La Muela desde El portús (Cartagena)

Hace poco tuve el "honor" de que alguien me quisiera corregir, por primera vez, la dificultad de una ruta. Donde yo veía dificultad técnica 0, él sostenía que era difícil. Bueno, los dos teníamos razón... a nuestra manera. Mantengo que la dificultad era nula, pero es cierto que el kilometraje y alguna buena rampa la hacían durilla. ¿Igual casi que procedería una doble valoración en WIKILOC: Dificultad técnica/dificultad física? No sé.

Todo esto viene a cuento de que la ruta que me ocupa hoy, y a la que me invitó amablemente mi amigo GABI LONDO (el cual quería pulirla, después de realizarla antes un par de veces), da juego para la polémica mencionada, y mejor que queden advertidos los dummies del senderismo que estén interesados en hacerla. Habituales de la fabulosa costa cartagenera y/o senderistas recios pueden partirse la caja de risa: no problemo. Yo, como no puedo aportar sapiencia de la buena en WIKILOC, hago por aportar información de dummy a dummy.

El día avisaba nublado y con probabilidad baja de lluvia, y la misma hizo su aparición intermitentemente, poniendo dificultad extra a una ruta ya de por sí no facilona.

Cochecico en El portús y caminata lenta y empinada hasta el vértice geodésico de La muela, pasando por la ermita del lugar. Una umbría que en verano debe ser muy agradecida y que en un día como éste casi hacía pensar en Asturias o algo así. Una serie de pinos arrancados de raíz, no parece que hace mucho (!), entorpecen estratégicamente el sendero (!!) haciendo muy accidentado un tramo que no tendría ninguna dificultad de por sí. Llegada a La muela en medio de nubes bajas que hacen imposible disfrutar de las preciosas vistas costeras. A partir de aquí hay otras opciones chulas interiores, pero la que hoy quiere rematar Gabi nos lleva hacia la costa. Bajamos una escalera metálica, corta pero empinada (¡Y HÚMEDA EN UN DÍA ASÍ, CUIDADÍN!), que servirá de aperitivo para lo que está por venir. Llegada a la costa acantilada, ya con buena visibilidad y orgía para la vista hacia El bolete, con Cabo Tiñoso enfrente. Nos topamos con el GR-92 y, antes de tomarlo a izquierda, en dirección a El portús, subimos a la conocida como Casa del comandante, o del coronel. Estas construcciones -realmente son dos- son un puesto grafométrico y la pequeña vivienda donde descansarían los militares encargados del puesto. En artillería, los puestos grafométricos son puntos elevados desde donde se calculan ángulos de tiro para ayudar al telémetro principal de cañones de largo alcance. En este caso, y junto con varios otros puestos cercanos, daba servicio, obviamente, a los gigantescos cañones vickers de Castillitos, en Cabo Tiñoso. En el puesto se pueden ver aún las conducciones vacías por las que se extendía el cable que comunicaba con la base principal (en este puesto concreto, el cable bajaba por el acantilado y cruzaba la bahía hacia Castillitos por debajo del agua). Como curiosidad, decir que ninguno de los puestos estaba aún dotado del cableado cuando comenzó la guerra civil, pero eso no fue óbice para que el alcance inexacto de 30 kilómetros largos de la batería mantuviera a raya a la armada nacional cuando se acercaba por aguas cartageneras.

Después de cobijarnos un rato de la lluvia en las construcciones (genial el trabajo que ha hecho un grupo de gente, medio habilitando como refugio la muy dejada caseta; muchísimas gracias) y disfrutar de la vista del mar y los acantilados vecinos, retomamos el GR para volver al coche. Y aquí viene una pequeña digresión -o no tan pequeña- ; el GR-92 recorre la costa murciana de punta a punta, y quizás el tramo cartagenero sea el más bonito, por agreste y pegado al mar, pero, precisamente por apurar el ceñirse a la costa a toda costa ¡TOMA REDUNDANCIA!, se hace bastante jodidillo en algunos puntos. Toca arrastar el culo o trepar a cuatro patas. Y si pilla la roca mojada, como fue el caso, no te digo nada. Y no te digo nada tampoco si, a menudo, hay posible caída chunga...pero chunga, a un lado sin fondo, ¡GABI, DÓNDE ME METISTE, QUE SABES QUE NO ME GUSTAN LAS TREPADAS NI LOS VACÍOS. SI HASTA A ROBIN, TU SÚPERPERRA, LE COSTABA ! Bueno, pues ahí lo dejo, que tenía que decirlo. Tras esta segunda mitad dificultosa, el sol fue secando poco a poco la roca y se fue suavizando la pendiente hasta llegar de nuevo al Portús, y fin de la aventura.

El tiempo del recorrido lo dice todo, aunque hiciéramos un par de paradas de tentempié y de cobijarnos. Por dios, échate tu mejor calzado, y en verano (¡que tiene que tener bemoles hacerla en verano!) que no te falte agua y protección para la cabezota y la piel.

Lo siento si he herido alguna sensibilidad (andarines expertos), pero es bueno que lo tengan en cuenta los walking dummies. Fotos de GABI y de servidor.

Postdata: Estuve como una semana sin sentir mis cuádriceps.