La Escalera Metafísica. Tres Mil Doscientos Metros, Más cerca de las Estrellas. Santuario de Monserrate. Bogotá. Abril 2024

Para evitar algo inevitable como el Dukkha, que es el único fantasma real y tangible que conozco y que me presentaron los budistas, voy a intentar agarrarme un poco de la metafísica del peligroso desear y así evitar que este fantasma, que en este hemisferio mal llamamos << sufrimiento >> venga aquí a aguarme la fiesta. Paradójicamente, el deseo es el manjar que mantiene vivo y fuerte a este ser que de mitológico no tiene nada y entonces a pesar de todo ello, le pondré una trampa y desearé.

Deseo y anhelo que pueda ascender a Monserrate con mi sobrina, sin importar la lluvia, el frío, la hora o el motivo y así tal cual fue. Ella haría orgullosa a mi madre quien con todas sus fuerzas y más, la abrigaba con todo el amor posible del mundo y dicho sentimiento también brillaba en su reciprocidad; por supuesto también a mí, me hace orgulloso, pues en cada escalón imprimía el esfuerzo de estar viva, bella y feliz, sin que la queja por lo que podría impedir el ascenso, dé un mínimo indicio de aparecer.

Dejó para el recuerdo, preciosas fotografías de aves, flores y paisajes, evocando el arte de su abuelita o Palita, como ella de cariño le decía a mi mamá, quien seguro estará feliz, viéndola desde donde está y así, luego de ascender a tres mil doscientos metros, más cerca de las estrellas, mis hermanos y mi sobrina Alejandra nos esperaban en la neblinosa cima de la emblemática montaña; el santuario de Monserrate y un bello domingo de risas, recuerdos y compartir, se dibujó al tiempo con la lluvia, las vistas y el té de coca.

Dukkha no asomó en lo más mínimo pues irónicamente se espantó con el simple desear, sin miedo alguno a que todo no se diese como yo quería, y luego el empeño en el obrar sin más, sin tanto pensar, para que fuese un hecho, poder disfrutar del camino escalonado en la más preciada compañía familiar. El anhelo de tornar un día cualquiera, en uno sin igual.

Como epílogo el terror infantil, del vacío del teleférico, pero fue un precio que estuve dispuesto y feliz de pagar.