Lanjarón y sus acequias: Senderos de las del Aceituno, Nueva y Mezquerina, vereda del cañuelo, GR 7 y Pr-A 34

Ruta organizada por el club la Pandera y en la que todos los integrantes tuvimos la fortuna de disfrutar en un día espléndido de una de las rutas otoñales que, cogida en su mejor momento, como fue el caso, hace las delicias de los amantes del senderismo contemplativo, repleto de rincones de esos, en los que no podemos reprimir hacer una parada para vivirlos, y para los que nos gusta reflejar nuestro caminar en fotos, es un no parar de darle al disparador. En definitiva una de esas rutas que, como dijo un compañero mientras la hacíamos, “lo peor es que se tiene que acabar”.
Toda ella discurre por veredas y algún corto tramo de pista, y ojo, HAY ZONAS DE RIESGO que ahora comentaremos.
Se inicia en el mismo pueblo, en el sendero Cerecillo-Mezquerina, coincidiendo con el de la acequia Aceituno-Cecarta , con subidas intermitentes de cierta entidad, muchas de ellas con zonas en zig-zag para salvar el desnivel, con pequeñas planicies en alto que nos permiten levantar la vista y deleitarnos con lo que se presenta a nuestros ojos, aunque, como ya he indicado antes, el peso de la belleza de esta ruta son más los rincones que el sendero nos ofrece a su paso que las vistas a las que vamos accediendo gracias a nuestros esfuerzo. Este ascenso progresivo termina al alcanzar la acequia Nueva, donde podemos andarla incluso dentro del cauce pues ese día el agua se había desviado hacia otras acequias. Gracias a ello podemos eludir varios PUNTOS DE RIESGO donde el poyete que discurre junto al cauce de la acequia tiene alrededor de un par de cuartas de ancho, con firme irregular junto a barrancos que para quien tenga vértigo mejor no intentar la experiencia. Aquí el despiste no está permitido.
Desde aquí, y tras pasar por un precioso rincón junto a una aliseda, tomamos el sendero que asciende al punto más alto de la ruta, la casa forestal de Tello, uno de esos rincones que te atrapan y donde una secoya preside majestuosamente uno de los laterales del refugio.
A partir de este momento se inicia la segunda parte de la ruta, bajada progresiva en busca de la acequia Mezquerina y tras vadear el rio por un bonito puente.
Si el camino recorrido ya nos ha dejado marcados por su belleza, el que iniciamos a continuamos supera lo visto hasta ahora. Los paisajes otoñales, presididos por los castaños, mezclados con el reflejo del agua de la acequia y la calidez del sol vespertino crea una luz extraordinariamente bella que nos deja apabullados. Un espectáculo de claridad y color otoñal.
La vereda del Cañuelo, Gr 7 y el PR-A 34, estos dos últimos con preciosos senderos empedrados a los que en ese momento no se le da el autentico valor que tienen después de lo que nuestra retinas llevan almacenadas de las 5 horas anteriores, pero que, salvo algún tramo en asfalto, son una muy digna terminación a esta magnífica ruta.