La Peñota desde Cercedilla, bajando por el Cerro del Mostajo

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Reseña de la ruta en Adventoorer: La Peñota desde Cercedilla, bajando por el Cerro del Mostajo.

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Vuelvo de nuevo a Cercedilla, por tercera vez en las últimas semanas. Esta vez voy a subir la Peñota y a bajar por el Cerro del Mostajo.

Quiero aparcar en el pequeño estacionamiento que hay pasada la estación, pero está lleno, así que atravieso el túnel y callejeo un poco por las calles hasta encontrar un sitio en cualquier parte.

Subo de nuevo al Collado de los Amigos, pero esta vez giro a la izquierda para adentrarme en el pinar que tapiza la ladera de la montaña. Sigo un senderito algo difuso, que luego se va haciendo más amplio.

Voy tranquilamente pensando en mis cosas, es decir, no pensando absolutamente en nada, cuando me sorprenden un par de perros que vienen acercándose. Últimamente estoy un poco sensible con el tema perruno, pero veo que son pequeñajos y dejo de temblar. Me da la sensación de que son perros de esos de caza, aunque las razas caninas no se me da demasiado bien.

Pero parece que acierto, porque detrás de ellos viene un cazador con un escopetón. Yo voy para arriba y ellos van llaneando, así que nos cruzamos y le pregunto si es que hay batida de caza o algo así. La hay. Vaya por Dios. Jueves y domingos, me dice. De diez a doce.

Pues estamos apañados. ¿Hay problema por estar aquí? Me dice que no, que no pasa nada. A pesar de que me tranquiliza un poco, acelero el paso para salir cuanto antes del bosque.

No tardo demasiado en salir a campo más abierto. Espero que aquí se me vea mejor. Nunca se sabe lo miopes que son los cazadores.

Me voy acercando a la zona del Pino de San Roque cuando se empiezan a escuchar tiros. Se oyen bastante lejos y por zonas más bajas. Estupendo. Imagino que se quedarán por ahí y no subirán tan arriba.

Me acerco al pino, enorme, majestuoso, en pleno apogeo de los disparos. Por si acaso, aunque se nota que están mucho más abajo, sigo adelante sin pausa.

Entro en la Pista Forestal de la Calle Alta y la abandono enseguida para seguir por un sendero empinado. La Peñota se ve un poco más arriba, y tras unos cuantos sudores, llego a la zona cimera.

Me acerco primero a la Peñota Este, cuya cima está en un enorme peñasco al que se sube fácilmente. Luego sigo camino adelante hacia la Peñota. En el corto camino entre una y otra, piso la que debe de ser la única placa de hielo de toda la montaña, bien escondida a la sombra entre unas piedras, y me doy un costalazo que hace que me resuenen todos los huesos del cuerpo. Afortunadamente no me rompo nada, y lo que es más importante, nadie me ha visto, lo que agradezco enormemente.

Al llegar a la cima se siguen oyendo disparos, y por la zona por la que quiero bajar. Bueno, van a dar las doce, así que espero tranquilamente, comiendo.

Dan las doce, y luego las doce y media, y los disparos siguen sonando. Aquí se está de lujo, y la Peñota es un mirador fabuloso de toda Guadarrama, pero tengo ganas de bajar ya. Me parece raro que sigan disparando, porque creo que todo esto está muy regulado, pero el caso es que no paran.

Ahí estoy, disfrutando de las vistas, y empiezo a pensar que tal vez el cazador no me dijo de diez a doce, sino de diez a dos. Mmmmm... Tiene más sentido. Dos horas poco tiempo es para ir a cazar.

Decido que sí, que dijo que acababan a las dos y no me enteré bien. Bueno, pues voy a ir bajando hasta el Cerro del Mostajo y a ver qué pasa.

La primera parte de la bajada es algo caótica, y luego el camino se sigue mejor. Aprovecho para subir a la Peñota Oeste y completar el trío, y un rato antes de las dos llego al Cerro del Mostajo.

Allí, más abajo, se ve la pista por la que volveré a Cercedilla, pero sigo oyendo disparos y muchos ladridos de perros. Me espero a la sombra de unas ruinas que hay por allí, y efectivamente, en cuanto dan las dos, los ruidos paran.

Se acabó la batida y se acabaron los perros, y me lanzo hacia abajo buscando un sendero que no encuentro, a través de un montón de arbustos y alguna vaca.

Se avanza bien, no es muy molesto, pero se ve que esta bajada no está muy demandada, porque la poca senda que hay apenas se sigue a ratos y se pierde enseguida. Veo hitos marcando la bajada, pero poco más.

Da igual, la dirección a seguir es evidente, y acabo llegando a la pista. Tras unas cuantas curvas y un tiempo que me parece una eternidad, vuelvo a Cercedilla.

Aparte del tiempo perdido esperando a que acabara la batida, lo peor de la ruta es el descenso desde el Cerro del Mostajo a la pista, que está comido por la vegetación. Es evitable si se baja por el mismo camino de subida, aunque siempre es más entretenido hacer una ruta circular.

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