Horcajo de la Sierra-Aoslos, ruta 07 de Horcajo a Aoslos, por la ruta de los Molinos y Bellidas

Tipo de Ruta: Circular -- Dificultad: B / M (IBP: 26) -- Recorrido: 7,8 km -- Ciclable: SI*
Tiempo Total: 2:16 horas -- Tiempo en Movimiento: 1:38 horas
Altitud mínima: 989 metros -- Altitud máxima: 1083 metros
Desnivel positivo: 207 metros // negativo: 207 metros // acumulado: 414 metros
Fuentes: SI -- Sombras: 40% -- Recomendada: todo el año
Realizada: 25-02-2024 -- Señalizada: NO

La ruta original comienza y termina en el casco urbano de Horcajo de la Sierra, sin embargo, visitado el pequeño pueblo ya varias veces, lo omito, para arrancar en la zona del Puente Viejo; donde se puede estacionar junto a la EDAR de Horcajo de la Sierra, en cuya parte trasera se encuentra el árbol singular nº81 llamado Nogal de Horcajo.

Seguir la senda que dejando a derecha la depuradora, marcha en dirección norte, vira al Este y en el cruce señalizado con poste de la Red Carpetania, se toma a derecha; terminando ya en sentido sur y paralelo al río, continuando con el trazado de la vía pecuaria Cañada de la Risca. Poco después se ignora el desvío a derecha y se prosigue de frente acercándose la senda al río.

Andado sobre un kilómetro se cruza un riachuelo y se entra en el término de Madarcos, disfrutando de uno de los tramos más bonitos y pasando junto a la ruina del Molino de Paulino (2,1km); siendo Eugenio (vecino de Madarcos) el último o uno de los últimos molineros en usarlo. Los vecinos de los pueblos cercanos traían sus burros cargados de trigo, centeno, cebada y algarrobas.

Pagaban de renta por la tarea cuatro fanegas (una fanega castellana equivale a 55.5 litros), dos de centeno y dos de trigo. El agua se canalizaba más arriba del río y se acumulaba en una balsa entre el molino y el camino que discurre junto al molino. Cuando se habría la compuerta, el agua entraba por debajo del molino desde el lado del camino, moviendo la piedra.

Poco después hay una bifurcación, pudiendo escoger cualquiera de ellas pues vuelven a unirse después. Aquí se ha elegido de frente (el más alejado del río), por tener menos pendiente. Una vez pasado junto a la EDAR de Madarcos, cuyo pueblo queda metros más arriba, se desciende por un buen camino, hasta cruzar el río Madarquillos por un puente; estando a continuación en tierras de Piñuecar-Gandullas y junto al Molino de la Tía Fausta.

Citado en las respuestas al Catastro de Ensenada en 1752, significa que estaba construido con anterioridad; y cayó en desuso a mediados del siglo pasado, siendo el último de los tres molinos de la zona, en mantenerse activo. Un canal de agua desviado del río, atravesaba el molino y movía los dos “rodetes” con los que contaba el edificio.

Éstos, a su vez por medio de ejes, hacían girar dos grandes piedras cilíndricas, en las que se molían los cereales. El molino servía también como lugar de encuentro, donde las largas horas de molienda servían para mantener distendidas conversaciones sobre los quehaceres diarios. El molinero, vecino de Madarcos, era el encargado del buen funcionamiento y mantenimiento del molino.

Desde aquí y en subida por el Cordel del Puente de Madarcos, y obteniendo una buena vista de Horcajo y Madarcos, se llega al cruce con el Camino del Molino (3,7km), que une Piñuecar con Aoslos. Prosiguiendo de frente por la Colada de las Cencerradas, se pasa un zarzo y se entronca con el Camino de Bellidas (4,3km), que se toma a la derecha.

En el siguiente desvío, que indica al Altillo de Bellidas, se ignora y seguidamente de ver una lagunilla, se llega al antiguo poblado; donde solo queda en pie la Casa Bellidas. Una vez atravesado, se sale por una calleja y por senda se baja hasta el arroyo de las Pozas, que se salva por unas lajas de piedra. Continuando de frente (al norte), en un kilómetro se llega a Aoslos, segundo núcleo urbano que conforma el municipio.

Pasando junto a la Iglesia San Isidro y la Casa de las Patatas, se llega a la Plaza Plazuela, donde hay una fuente y está el Bar que fue antiguo Centro Social del pueblo. En su momento, aquí pasaba consulta el médico y también funcionó como escuela; además fue el lugar donde se puso la primera TV en blanco y negro del pueblo.

Andados unos metros más adelante, se ve el Pilón de la Reguera al otro lado de la carretera y bajando por las escaleras se verá junto a la cacera, el rollo y el reloj de la reguera; y el Potro de Herrar, junto a la Fragua. Cruzada la acequia, se baja cerca de ella hasta la cercanía de la EDAR, para torcer a izquierda y pasar otra vez sobre la Reguera de la Gandullana.

Como su nombre indica ésta conducción llega hasta Gandullas, estando hace tiempo ya en desuso y por tanto abandonada en su recorrido total; que tenía más de 11 kilómetros. Las regueras son parte fundamental de la supervivencia de estos pueblos desde sus orígenes, siendo vital para mejorar el sustento del ganado asegurando la fertilidad de los prados.

La captación del agua en la falda de la sierra, era llevada hasta los pueblos por regueras o caceras, un diseño de ingeniería para mantener el mínimo desnivel, que facilitar el descenso sin desbordamientos, siendo necesarios unos trabajos de mantenimiento anual, que hacían los vecinos de generación tras generación.

Las regueras son construcciones muy antiguas, prácticamente desde principios de la repoblación de estas tierras, con la Reconquista, habiendo constancia del uso de la reguera de Horcajo de la Sierra; con anterioridad al Privilegio Real del 1 de abril de 1368.

Por la bonita calleja del Camino a Montejo, entre muros de piedra seca (llamados así por no tener ninguna amalgama de unión entre las piedras), son parte inherente del paisaje. En 2019 se presentó una candidatura de los muros de piedra seca a Patrimonio Inmaterial de la Unesco, participando junto a España, los países de: Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia y Suiza.

Cruzada la M-136 y con la bucólica vista de Horcajo de la Sierra, desde el viejo camino que llegaba hasta Montejo de la Sierra, y ya por el trazado del Cordel de la Ladera del Lomo, se vuelve a cruzar la carretera y se finaliza en el Puente Medieval; puente que facilitaba el camino de Montejo de la Sierra-Horcajo de la Sierra- Aoslos.

Si se quiere o puede gastar unos minutos más, se puede cruzar la carretera y aguas arriba del río Madarquillos está la Poza de Aoslos, destino de los lugareños en verano, cuando se cumple el dicho de que, en Madrid hay nueve meses de invierno y tres de infierno. La poza ha sido el lugar de baño para infinitas generaciones, a pesar de su peligroso salto desde la piedra.