174. Hoyos del Tozo Puente del Diablo Cueva del Agua
near Hoyos del Tozo, Castilla y León (España)
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Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 37 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 274 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Todos pronosticaban que haría frío. Esa era una predicción facilona; de sentido común. Para eso no hacían falta sofisticadas tecnologías meteorológicas.
También predecían todos que el día sería luminoso por la zona, con un cielo azul cristalino, ya desde primera hora de la mañana. Y les dimos crédito.
Nadie la previó, nadie la esperaba. Pero allí estaba ella y allí se quedó; de principio a fin. Cambiaría radicalmente nuestra experiencia. ¡Y menos mal que llevábamos la ruta pregrabada! De otro modo, nos habríamos descarriado. En el páramo, seguro.
Tendríamos que haber comenzado en Basconcillos del Tozo. Llegamos a las 8:45 h am. Había 8 grados bajo cero (No hace falta gran dosis de fe para creerme). …Y también niebla; (auto)invitada; sin recato por estar fuera de pronóstico.
--“Tiene que levantar. Vamos a darle un poco de tiempo. El sol la desperezará enseguida. Mientras, acerquémonos hasta Hoyos del Tozo y empezamos desde allí”.
Mucho tiempo no le dimos. Hoyos está a 4 km. Cinco minutos. ¡Qué generosidad! (la nuestra). La niebla seguí allí. Sólo que ahora estaba a cien metros sobre el suelo, en lugar de al ras (Hoyos está más bajo que Basconcillos).
--“Empezamos. Ya levantará”. Todo gris: las laderas terrosas, los sólidos peñascos, el techo de todo. Sólo el color de los grajos, vestidos de negro, desentonaba. Croaban (como las ranas) a nuestro paso, jugando al escondite. (Nos) charleaban.
… --“Ya levantará…. Qué precioso será esto enseguida reflejando la luz del sol y recortándose contra el azul del cielo…”.
…’Enseguida’. En un ratillo…. Esperanzas….
Al entrar de vuelta en Hoyos del Tozo 3 h y 10 min más tarde, sonarían las 12 de mediodía en el reloj de su bella iglesia. Bueno, habrían sonado justo en ese momento, de haber tenido reloj; porque lo eran. Lo habíamos clavado: doce.cero.cero.
La niebla seguía allí; dueña del lugar. Un tímido círculo luminoso se difuminaba apenas a través de ella, en lo alto. Tan inane, tan esmirriado que, por supuesto, no era capaz de proyectar nuestras sombras. Y volvía a ocultarse, medroso. (Pongamos que hablo del Sol).
La temperatura, eso sí, había cambiado. Ahora había ‘sólo’ 2 grados bajo cero. Entre -8 y -2 grados habíamos deambulado por esas parameras.
No nos quitamos el gorro ni la bufanda en toda la mañana. Nunca antes nos había pasado. Y, por supuesto, el agua ni tocarla.
Y con esos ingredientes, ¿disfrutamos de la ruta?
LA RUTA
Iniciamos la marcha en el pueblo de Hoyos del Tozo. Desde Hoyos hasta Barrio Panizares, culebreamos e hicimos la ola por el descarnado (allí) valle del Rudrón durante 2 km.
Barrio Panizares también (al igual que Hoyos) se estira y ciñe a lo largo del río, comprimido entre éste y las laderas. Desde Barrio seguiremos por la carretera durante 1 km.
En el km 3,1 dejamos el asfalto por la izquierda y bordeamos una propiedad privada (dejan bien claro su estatus, con señal de ‘Prohibido, Particular’ y cadena en la vía de acceso). Hace mucho tiempo oí que se trataba de una ‘comuna’ (ssshhhsss; ‘leyenda urbana’).
Faldeando un poco, llegamos (km 3,8) al Puente del Diablo, una de las atracciones de la ruta; probablemente más lucida en condiciones de buena visibilidad del entorno (aunque ahora afloraba mejor su espíritu entre la niebla).
A un tiro de piedra está la Cueva del Moro (km 4,2). Se puede llegar por abajo hasta su boca; o bien, por arriba (como hicimos aquí). La primera opción permite una mayor exploración, pero la entrada parecía atestada de follaje (y daba algo de canguelo, para qué ocultarlo).
Ascendimos luego por la Dolina de las Ánimas y llegamos a una diminuta ermita-humilladero (km 4,5). Tras un recorrido por el páramo (casi un km, dulcemente eterno), llegamos al paraje de la Cueva del Agua (km 5,4). Un lugar para detenerse.
Reemprendimos la marcha por el páramo, ya de vuelta, hasta llegar a la carretera de Basconcillos a Barrio Panizares (km 6,9) y luego a la de Basconcillos a Hoyos del Tozo.
Subimos por la ladera del monte para evitar esta carretera (del km 7,1 al 8,2). Tratar de bajar hacia Hoyos más adelante puede complicarse por las fuertes pendientes. No nos queda más remedio que retomar el asfalto (del km 8,2 hasta el final). Está bien así.
En los varios tramos de carretera de la ruta vimos un solo vehículo (era sábado por la mañana).
Posibles Dificultades:
A pesar de la baja demanda física de la ruta (corta y con poco desnivel; relativamente), hay ciertas exigencias técnicas en algunos puntos (sobre todo, bajando a/subiendo de la Cueva del Agua) que requieren precaución. Mi rodilla podría dar cuenta de ello.
Hay tramos en el páramo con dificultades de orientación. Sobre todo, si hay niebla. En algún momento, no supe ni de qué dirección veníamos, ni hacia dónde teníamos que encaminarnos. Menos mal que funcionó el GPS.
DESTACADO
Aparte de varios aspectos de interés permanente en la ruta, algunas circunstancias temporales se unieron para hacer de ésta una travesía ciertamente singular.
(1) La Niebla y el Frío:
La niebla lo invadió todo; todo el tiempo. Y nos impregnó. Su humedad se nos pegó al pelo y el frío lo congeló. Triscaba (en su significado de crujir) aquél al tocarlo.
¿Me lamento de la niebla? Que si todo estaba teñido de monótono gris por su culpa. Que si no se veía nada a más de cincuenta metros. Que si los contrastes y las vistas habrían sido excelentes sin ella, bajo un sol luminoso y contra un cielo azul….
Y las ventajas, ¿qué? Lo que la niebla añadía como extraordinario. Ese ambiente penumbroso y de aislamiento del mundo y del tiempo. Ese no saber dónde están los puntos cardinales ni qué hora es porque la escasa luz no cambia. Sólo con tu aquí y tu ahora.
Eso no tiene precio. Sobre todo, cuando te ocurre en un lugar como aquél… (a eso voy).
(2) El Ambiente Misterioso:
El Puente del Diablo; la Dolina de las Ánimas; la ermita-humilladero (en ruinas) del mismo nombre, con una inscripción críptica cincelada en su frontal; las yermas parameras sin aparente vida: Impactan los lugares y escalofrían sus nombres.
Está, además, la Caverna (o Cueva del Moro), con su enorme boca negra tupida de zarzas; bien podría ser la del infierno. Y después la afilada, rasgada entrada de la Cueva del Agua, una grieta directa al sumidero; con estruendo y reverberación bajo el saliente rocoso.
Sólo faltaban las llamas… (quizá las haya dentro, en las profundidades…); y los gemidos lastimeros y el chirriar de dientes. ¡Ambientación fantástica! Genial combinación de circunstancias meteorológicas, lugares y nombres.
Bueno, al final, el Rudrón sale ‘vivito y coleando’, animoso y juguetón, después de más de 3 km hundido en ese ‘averno’. No debe ser tan espantoso como la imaginación elucubra. ¿O es que el propio Rudrón saldrá ‘endemoniado’?
(3) Lo que Sí se veía: Hoyos del Tozo
Hoyos constituye un bonito enclave de contrastes. Está rodeado de escarpados riscos y laderas cuya pendiente amedrenta (‘¿se vendrán abajo?’). Pero, abajo, el Rudrón surca su apacible vega. No nos pilló de novedad. Era la tercera vez que pasábamos por allí.
Tiene una bella iglesia de estilo románico tardío, con una portada de cuatro arcos. Parecen más, al estar detalladamente labrados con diferentes motivos. Apenas sacamos fotos porque, al volver, había gente allí haciendo preparativos.
La cascada de La Coladera, ahora sin una gran cortina de agua líquida, resplandecía, sin embargo, por su agua sólida; sus incontables docenas de estalactitas. Estaban, además, los grumos cristalinos congelados alrededor de la poza de caída.
(4) Lo que Sí se veía: Las Formaciones Geológicas
El Puente del Diablo está formado por una gran roca ligeramente inclinada, que deja un enorme ojo por debajo. Ese ojo es una ventana por la que se puede ver al fondo el pueblo de Barrio Panizares (cuando no hay niebla…).
La Cueva del Moro es una gruta con una inmensa oquedad de entrada. Conecta con la Cueva del Agua, más arriba, a varios km. Hay misteriosas leyendas sobre ella, acerca de monstruosas serpientes. No entramos. ¿Quién se atreve?
La estrella la constituyen la Cueva del Agua y el Valle Ciego en el que se ubica. Típicamente, un valle ciego se corta abruptamente y en él un río desaparece a través de un sumidero subterráneo. Ese punto final es aquí la Cueva del Agua y el río es el Hurón.
Hay, además, bajando al valle por unos escarpes rocosos, varias cuevas más. Son oquedades superficiales, pero de vistosas formas. Un exótico lugar todo él.
ANÉCDOTA
Habíamos leído antes que en la Cueva del Agua se puede entrar unos metros sin equipamiento. Eso, si hay poca agua; por su estrecha boca, por donde se sumerge el Hurón. Renacerá varios km después, más abajo, rebautizado como Rudrón.
Así que, antes de salir de casa, metimos en la mochila unas potentes linternas. Sólo nos asomaríamos al abismo. Con ellas, algo veríamos a través de la negrura…. Sin alterar para nada lo que allí fuera que hubiere, sea vivo o no…. Sin correr ningún riesgo.
Llegados a la abertura de la cueva, no vimos posibilidad alguna de acercarnos a su garganta. Parecía sedienta. El flujo entrante de agua era voluminoso, frenético; … y sonoro, por si quedaban dudas sobre su animosidad. ‘Hola y adiós’.
“¿Y ya está? ¿Y la anécdota? ¿Y las linternas?”.
‘¡Ay, las linternas! No estuvieron de más. Gracias a ellas pudimos abrirnos paso entre la espesa niebla del páramo; … y que se viera algo en las fotos. 😉😉😉
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 37 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 274 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Todos pronosticaban que haría frío. Esa era una predicción facilona; de sentido común. Para eso no hacían falta sofisticadas tecnologías meteorológicas.
También predecían todos que el día sería luminoso por la zona, con un cielo azul cristalino, ya desde primera hora de la mañana. Y les dimos crédito.
Nadie la previó, nadie la esperaba. Pero allí estaba ella y allí se quedó; de principio a fin. Cambiaría radicalmente nuestra experiencia. ¡Y menos mal que llevábamos la ruta pregrabada! De otro modo, nos habríamos descarriado. En el páramo, seguro.
Tendríamos que haber comenzado en Basconcillos del Tozo. Llegamos a las 8:45 h am. Había 8 grados bajo cero (No hace falta gran dosis de fe para creerme). …Y también niebla; (auto)invitada; sin recato por estar fuera de pronóstico.
--“Tiene que levantar. Vamos a darle un poco de tiempo. El sol la desperezará enseguida. Mientras, acerquémonos hasta Hoyos del Tozo y empezamos desde allí”.
Mucho tiempo no le dimos. Hoyos está a 4 km. Cinco minutos. ¡Qué generosidad! (la nuestra). La niebla seguí allí. Sólo que ahora estaba a cien metros sobre el suelo, en lugar de al ras (Hoyos está más bajo que Basconcillos).
--“Empezamos. Ya levantará”. Todo gris: las laderas terrosas, los sólidos peñascos, el techo de todo. Sólo el color de los grajos, vestidos de negro, desentonaba. Croaban (como las ranas) a nuestro paso, jugando al escondite. (Nos) charleaban.
… --“Ya levantará…. Qué precioso será esto enseguida reflejando la luz del sol y recortándose contra el azul del cielo…”.
…’Enseguida’. En un ratillo…. Esperanzas….
Al entrar de vuelta en Hoyos del Tozo 3 h y 10 min más tarde, sonarían las 12 de mediodía en el reloj de su bella iglesia. Bueno, habrían sonado justo en ese momento, de haber tenido reloj; porque lo eran. Lo habíamos clavado: doce.cero.cero.
La niebla seguía allí; dueña del lugar. Un tímido círculo luminoso se difuminaba apenas a través de ella, en lo alto. Tan inane, tan esmirriado que, por supuesto, no era capaz de proyectar nuestras sombras. Y volvía a ocultarse, medroso. (Pongamos que hablo del Sol).
La temperatura, eso sí, había cambiado. Ahora había ‘sólo’ 2 grados bajo cero. Entre -8 y -2 grados habíamos deambulado por esas parameras.
No nos quitamos el gorro ni la bufanda en toda la mañana. Nunca antes nos había pasado. Y, por supuesto, el agua ni tocarla.
Y con esos ingredientes, ¿disfrutamos de la ruta?
LA RUTA
Iniciamos la marcha en el pueblo de Hoyos del Tozo. Desde Hoyos hasta Barrio Panizares, culebreamos e hicimos la ola por el descarnado (allí) valle del Rudrón durante 2 km.
Barrio Panizares también (al igual que Hoyos) se estira y ciñe a lo largo del río, comprimido entre éste y las laderas. Desde Barrio seguiremos por la carretera durante 1 km.
En el km 3,1 dejamos el asfalto por la izquierda y bordeamos una propiedad privada (dejan bien claro su estatus, con señal de ‘Prohibido, Particular’ y cadena en la vía de acceso). Hace mucho tiempo oí que se trataba de una ‘comuna’ (ssshhhsss; ‘leyenda urbana’).
Faldeando un poco, llegamos (km 3,8) al Puente del Diablo, una de las atracciones de la ruta; probablemente más lucida en condiciones de buena visibilidad del entorno (aunque ahora afloraba mejor su espíritu entre la niebla).
A un tiro de piedra está la Cueva del Moro (km 4,2). Se puede llegar por abajo hasta su boca; o bien, por arriba (como hicimos aquí). La primera opción permite una mayor exploración, pero la entrada parecía atestada de follaje (y daba algo de canguelo, para qué ocultarlo).
Ascendimos luego por la Dolina de las Ánimas y llegamos a una diminuta ermita-humilladero (km 4,5). Tras un recorrido por el páramo (casi un km, dulcemente eterno), llegamos al paraje de la Cueva del Agua (km 5,4). Un lugar para detenerse.
Reemprendimos la marcha por el páramo, ya de vuelta, hasta llegar a la carretera de Basconcillos a Barrio Panizares (km 6,9) y luego a la de Basconcillos a Hoyos del Tozo.
Subimos por la ladera del monte para evitar esta carretera (del km 7,1 al 8,2). Tratar de bajar hacia Hoyos más adelante puede complicarse por las fuertes pendientes. No nos queda más remedio que retomar el asfalto (del km 8,2 hasta el final). Está bien así.
En los varios tramos de carretera de la ruta vimos un solo vehículo (era sábado por la mañana).
Posibles Dificultades:
A pesar de la baja demanda física de la ruta (corta y con poco desnivel; relativamente), hay ciertas exigencias técnicas en algunos puntos (sobre todo, bajando a/subiendo de la Cueva del Agua) que requieren precaución. Mi rodilla podría dar cuenta de ello.
Hay tramos en el páramo con dificultades de orientación. Sobre todo, si hay niebla. En algún momento, no supe ni de qué dirección veníamos, ni hacia dónde teníamos que encaminarnos. Menos mal que funcionó el GPS.
DESTACADO
Aparte de varios aspectos de interés permanente en la ruta, algunas circunstancias temporales se unieron para hacer de ésta una travesía ciertamente singular.
(1) La Niebla y el Frío:
La niebla lo invadió todo; todo el tiempo. Y nos impregnó. Su humedad se nos pegó al pelo y el frío lo congeló. Triscaba (en su significado de crujir) aquél al tocarlo.
¿Me lamento de la niebla? Que si todo estaba teñido de monótono gris por su culpa. Que si no se veía nada a más de cincuenta metros. Que si los contrastes y las vistas habrían sido excelentes sin ella, bajo un sol luminoso y contra un cielo azul….
Y las ventajas, ¿qué? Lo que la niebla añadía como extraordinario. Ese ambiente penumbroso y de aislamiento del mundo y del tiempo. Ese no saber dónde están los puntos cardinales ni qué hora es porque la escasa luz no cambia. Sólo con tu aquí y tu ahora.
Eso no tiene precio. Sobre todo, cuando te ocurre en un lugar como aquél… (a eso voy).
(2) El Ambiente Misterioso:
El Puente del Diablo; la Dolina de las Ánimas; la ermita-humilladero (en ruinas) del mismo nombre, con una inscripción críptica cincelada en su frontal; las yermas parameras sin aparente vida: Impactan los lugares y escalofrían sus nombres.
Está, además, la Caverna (o Cueva del Moro), con su enorme boca negra tupida de zarzas; bien podría ser la del infierno. Y después la afilada, rasgada entrada de la Cueva del Agua, una grieta directa al sumidero; con estruendo y reverberación bajo el saliente rocoso.
Sólo faltaban las llamas… (quizá las haya dentro, en las profundidades…); y los gemidos lastimeros y el chirriar de dientes. ¡Ambientación fantástica! Genial combinación de circunstancias meteorológicas, lugares y nombres.
Bueno, al final, el Rudrón sale ‘vivito y coleando’, animoso y juguetón, después de más de 3 km hundido en ese ‘averno’. No debe ser tan espantoso como la imaginación elucubra. ¿O es que el propio Rudrón saldrá ‘endemoniado’?
(3) Lo que Sí se veía: Hoyos del Tozo
Hoyos constituye un bonito enclave de contrastes. Está rodeado de escarpados riscos y laderas cuya pendiente amedrenta (‘¿se vendrán abajo?’). Pero, abajo, el Rudrón surca su apacible vega. No nos pilló de novedad. Era la tercera vez que pasábamos por allí.
Tiene una bella iglesia de estilo románico tardío, con una portada de cuatro arcos. Parecen más, al estar detalladamente labrados con diferentes motivos. Apenas sacamos fotos porque, al volver, había gente allí haciendo preparativos.
La cascada de La Coladera, ahora sin una gran cortina de agua líquida, resplandecía, sin embargo, por su agua sólida; sus incontables docenas de estalactitas. Estaban, además, los grumos cristalinos congelados alrededor de la poza de caída.
(4) Lo que Sí se veía: Las Formaciones Geológicas
El Puente del Diablo está formado por una gran roca ligeramente inclinada, que deja un enorme ojo por debajo. Ese ojo es una ventana por la que se puede ver al fondo el pueblo de Barrio Panizares (cuando no hay niebla…).
La Cueva del Moro es una gruta con una inmensa oquedad de entrada. Conecta con la Cueva del Agua, más arriba, a varios km. Hay misteriosas leyendas sobre ella, acerca de monstruosas serpientes. No entramos. ¿Quién se atreve?
La estrella la constituyen la Cueva del Agua y el Valle Ciego en el que se ubica. Típicamente, un valle ciego se corta abruptamente y en él un río desaparece a través de un sumidero subterráneo. Ese punto final es aquí la Cueva del Agua y el río es el Hurón.
Hay, además, bajando al valle por unos escarpes rocosos, varias cuevas más. Son oquedades superficiales, pero de vistosas formas. Un exótico lugar todo él.
ANÉCDOTA
Habíamos leído antes que en la Cueva del Agua se puede entrar unos metros sin equipamiento. Eso, si hay poca agua; por su estrecha boca, por donde se sumerge el Hurón. Renacerá varios km después, más abajo, rebautizado como Rudrón.
Así que, antes de salir de casa, metimos en la mochila unas potentes linternas. Sólo nos asomaríamos al abismo. Con ellas, algo veríamos a través de la negrura…. Sin alterar para nada lo que allí fuera que hubiere, sea vivo o no…. Sin correr ningún riesgo.
Llegados a la abertura de la cueva, no vimos posibilidad alguna de acercarnos a su garganta. Parecía sedienta. El flujo entrante de agua era voluminoso, frenético; … y sonoro, por si quedaban dudas sobre su animosidad. ‘Hola y adiós’.
“¿Y ya está? ¿Y la anécdota? ¿Y las linternas?”.
‘¡Ay, las linternas! No estuvieron de más. Gracias a ellas pudimos abrirnos paso entre la espesa niebla del páramo; … y que se viera algo en las fotos. 😉😉😉
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