitando entrar y salir de las calas. Sacudiendome la molicie, me cuelo por el primer acceso practicable, pisando por fin la playa. Aún sabiendo que me hartaré de arena, aunque nunca de mar y sol invernal, cumplo con la obligación de visitar el búnquer de la Platja dels Penyals. Aunque fruto de un triste momento , como todas las guerras, no puedo menos que admirar el eficaz trabajo que realizaron para mimetizarlo, y me sorprende en uno de sus muros la marca del Gr-92, ya que por ignorancia o por despiste, no he podido ver otra. Elijo acercarme a la orilla, agradeciendo la alfombra de piedras que me ofrece mi elemento madre, el agua, y que ha tenido a bien arrastrar hasta mis pies, para proporcionarme agarre al caminar. Saboreo el silencio, interrumpido solo por el romper de las tranquilas olas, y por algunas aves que pían mientras vuelan. Me embeleso, como siempre, con el espectáculo de luces entre sol y mar. Y con un luminoso y decorado, por retazos de nubes, cielo. Cerrando los ojos, me dejo acariciar por la brisa y los largos brazos del astro rey, soñando por un eterno instante, con estar a bordo del lejano buque que se recorta en el horizonte, mientras me acunan las amigables olas. Sigo mi camino mientras observo a adorables parejas de venerables turistas, que con una mirada ilusionada, parecen disfrutar como niños de este hermoso momento. Como disfrutan canes y dueños, correteando aquí y allá, mientras un solitario pescador, parece tender invisibles hilos, a modo de puentes, hacia la tierra de "Nunca Jamás". Compruebo con total certeza de que pasta están hechos algunos, cuando impertérrito a miradas y helor, un osado bañista se sumerge en las aguas para darse un chapuzón.Inmerso en mi modesta aventura continúo pegado a la orilla, a pesar de que la mar me avisa de que reclama su reino, rompiendo cada vez mas cerca de mis pies las olas, como queriendo empujarme tierra adentro. Me empecino jugueteando y contando, al mas puro estilo "Papillón", pasando a la de cuatro, para evitarme el remojón. Llega el momento de plegarme a sus deseos, y aceptando con buen talante mi derrota, sigo las huellas de mis predecesores nativos, que me señalan por donde superar el paso. También toca someterse a su poder en varios puntos, donde es necesario caminar por encima de las escolleras, ya que es la única via factible puesto que no puedo caminar sobre las aguas. Los rompeolas ceden su turno a la arena, donde ahora las piedras se tornan de alfombra algas, que aunque mas modesto, también regalan agarre. Esta parte del litoral la rige Mont-roig del Camp, que a pesar de tener su urbano núcleo algo alejado hacia el interior, reclama su preciada parte de sol y mar. Boquiabierto ante la fuerza del agua, admiro extasiado como ha arrastrado varios búnqueres hacia sus dominios, como ocurre con torrentes y rieras cuando se llevan todo a su paso. Una nueva escollera me pone a prueba, tal vez es la mas complicada de pasar, pero con tiento y buen tino sigo adelante sin prisa pero sin pausa, hasta llegar a Cambrils. He cumplido mi objetivo con creces, y me solazo y sumerjo en el agradable bullicio de sus calles. Sus gentes pasean, charlan en las esquinas, o disfrutan del suve sol invernal en las animadas terrazas. Disparo con frenesí pero con acierto las últimas fotos ante mis objetivos de interés, para tras pasear por el Parc del Pinaret, me detengo un par de horas a la espera del tren, que deben descontarse del tiempo empleado en la ruta, recuperando fuerzas con hidratación y nutrición. Arrebujado en el asiento del tren, me siento orgulloso de haber unido caminando el litoral desde L'Ampolla hasta Lloret de Mar, y me asalta el deseo de gritarlo a los cuatro vientos, aunque me abstengo para no armar alboroto y me concentro en visualizar mis próximos objetivos, unir los tramos dispersos de la pata norte. Gratiicado por mis pensamientos, caigo en la cuenta de que apenas he pagado hoy el tributo debido y cerrando los ojos, doy gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Waypoints
Comments (2)
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Ruta molt amena
Agradable passejada a prop del mar