FRANCIA, BRETAÑA: Ruta megalítica de Carnac
near Le Ménec, Bretagne (France)
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Trail photos
Itinerary description
Segunda caminata del día, más light que la primera, esta vez para ver los famosos alineamientos de Carnac que se supone son los más grandes del mundo. Es otro paseo por pista, carretera y algún camino.
Nada más salir tenemos el dolmen de Cruz-Moquen, en medio del pueblo y fácilmente olvidado por estar cubierto de yedra. Tras un innecesario callejeo por Carnac pueblo llego al primer plato del día, el túmulo Saint-Michel al que se puede subir y que tiene una capilla chula con su cruz de piedra arriba.
Desde ahí un corto paseo nos lleva al plato fuerte, los alineamientos de Kermario, un poquito al norte del pueblo. Hileras interminables de “pequeños” (y otros no tan pequeños) menhires hasta donde alcanza la vista. En algún punto se puede entrar por cancillas al efecto para “callejear” entre ellos, y uno se pregunta para qué hace 6000 años alguien decidió hacer aquello que, en cualquier caso, tuvo que suponer un esfuerzo extraordinario a base de palos y cuerdas, y sobre todo de músculo. Como remate, en la esquina de uno de los campos de menhires, se encuentra un bonito dolmen (el de Kermario, claro).
Sin duda espectacular e inquietante, aunque tengo que decir que me impresionaron o me gustaron más los megalitos de la ruta anterior por la mañana, concretamente los dólmenes de Mané Braz y los Gigantes de Kerzerho. Tampoco hay que elegir y, si no se quiere hacer las dos caminatas descritas, se puede llegar en coche a varias zonas para optimizar el tiempo (pero qué montañero sería?!)
Nada más salir tenemos el dolmen de Cruz-Moquen, en medio del pueblo y fácilmente olvidado por estar cubierto de yedra. Tras un innecesario callejeo por Carnac pueblo llego al primer plato del día, el túmulo Saint-Michel al que se puede subir y que tiene una capilla chula con su cruz de piedra arriba.
Desde ahí un corto paseo nos lleva al plato fuerte, los alineamientos de Kermario, un poquito al norte del pueblo. Hileras interminables de “pequeños” (y otros no tan pequeños) menhires hasta donde alcanza la vista. En algún punto se puede entrar por cancillas al efecto para “callejear” entre ellos, y uno se pregunta para qué hace 6000 años alguien decidió hacer aquello que, en cualquier caso, tuvo que suponer un esfuerzo extraordinario a base de palos y cuerdas, y sobre todo de músculo. Como remate, en la esquina de uno de los campos de menhires, se encuentra un bonito dolmen (el de Kermario, claro).
Sin duda espectacular e inquietante, aunque tengo que decir que me impresionaron o me gustaron más los megalitos de la ruta anterior por la mañana, concretamente los dólmenes de Mané Braz y los Gigantes de Kerzerho. Tampoco hay que elegir y, si no se quiere hacer las dos caminatas descritas, se puede llegar en coche a varias zonas para optimizar el tiempo (pero qué montañero sería?!)
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