Fuente del Cañuelo - Pinsapar de Corona - Colaílla del Tejo - Picacho de Fatalandar - Loma del Pino - Puerto Corona.
near Tolox, Andalucía (España)
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Trail photos
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Itinerary description
En esta primera ruta del año nos volvimos a juntar Lara, Pepe, Miguel y yo, desplazándonos hasta Tolox para tomar el carril que lleva a la ermita de la Virgen de las Nieves, hasta llegar a la fuente del Cañuelo. De allí parte otra pista más estrecha que seguimos hasta empalmar con el sendero qua va al puerto Corona, cruzando el pinsapar de Corona. De este modo vamos ganando altura sobre la cañada de las Carnicerías, una de las más espectaculares del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves, que en esta parte inicial recorre las suaves laderas del cerro de la Cierva, se vuelve más abrupta en las faldas del cerro Corona y ciertamente agreste más adelante; el sendero se encuentra perfectamente restaurado por los vecinos de Tolox y cruza el hermoso pinsapar de Corona, único del Parque que se desarrolla sobre peridotita. El sendero va ganando altura hasta llegar a la era del Madroño, en este punto el impacto de las panorámicas hacia Guajarajaz, Caína, Añicle, Chaparral y Goteruela es inenarrable; los hemos tenido a la vista en la ladera opuesta durante buena parte del trayecto, pero ahora se nos muestra toda la majestuosidad de ese conjunto de tajos. En el puerto del Madroño el sendero se bifurca, si siguiésemos recto nos adentraríamos en la parte baja de las Carnicerías y llegaríamos al nacimiento del arroyo situado en peña Gorda, allí comienza un sendero (creo que está casi desaparecido), que sube en dirección a la fuente de los Horcajos; pero nosotros giramos en redondo y seguimos subiendo entre pinsapos por la falda del cerro de los Oreganeros en busca del puerto Corona
Doscientos metros antes de llegar al puerto Corona vemos un desvaído sendero que va a rodear la falda de Oreganeros en paralelo a la senda que traíamos, pero a bastante mayor altura; se trata de una vereda desdibujada en muchos tramos que va ganando altura y conforme alcanzamos la cara norte, se adentra en unos espectaculares barrancos que superamos por un cómodo vasar suspendido a media pared. Llegamos así a la entrada de la cañada del Salaíllo, donde a simple vista parece imposible superar sus paredes verticales; para ayudarnos hay instaladas un par de cadenas, la primera nos facilitará realizar un moderado destrepe y con la segunda superamos un corto pasillo con bastante vuelo. Aquí quiero hacer una advertencia a quien use este track, nosotros nos saltamos las cadenas y fuimos por la ladera del barranco haciendo varias trepadas con un par de pasos bastante arriesgados, hasta encontrar la forma de descender al lecho seco del arroyo, donde se encuentra la sima del Picacho y cruzar al otro lado del barranco; un tramo lleno de adrenalina que me lleva a calificar la ruta como "muy difícil".
Entramos en la parte más dura de la ruta y también en la más espectacular, pues ahora caminaremos en continuo ascenso bajo los impresionantes tajos del Picacho, donde se aferran dispersos algunos pinsapos que desafían la ley de la gravedad. Sigue una durísima subida por una pedrera muy descompuesta que nos conduce al paraje de los Tres Tejos, aquí a la sombra del Picacho de Fatalandar crecen varios ejemplares de esta longeva conífera, que encuentran en este ambiente fresco y húmedo su hábitat ideal. Son estos grandiosos árboles los que dan nombre a la colada que sigue a continuación, la colaílla del Tejo, unos estrechos andenes por los que superamos los últimos tajos del Picacho y que como brillante colofón nos llevan hacia un estrecho paso de unos treinta centímetros de ancho y un importante vuelo de decenas de metros; se supera sin dificultad gracias a una cadena anclada en la pared que facilita los pocos pasos que hay que dar por esa cornisa.
Unos metros más adelante nos salimos del sendero para ascender campo a través al Picacho de Fatalandar. Se trata de una subida dura y sin trazas que nos lleva hasta la loma del Picacho y de ahí al peculiar morrón que, a modo de mascarón de proa, dibuja la silueta tan característica de esta cara de la Sierra de las Nieves. La panorámica es amplísima y nos detenemos el tiempo suficiente para disfrutar de la vista a los cuatro puntos cardinales antes de emprender el siguiente tramo de la ruta, en el sentido de las agujas del reloj comenzamos por la loma del Picacho que nos lleva al cerro de los Valientes (tras el que se encuentra la cresta y la cima del Torrecilla), la cañada de las Carnicerías, delante y abajo la cañada de Froncaire, enfrente el peñón de Enamorados y el puerto de los Pilones, las sierras Prieta, Cabrilla y Alcaparaín, tras las que aparece todo el Arco Calizo Central, las sierras Tejeda y Almijara, tras las que despunta la mancha blanca de Sierra Nevada, la hoya de Málaga flanqueada por sierra de Mijas, Alpujata y Blanca y bajo nuestros pies el alfanje del Picón (o plaza del Picacho) y el puerto de los Oreganeros.
Recorremos la loma del Picacho en busca del puerto de los Valientes, donde tenemos dos alternativas, bajar hacia el puerto de los Oreganeros (aunque en este caso habría sido mejor cortar directamente campo a través) o bien dirigirse al puerto de las Palomas, donde empalmamos con el sendero que sube desde el puerto Corona al Torrecilla. Esta segunda opción es la que nosotros escogemos, pues se trata de un sendero recientemente restaurado por los vecinos de Tolox, mientras que el de Oreganeros está totalmente perdido (al menos lo estaba cuando lo hice hace más de cuatro años). Bajamos por ese cuidado sendero que primero atraviesa la zona conocida como los Navasillos, con su roca lisa y desnuda tapizada por abundantes lajas y después entramos en la loma del Pino, manteniendo al frente la impresionante cañada de los Cazadores y a nuestra espalda la monumental cuerda del Torrecilla; cuando cambiamos de ladera nos adentramos en la cañada de Mingo y ya tenemos a nuestros pies el cerro Corona. Resulta curioso ver en la ladera opuesta el caos de troncos yacen en el suelo, son los esqueletos de pinsapos calcinados por un devastador incendio en los años ochenta. Llegados al puerto Corona cerramos el tramo circular de la ruta y retomamos el sendero por el que habíamos subido, para recorrer los cinco kilómetros que nos separan del coche, no sin antes hacer una obligada parada en la fuente Corona para reponer el agua que había volado con el esfuerzo realizado.
Doscientos metros antes de llegar al puerto Corona vemos un desvaído sendero que va a rodear la falda de Oreganeros en paralelo a la senda que traíamos, pero a bastante mayor altura; se trata de una vereda desdibujada en muchos tramos que va ganando altura y conforme alcanzamos la cara norte, se adentra en unos espectaculares barrancos que superamos por un cómodo vasar suspendido a media pared. Llegamos así a la entrada de la cañada del Salaíllo, donde a simple vista parece imposible superar sus paredes verticales; para ayudarnos hay instaladas un par de cadenas, la primera nos facilitará realizar un moderado destrepe y con la segunda superamos un corto pasillo con bastante vuelo. Aquí quiero hacer una advertencia a quien use este track, nosotros nos saltamos las cadenas y fuimos por la ladera del barranco haciendo varias trepadas con un par de pasos bastante arriesgados, hasta encontrar la forma de descender al lecho seco del arroyo, donde se encuentra la sima del Picacho y cruzar al otro lado del barranco; un tramo lleno de adrenalina que me lleva a calificar la ruta como "muy difícil".
Entramos en la parte más dura de la ruta y también en la más espectacular, pues ahora caminaremos en continuo ascenso bajo los impresionantes tajos del Picacho, donde se aferran dispersos algunos pinsapos que desafían la ley de la gravedad. Sigue una durísima subida por una pedrera muy descompuesta que nos conduce al paraje de los Tres Tejos, aquí a la sombra del Picacho de Fatalandar crecen varios ejemplares de esta longeva conífera, que encuentran en este ambiente fresco y húmedo su hábitat ideal. Son estos grandiosos árboles los que dan nombre a la colada que sigue a continuación, la colaílla del Tejo, unos estrechos andenes por los que superamos los últimos tajos del Picacho y que como brillante colofón nos llevan hacia un estrecho paso de unos treinta centímetros de ancho y un importante vuelo de decenas de metros; se supera sin dificultad gracias a una cadena anclada en la pared que facilita los pocos pasos que hay que dar por esa cornisa.
Unos metros más adelante nos salimos del sendero para ascender campo a través al Picacho de Fatalandar. Se trata de una subida dura y sin trazas que nos lleva hasta la loma del Picacho y de ahí al peculiar morrón que, a modo de mascarón de proa, dibuja la silueta tan característica de esta cara de la Sierra de las Nieves. La panorámica es amplísima y nos detenemos el tiempo suficiente para disfrutar de la vista a los cuatro puntos cardinales antes de emprender el siguiente tramo de la ruta, en el sentido de las agujas del reloj comenzamos por la loma del Picacho que nos lleva al cerro de los Valientes (tras el que se encuentra la cresta y la cima del Torrecilla), la cañada de las Carnicerías, delante y abajo la cañada de Froncaire, enfrente el peñón de Enamorados y el puerto de los Pilones, las sierras Prieta, Cabrilla y Alcaparaín, tras las que aparece todo el Arco Calizo Central, las sierras Tejeda y Almijara, tras las que despunta la mancha blanca de Sierra Nevada, la hoya de Málaga flanqueada por sierra de Mijas, Alpujata y Blanca y bajo nuestros pies el alfanje del Picón (o plaza del Picacho) y el puerto de los Oreganeros.
Recorremos la loma del Picacho en busca del puerto de los Valientes, donde tenemos dos alternativas, bajar hacia el puerto de los Oreganeros (aunque en este caso habría sido mejor cortar directamente campo a través) o bien dirigirse al puerto de las Palomas, donde empalmamos con el sendero que sube desde el puerto Corona al Torrecilla. Esta segunda opción es la que nosotros escogemos, pues se trata de un sendero recientemente restaurado por los vecinos de Tolox, mientras que el de Oreganeros está totalmente perdido (al menos lo estaba cuando lo hice hace más de cuatro años). Bajamos por ese cuidado sendero que primero atraviesa la zona conocida como los Navasillos, con su roca lisa y desnuda tapizada por abundantes lajas y después entramos en la loma del Pino, manteniendo al frente la impresionante cañada de los Cazadores y a nuestra espalda la monumental cuerda del Torrecilla; cuando cambiamos de ladera nos adentramos en la cañada de Mingo y ya tenemos a nuestros pies el cerro Corona. Resulta curioso ver en la ladera opuesta el caos de troncos yacen en el suelo, son los esqueletos de pinsapos calcinados por un devastador incendio en los años ochenta. Llegados al puerto Corona cerramos el tramo circular de la ruta y retomamos el sendero por el que habíamos subido, para recorrer los cinco kilómetros que nos separan del coche, no sin antes hacer una obligada parada en la fuente Corona para reponer el agua que había volado con el esfuerzo realizado.
Waypoints
![Photo ofPeligrosa ladera de la cañada del Salaíllo](https://s0.wklcdn.com/image_110/3316692/157310883/98777598.400x300.jpg)
![Photo ofPeligrosa ladera de la cañada del Salaíllo](https://s1.wklcdn.com/image_110/3316692/157310883/98777599.400x300.jpg)
![Photo ofPeligrosa ladera de la cañada del Salaíllo](https://s2.wklcdn.com/image_110/3316692/157310883/98777600.400x300.jpg)
Peligrosa ladera de la cañada del Salaíllo
Nos saltamos las cadenas y fuimos por la ladera del barranco, haciendo varias trepadas con un par de pasos bastante arriesgados, hasta encontrar la forma de descender al lecho seco del arroyo, donde se encuentra la sima del Picacho y cruzar al otro lado del barranco.
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