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J.E. 5: San Román - Santa María - Cerroyera - Torre en Camer...

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Trail stats

Distance
12.5 mi
Elevation gain
2,392 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
2,392 ft
Max elevation
4,628 ft
TrailRank 
29
Min elevation
4,628 ft
Trail type
Loop
Time
5 hours 24 minutes
Coordinates
3661
Uploaded
March 29, 2022
Recorded
September 2020
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near San Román de Cameros, La Rioja (España)

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Itinerary description

RECORRIDO 5 DEL LIBRO "CRÓNICAS CIERTAS E INCIERTAS DEL CAMERO VIEJO"
AUTOR: JESÚS MARÍA ESCARZA SOMOVILLA

00:00. SAN ROMAN DE CAMEROS. (852 METROS).
Situados frente a la escalinata de entrada a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, tomamos hacia la izquierda, bordeamos la iglesia y por una calle encementada
salimos a una carreterita asfaltada que llega al cementerio.

00:05. CEMENTERIO Y FUENTE.
En este punto giramos a la izquierda y cogemos una pista de tierra que remonta el barranco. El primer objetivo de la jornada, la aldea de Santa María, ya lo tenemos a la vista.
Y el segundo, Cerroyera, aparece pocos cientos de metros después, allá arriba, en la cabecera del valle, inconfundible por las antenas que coronan la cima.

00:15. BALSA DE AGUA.
Se trata de una presa artificial que sirve para almacenar agua de riego. A esta altura del barranco, podemos observar que la ladera que tenemos a nuestra izquierda
se va cubriendo de un bosque denso de robles, pinos y hayas. Por contra, la ladera por la que caminamos, es un terreno pobre, erosionado, invadido por vegetación rastrera.
Llegamos a una bifurcación de pistas, pero desechamos ambos ramales para bajar al arroyo. Si hubiéramos cogido la pista que asciende a la derecha, iríamos hacia Montalbo de Cameros.

00:30. JUNTA LOS RIOS. (880 metros).
Aquí se unen 3 arroyos. Según caminamos, el que viene por la derecha se llama Val de Murcia; el que baja por el centro le dicen Antoria, y el que llega por la izquierda, Hayedo.
A partir de este punto se le conoce como río Santa María. Vadeamos el Val de Murcia (junto al puente viejo en ruinas), luego el Antoria, e iniciamos el ascenso por la ladera
en que se asienta el pueblo.

00:45. SANTA MARÍA EN CAMEROS. (1006 metros).
En la plaza resiste todavía el viejo frontón, y la iglesia de la Asunción es un notable edificio con dos naves, coro y sacristía. La torre, con los pináculos y las cuencas vacías
en donde estuvieron antaño las campanas, semeja ahora desde la distancia un enorme búho vigilante, celoso del sosiego eterno de tanto olvido.
La mayor parte de las casas están arruinadas y por las puertas reventadas escapan sus entrañas.

Santa María, como muchos otros pueblos del Camero Viejo, fue incluido en el Señorío de Cameros, allá por el 1366, y perteneció durante siglos a los Ramírez de Arellano.
Vivieron mucho tiempo de la ganadería, especialmente de las ovejas, de lo que buenamente daba la tierra y una pequeña industria textil que trabajaba para los telares de Soto.

Salimos por la parte alta del pueblo, por donde estaban las eras, siguiendo la loma que nos lleva a la dehesa.

01:00. DEHESA DE SANTA MARIA.
Alcanzamos el pretil de piedras que delimita la dehesa y entramos en ella. A la izquierda, la repoblación de pinos baja hasta el barranco del Hayedo.
Con el muro de piedras a nuestra vera, vamos subiendo plácidamente, maravillados entre ejemplares magníficos de robles que permiten cobijo y pasto al ganado en la época estival.
La dehesa es un ecosistema privilegiado, reliquia de los extensos bosques que cubrían las tierras del Camero Viejo. Bosques esquilmados primero para obtener madera
con la que construir las naves de la armada española, después para ganar pastos con los que alimentar los ingentes rebaños de ovejas que pastaban por estos pagos,
y por último para roturar tierras y aumentar los cultivos tras el hundimiento de la economía basada en la lana.

01:20. RELLANO HERBOSO.
En este punto tomamos una senda evidente que se mete decidida en la espesura. Los robles, acebos, enebros y espinos no nos impiden el paso, aunque en algún momento lo parece.
El pretil de piedras, a nuestra izquierda, es la mejor referencia en caso de duda.

01:30. LIMITE SUPERIOR DE LA DEHESA.
Desde aquí vemos ya cercana la cumbre de Cerroyera, pero todavía queda un buen trecho. Salimos de la dehesa y seguimos ascendiendo por el lomo del serrón. El terreno abierto, con vegetación dispersa y multitud de sendas de ganado, nos permite ir eligiendo sin problemas nuestro camino. Alcanzamos un cerro que culmina este serrón y descendemos para tomar una pista.

02:05. PISTA. (1250 metros).
Caminando por esta pista, la panorámica hacia la derecha aparece dominada por la descarnadura blanca de una cantera de yeso de Viguera. Más abajo, el valle del Iregua desciende hacia Logroño. Como telón de fondo, la sierra de Cantabria.

02:15. RELLANO.
Aquí la pista describe una curva hacia la izquierda para seguir faldeando Cerroyera. La abandonamos y, por la derecha, tomamos una sendereja que nos permite atacar el tramo final, entre canchales de piedra menuda y enebros.

02:30. CERROYERA. (1406 metros).
Si podemos obviar (cosa más bien difícil) el abanico de postes, antenas y casetas que coronan la cumbre, la panorámica en todas las direcciones es magnífica, amplísima,
muy similar a la que nos ofrece la cima de Peña Saida.

Mirando hacia el Sureste, en el lomo de un serrón que baja desde Cerroyera al Leza, vemos la iglesia y un pabellón ganadero de Torre en Cameros. Descendemos siguiendo esa dirección.

02:40. COLLADO Y PISTA.
Tras atravesar la pista, y sin seguir un camino definido, ascendemos hasta coronar un pequeño cerro.

02:50. CERRO Y ALAMBRADA.
Aunque no hay portilla, la alambrada se cruza sin problemas. La siguiente referencia son unas majadas en donde podemos ver varios corrales.

03:00. CORRAL Y REDIL METALICO. (1280 metros).
Estamos en una zona de pastos de altura, en la divisoria de aguas entre el Iregua y el Leza. Este redil sirve para cerrar y cargar el ganado. A partir de aquí descendemos por el serrón que separa los barrancos del Hayedo (a la izquierda) y Berunda (a la derecha).

Desde este corral sale una pista en descenso y, como el terreno lo permite, podemos evitarla durante algún trecho cortándola por sendas de animales.
Más abajo, la pista por la que descendemos se bifurca. Es mejor coger el ramal que, hacia la derecha, baja hasta la carretera que viene de Muro.
Una vez en ella, seguimos hacia la izquierda para llegar poco después al pueblo.

03:40. TORRE EN CAMEROS. (1167 metros).
Presidiendo el caserío, la iglesia de San Martín. Ya no cumple la misión para la que fue construida, porque actualmente la utilizan como pajar,
pero ello no impide apreciar una obra de buena factura, amplia y con airosa torre. San Martín es uno de los santos que más ermitas e iglesias tiene encomendadas en Cameros. Buen número de casas se mantienen en pie, unas arregladas y otras no. El abandono ha arruinado las demás, pero en un último estertor se han liberado del revoque
que tanto las afea y nos muestran la hermosa desnudez de la piedra, el adobe y la madera con que fueron construidas.

En 1833, cuando se creó la provincia de Logroño, vivían en Torre 280 personas. Las tierras las dedicaban, además de a cereal, a pastos para alimentar una importante cabaña ganadera. Parte de ella trashumaba todos los años a tierras extremeñas. Aunque no quedan ya vecinos que vivan de quieto aquí, Torre sigue manteniendo el ayuntamiento.
Como recuerdo de su tradición ganadera, podemos ver gran cantidad de vacas ramoneando por el entorno de este hermoso pueblo.

Desde la fuente abrevadero, junto a la iglesia, seguimos abajo y tomamos una trocha marcada con las señales del G.R. 93 (blanca y roja).

03:45. ERMITA DEL BUEN SUCESO.
Mientras que la ermita ha sido remozada, la vieja fuente adosada a su lado izquierdo languidece rezumando agua entre sus gastadas piedras.
El camino gana altura hasta alcanzar un colladito, desde el que se nos ofrece una espléndida panorámica de Torre. Con leves subibajas, llegamos al límite de la dehesa.

04:15. DEHESA DE SAN ROMAN. (1120 metros).
Por la portilla entramos en esta bellísima dehesa, en donde crecen robles de porte notable. Aquí abandonamos la breve compañía del G.R. 93 y, hacia la izquierda,
remontamos en diagonal hasta alcanzar el pretil de piedras que delimita la dehesa por ese lado. Junto al murete discurre una senda que desciende paralela.
Al rato, el pretil se aleja y pierde altura hacia la izquierda. No importa, debemos seguir a lomos del serrón que divide aguas entre los dos barrancos.

04:30. CHOZA DE PIEDRA.
Por su tamaño, se trata de una construcción inusual para uso pastoril. Tiene casi cuatro metros de altura, veinticuatro pasos de perímetro, puerta estrecha orientada al sur, y tres ventanos.

04:45. FIN DE LA DEHESA.
Salimos a terreno abierto. Abajo, a tiro de piedra, divisamos San Román. Poco después llegamos a un rellano herboso, en donde un círculo de piedras marca el lugar de aterrizaje
para helicópteros. Unos metros más abajo, otro rellano. Y aquí nos vencemos hacia la izquierda para descender hasta el río Santa María. Si bajamos atentos en este tramo,
podremos apreciar cómo desde el arroyo una trocha sube hacia el pueblo. Buscamos este punto.

05:05. VADO RIO SANTA MARIA.
Cruzamos las aguas de este arroyo que tiene su nacimiento en las faldas de Cerroyera y que ahora entrega su caudal al Leza aquí, en San Román.

La trocha nos lleva poco después a una portilla metálica que nos permite acceder a una calle encementada que, en descenso, llega a la plaza, junto al frontón.

05:15. SAN ROMAN DE CAMEROS. (852 metros).
No encontraremos en todo el Camero Viejo un pueblo más adecentado y más conforme con el aspecto que ofrecen sus calles, casas y plazas, que San Román.
Y ello se agradece sobremanera al pasear y deleitarse en cada rincón, y le hace a uno preguntarse por qué ha sido aquí una cuestión tan natural y en otros lugares resulta imposible el consenso.

Sin llegar a los más de 700 habitantes que albergaba San Román a comienzos del siglo XX, lo cierto es que mantiene una población digna, que vive en esencia de la ganadería,
la construcción y el aprovechamiento que sacan de Monte Real.

Los hermanos Agreda regalaron a su pueblo las escuelas, que acogieron, en su época de mayor esplendor, a más de 100 niños. Y el pueblo, agradecido, les ha dedicado plaza y monumento. La inquietud pedagógica siempre ha sido una constante en la historia de los Cameros.

San Román guarda, celosamente, el archivo del muy noble, antiguo e ilustre solar, señorío y villa de Valdeosera. Hasta hace unos años, este archivo estaba en la misma aldea,
ya despoblada, de Valdeosera.

San Román se levanta justo en la confluencia del arroyo Santa María con el Leza. Aquí, el cauce del principal río del Camero Viejo tiene una anchura enorme y es tan pedregoso que, buena parte del año, el agua baja filtrada y apenas aguantan unas pozas.

Como todos los pueblos del valle, San Román también tiene su dehesa. Un hermoso robledal que se extiende en la margen izquierda del Leza, en las laderas que caen de la parte de Torre.

En la actualidad pertenecen al ayuntamiento las siguientes aldeas: Velilla, Valdeosera, Vadillos, Avellaneda, Santa María y Montalbo. Pero solo Vadillos mantiene vecinos de quieto.
De otras dos aldeas, Mirón y La Aldihuela, hace siglos que ya no queda nada, ni en la memoria de las gentes.
La iglesia parroquial de la Asunción, desde su privilegiada atalaya, protege el caserío de este pueblo camerano, hermoso como pocos.

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RELATO LITERARIO
"El tío Sebas ladea la cabeza"

Cuando el tío Sebas se detiene, ladea la cabeza, la rodilla artrítica ligeramente flexionada, y su naricilla moquilona husmea el aire como buscando la presa.
En ese momento el tío Sebas ofrece una muestra perfecta y ni el mejor perdiguero de Burgos le iguala. Si la supuesta perdiz alza el vuelo, el tío Sebas ríe con su risa desdentada, chasca la lengua y azuza a la perra: "anda a por ella, Dina".

La perra le mira con sus ojos bondadosos y cansados, menea el muñón inquieto del rabo, pero no comprende. Ella no ve ninguna perdiz, ni lo que pisa son los rastrojos amarillos
tras la cosecha, y tampoco ventea el olor ácido y excitante de la pólvora que impregna el aire los días de caza.
Entonces el tío Sebas se rasca la boina, una boina deforme y grasienta que no se quita siquiera para dormir. La última vez que lo hizo, de eso han pasado ya varios años,
agarró una pulmonía que a poco le cuesta la vida.

Por esa misma razón, la gruesa camisa de franela la lleva abotonada hasta el cuello, y la chaqueta y el pantalón de pana negra son su atuendo cotidiano incluso cuando la canícula amenaza con agostar los arroyos más umbríos de la dehesa.
El tío Sebas pasó muchos fríos pastoreando ovejas por Cameros y se juró que no habría de ocurrirle como a su paisano Nemesio, que andaba en mangas de camisa aunque cayeran chuzos de punta. Pero una gélida mañana de Enero le encontraron tieso como un palo en el camino que sube de San Román a Montalbo.

Pese a que nadie ya en el pueblo las utiliza, el tío Sebas sigue calzando abarcas que él mismo fabrica con cuero, cuerdas y un trozo de neumático. Los hijos le incordian para que se ponga siquiera unas alpargatas, pero no hay manera.
El recuerdo de la boda de su sobrino Abilio es como un suplicio que le produce todavía punzadas lacerantes en los juanetes. "Los zapatos son cosa de señoritos", determinó,
y desde entonces dormitan, inútiles, en el fondo del baúl.

El tío Sebas saca de la chaqueta un moquero y se suena con estrépito. El pañuelo, bordado primorosamente con arabescos y con las iniciales S y A en una esquina,
fue en tiempos de color blanco, ahora es de un tono café claro.
Antes de guardarlo, el tío Sebas repara en el moquero y le viene a la memoria el recuerdo de la Angelita, un medio amor que tuvo hace cosa de cuarenta años. Aquella relación no pasó a mayores porque entonces el tío Sebas anteponía las ovejas a todo lo demás.

Si se para a pensarlo, el tío Sebas no está seguro de si hizo bien o no. De la Angelita le queda el pañuelo y de su mujer, la Casilda, un regusto amargo del que no consigue librarse porque, tras siete lustros de vida en común, se le fue con un tratante de ganado.

A raíz de la espantada de la Casilda, el tío Sebas vendió las ovejas y se propuso vivir libre como los pájaros, sin ninguna atadura ni obligación.
El huerto que tiene cerca de Velilla lo cuida con mimo, pero disfruta igualmente paseando hasta Jalón con la perra, jugando una partida de dominó con los habituales de la taberna,
o si las musas están de su parte, hilvanando versos.

Desde entonces el tío Sebas vive solo, se niega en redondo a dejar San Román y bajar a la capital a casa de los hijos. Les dice que qué demonios se le ha perdido a él en la ciudad, si no sabe distinguir siquiera el rojo y el verde de los semáforos.

El tío Sebas, cuando suben los hijos a verle, les asegura que se encuentra bien y disimula para que no se note que renquea al caminar. Incluso hace cosas que no debiera con tal de que le vean valiente.
Pero las articulaciones le duelen, especialmente la rodilla derecha, y se ve obligado a utilizar, cuando no están los hijos, una cachava que le hizo Jenaro con madera de fresno joven.

El tío Sebas, los días en que más se le quejan los huesos, se da unas friegas con alcohol de romero que él mismo prepara, y entonces, sintiendo el alivio del ungüento, le dice a la perra como disculpándose: "tranquila Dina, ya pasó".

Percibe la mirada preocupada, anhelante, de la perra, esos ojos que comprenden lo que ocurre, y entonces el tio Sebas no puede evitar una punzada de angustia. No tiene miedo a la muerte, lo que le desazona es pensar qué será de la dulce y fiel Dina si es él quien se va antes.

Waypoints

PictographWaypoint Altitude 4,465 ft
Photo ofCerro anterior a Cima

Cerro anterior a Cima

PictographWaypoint Altitude 4,406 ft
Photo ofRedil metálico y prado

Redil metálico y prado

PictographWaypoint Altitude 3,950 ft
Photo ofTorre desde el collado

Torre desde el collado

PictographWaypoint Altitude 3,944 ft
Photo ofTorre en Cameros

Torre en Cameros

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