GR-1 Loarre, Sarsamarcuello, Castillo de Marcuello, Mirador de los Buitres, Riglos y Murillo de Gállego
near Loarre, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
Recorrido lineal que parte del pueblo de Loarre, en el que utilizaremos dos vehículos. Recorreremos las localidades de Sarsamarcuello, Linás de Marcuello y Riglos, pudiendo contemplar durante este trayecto unas vistas alucinantes en la zona del Castillo de Marcuello y el Mirador de Los Buitres.
Desde Riglos solo nos quedará recorrer el camino que, perfectamente señalizado, nos conduce a Murillo de Gállego que es fin de etapa. En los últimos metros atravesaremos un puente colgante de nueva construcción.
Ha sido ésta una excursión con muchos elementos que harán que la recordemos de modo especial. Salimos de Monzón con la sana intención de darnos una buena caminata pero evitando el alto Pirineo, que se presupone abarrotado de nieve y con muchísimo riesgo de aludes. Imaginamos desde nuestras casas que tendríamos un día de viento suave y pocas dificultades.
Pues bien, nada más pasar Huesca nos encontramos con que la gran llanura que se extiende hasta la zona de Ayerbe se encuentra toda cubierta del blanco elemento. Esta noche ha caído una importante nevada que alcanzó hasta el llano, al menos en este sector de la Hoya de Huesca.
Nos fuimos hasta Murillo de Gállego a dejar el coche de Irene, y sin pensarlo más bajamos hacia Ayerbe donde tomaríamos la carretera de Loarre. Pero poco antes de esta población, la carretera estaba nevada y también helada, lo que nos obligó a extremar el cuidado en la conducción hasta llegar al punto de origen.
El paisaje era precioso, así que nada más pisar "tierra" en Loarre, con sus calles completamente heladas, Irene se bajó y comenzó a hacer fotografías con su nueva cámara réflex. La mala suerte le acompañó cuando guardó su cámara, se colgó la mochila y comenzó a andar. Un resbalón en el hielo y se cayó al suelo, el batacazo no pudo ser mas fuerte y su nariz comenzó a sangrar escandalosamente.
Justo en esos momentos, pasaba casualmente por allí el coche del Centro de Salud de Ayerbe y pudieron atenderla; Dábamos por perdida la jornada, pero el increíble valor de esta moza le permitió incorporarse y seguir a toda costa. ¡vaya que si lo hizo! Pues pudo completar toda la excursión con nosotros.
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA:
Partimos de Loarre con la gélida brisilla matinal, el camino GR-1 está señalizado aunque también cubierto de nieve incluidas las señales, pasamos el pueblo de Sarsamarcuello y ya en Linás de Marcuello paramos a desayunar un poco.
Una señora, llamada Aurelia, nos ofreció su casa en nombre de Jesucristo, nos invitó a vino de su casa para acompañar el bocadillo y un café con leche de cabras de su corral, al calor de la lumbre. Un bellísimo detalle lleno de amor y cariño que sirvió para recuperarnos y deleitarnos en nuestra momentánea suerte que nos faltó al iniciar nuestro camino en Loarre.
Hecho este receso, continuamos y era la hora de la verdad, pues tocaba subir al Castillo de Marcuello; Un agricultor nos presagiaba una subida imposible, pues comentó que la senda estaría tapada por la abundante nieve.
Milagrosamente no fue así, pues se había fundido justamente en el sendero, (al revés de lo que suele ser habitual) y con la ayuda del GPS no tardamos en plantarnos en la Ermita y las ruinas del Castillo.
Maravillosas vistas, qué digo yo, excepcionales a pesar del gélido viento que soplaba en la parte alta de la montaña. ¡¡Qué frío hace en este sitio!!.
Desde el alto del Castillo tomamos el camino al Mirador de los Buitres, abandonando momentáneamente el GR-1, para contemplar la sobrecogedora panorámica que la nevada nos ha regalado. Los Mallos de Riglos estaban espolvoreados, blanquitos; y el valle precioso, sólo fueron unos breves minutos ya que el frío era insoportable en el canto del mirador.
Volvimos sobre nuestros pasos pisando nieve y tomando ahora camino del Collado de Santo Román, torciendo allí hacia el Barranco de los Clérigos que pasa justo bajo el mirador antes citado.
No se acabó el disfrute puesto que el barranco, boscoso y encajonado entre murallas de conglomerado, se encontraba lleno de nieve y de las ramas de los árboles colgaban espléndidas mantitas blancas blancas.
Una idílica jornada porque el lugar no podía estar más bonito.
A medida que nos aproximamos al siguiente núcleo de población, las gigantescas torres de conglomerado se alzan enormes a nuestra derecha, la verticalidad y disposición de los Mallos de Riglos asombra, más todavía al entrar en las calles bajo estas moles que guardan un equilibrio poco menos que imposible.
Sin apenas descanso porque el día es breve, continuamos la pista que nos tiene que llevar a Murillo de Gállego y que es el objetivo más destacado en cuanto al recorrido: se ha construido sobre el río Gallego un puente peatonal muy grande, que permite salvar cómodamente el paso y así ahorrarnos un último esfuerzo suplementario (antaño había que dar una enorme vuelta).
Llegamos a Murillo a buena hora, estábamos contentos pero el caso que, con tanta peripecia, Irene olvidó la llave de su coche en el mío (Loarre) y ahora no podíamos volver.
Durante mas de una hora estuvimos intentando conseguir un medio de transporte, sin éxito. Ni taxis había pues todos estaban ocupados en recoger niños de los colegios.
Menos mal de pudimos contactar con un amigo de Riglos, Jorge nos hizo el favor de llevarnos a Loarre y así acabar la jornada tarde, pero en casa.
Terminamos pues la larguísima caminata tomando algo calentito en el bar de Murillo de Gállego, deseando una recuperación rápida de las lesiones de Irene a la que, tan oportunamente como suele, le dijo Manu: "Al final, pareció dolerte más el asunto de la llave que el percance de la nariz".
Desde Riglos solo nos quedará recorrer el camino que, perfectamente señalizado, nos conduce a Murillo de Gállego que es fin de etapa. En los últimos metros atravesaremos un puente colgante de nueva construcción.
Ha sido ésta una excursión con muchos elementos que harán que la recordemos de modo especial. Salimos de Monzón con la sana intención de darnos una buena caminata pero evitando el alto Pirineo, que se presupone abarrotado de nieve y con muchísimo riesgo de aludes. Imaginamos desde nuestras casas que tendríamos un día de viento suave y pocas dificultades.
Pues bien, nada más pasar Huesca nos encontramos con que la gran llanura que se extiende hasta la zona de Ayerbe se encuentra toda cubierta del blanco elemento. Esta noche ha caído una importante nevada que alcanzó hasta el llano, al menos en este sector de la Hoya de Huesca.
Nos fuimos hasta Murillo de Gállego a dejar el coche de Irene, y sin pensarlo más bajamos hacia Ayerbe donde tomaríamos la carretera de Loarre. Pero poco antes de esta población, la carretera estaba nevada y también helada, lo que nos obligó a extremar el cuidado en la conducción hasta llegar al punto de origen.
El paisaje era precioso, así que nada más pisar "tierra" en Loarre, con sus calles completamente heladas, Irene se bajó y comenzó a hacer fotografías con su nueva cámara réflex. La mala suerte le acompañó cuando guardó su cámara, se colgó la mochila y comenzó a andar. Un resbalón en el hielo y se cayó al suelo, el batacazo no pudo ser mas fuerte y su nariz comenzó a sangrar escandalosamente.
Justo en esos momentos, pasaba casualmente por allí el coche del Centro de Salud de Ayerbe y pudieron atenderla; Dábamos por perdida la jornada, pero el increíble valor de esta moza le permitió incorporarse y seguir a toda costa. ¡vaya que si lo hizo! Pues pudo completar toda la excursión con nosotros.
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA:
Partimos de Loarre con la gélida brisilla matinal, el camino GR-1 está señalizado aunque también cubierto de nieve incluidas las señales, pasamos el pueblo de Sarsamarcuello y ya en Linás de Marcuello paramos a desayunar un poco.
Una señora, llamada Aurelia, nos ofreció su casa en nombre de Jesucristo, nos invitó a vino de su casa para acompañar el bocadillo y un café con leche de cabras de su corral, al calor de la lumbre. Un bellísimo detalle lleno de amor y cariño que sirvió para recuperarnos y deleitarnos en nuestra momentánea suerte que nos faltó al iniciar nuestro camino en Loarre.
Hecho este receso, continuamos y era la hora de la verdad, pues tocaba subir al Castillo de Marcuello; Un agricultor nos presagiaba una subida imposible, pues comentó que la senda estaría tapada por la abundante nieve.
Milagrosamente no fue así, pues se había fundido justamente en el sendero, (al revés de lo que suele ser habitual) y con la ayuda del GPS no tardamos en plantarnos en la Ermita y las ruinas del Castillo.
Maravillosas vistas, qué digo yo, excepcionales a pesar del gélido viento que soplaba en la parte alta de la montaña. ¡¡Qué frío hace en este sitio!!.
Desde el alto del Castillo tomamos el camino al Mirador de los Buitres, abandonando momentáneamente el GR-1, para contemplar la sobrecogedora panorámica que la nevada nos ha regalado. Los Mallos de Riglos estaban espolvoreados, blanquitos; y el valle precioso, sólo fueron unos breves minutos ya que el frío era insoportable en el canto del mirador.
Volvimos sobre nuestros pasos pisando nieve y tomando ahora camino del Collado de Santo Román, torciendo allí hacia el Barranco de los Clérigos que pasa justo bajo el mirador antes citado.
No se acabó el disfrute puesto que el barranco, boscoso y encajonado entre murallas de conglomerado, se encontraba lleno de nieve y de las ramas de los árboles colgaban espléndidas mantitas blancas blancas.
Una idílica jornada porque el lugar no podía estar más bonito.
A medida que nos aproximamos al siguiente núcleo de población, las gigantescas torres de conglomerado se alzan enormes a nuestra derecha, la verticalidad y disposición de los Mallos de Riglos asombra, más todavía al entrar en las calles bajo estas moles que guardan un equilibrio poco menos que imposible.
Sin apenas descanso porque el día es breve, continuamos la pista que nos tiene que llevar a Murillo de Gállego y que es el objetivo más destacado en cuanto al recorrido: se ha construido sobre el río Gallego un puente peatonal muy grande, que permite salvar cómodamente el paso y así ahorrarnos un último esfuerzo suplementario (antaño había que dar una enorme vuelta).
Llegamos a Murillo a buena hora, estábamos contentos pero el caso que, con tanta peripecia, Irene olvidó la llave de su coche en el mío (Loarre) y ahora no podíamos volver.
Durante mas de una hora estuvimos intentando conseguir un medio de transporte, sin éxito. Ni taxis había pues todos estaban ocupados en recoger niños de los colegios.
Menos mal de pudimos contactar con un amigo de Riglos, Jorge nos hizo el favor de llevarnos a Loarre y así acabar la jornada tarde, pero en casa.
Terminamos pues la larguísima caminata tomando algo calentito en el bar de Murillo de Gállego, deseando una recuperación rápida de las lesiones de Irene a la que, tan oportunamente como suele, le dijo Manu: "Al final, pareció dolerte más el asunto de la llave que el percance de la nariz".
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