KACHEMAK BAY STATE PARK & WILDERNESS - POBLACIÓN RUSA ULTRAORTODOXA DE KACHEMAK - HOMER - ALASKA

Marcha realizada el martes 21 de julio de 2015
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Desde Homer hemos cogido la carretera “Skyline” que va hasta Kachemak. Llegados a un punto, y aunque están en obras, como en tantas otras partes de Alaska, el asfalto se termina y a partir de aquí sólo nos encontramos millas y millas de pistas de tierra, que sin embargo están transitadas como si de asfalto se tratara. Aunque las guías de viaje lo desaconsejan (según ellas por la hostilidad de la gente que aquí vive), sin embargo no hemos hecho el menor caso y nos dirigimos a una de las zonas más aisladas e inmersas y ancladas en un lejano pasado de toda esta inmensa bahía. Se trata de una comunidad ultraortodoxa, compuesta fundamentalmente por descendientes de los antiguos pobladores rusos, cuyo aspecto e indumentaria ya nos impacta visualmente. Por la forma de vestir y de comportarse, tanto los hombres como las mujeres, parecen la versión rusa de los “amish”, que en tantas películas nos han divertido. La verdad es que nosotros, hasta que hemos dado con el sitio al que queríamos llegar, hemos estado un rato perdidos, y ni el gps del coche era capaz de ubicarnos. En ese tiempo nos hemos cruzado con alguno de estos habitantes, y aunque no parecen muy sociables ni abiertos a nada que proceda del mundo exterior, sin embargo no por ello nos han parecido agresivos; aunque a lo mejor tampoco les hayamos dado oportunidad para ello. Finalmente logramos llegar hasta el cementerio de dicha comunidad, y es que si se ponen las cosas mal hemos pensado “demonios, qué mejor sitio”. Aquí nos encontramos en el pequeño espacio que hay para aparcar, en una pendiente de tierra bastante pronunciada, unos remolques de transporte para caballos, y es que un anciano matrimonio de habitantes de Homer (estos normales), que paseaban al perro, nos han dicho que por esta zona se brinda la posibilidad de hacer recorridos a caballo (a lo mejor por aquello de que haya que salir corriendo). Nuestro grupo formado por ocho amigos, no está dispuesto a achantarse ante nada ni nadie, y más después de haber vivido tantas aventuras juntos. De ahí que echamos pie a tierra y a caminar en dirección a la playa de dicha bahía de Kachemak. El primer tramo de medio kilómetro, transcurre con rumbo sur y fuerte bajada hasta el mismo borde de la playa. Este tramo se resuelve haciendo dos o tres zetas bastante pronunciadas, hasta que se llega a dicha playa. Podemos ver que la marea está bajando de forma notable y que las frías aguas se han retirado varios kilómetros. Pero lo que más impresiona, es la cadena montañosa que tenemos justo enfrente de nosotros, con bastante nieve aún, y en la que destaca el glaciar Greenwich sobre otros tres o cuatro. En la playa hay huellas de caballo y rodadas de todoterreno, y es que como podemos comprobar kilómetro y medio más adelante, aún se encuentra casi al borde de la bahía otra población, también rusa y aún más pequeña que las anteriores, en la que destaca un letrero “keep out”, que deja muy a las claras que para nada somos bienvenidos. Evitamos esta zona, para continuar otro kilómetro y medio más por el borde de dicha bahía de Kachemak, con la oportunidad de ver un par de parejas de águilas calvas o de cabeza blanca americanas, que nos deleitan con sus estridentes sonidos y espectaculares vuelos. Tienen nidos y aunque ellas se han acercado bastante, posando incluso para las fotografías, sin embargo no queremos molestar a los pollos, que ya grandes se pueden observar en ambos nidos. Finalmente llegamos hasta el borde de un río, que baja algo más crecido y nos obligaría a vadearlo mojándonos, cosa que como no nos atrae; decidimos reponer las fuerzas junto al cantarín curso de agua. Mientras comemos, y ya de vuelta, regresa el grupo de jinetes que nos llevaba cierta ventaja, así como un par de pescadores en su pickup. El camino de vuelta se realiza exactamente por el mismo recorrido que en la ida, sin que al final se haya producido ningún incidente reseñable, y por consiguiente hayamos tenido que usar el cementerio, al que llegamos tres horas después, recuperando el coche y volviendo a Homer.