EXIT GLACIER (trekking hasta el campo de hielo) - KENAI FJORDS NATIONAL PARK - SEWARD - ALASKA

Marcha realizada el sábado 25 de julio de 2015
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Ya llevamos un par de días en la bonita población de Seward, y nos encontramos con las pilas cargadas, puesto que el trekking de hoy ya se puede considerar una ruta de montaña en toda regla, aparte de que tras hacerla, nos ha parecido de las más bonitas e interesantes de esta parte de Alaska. Desde Seward hemos retrocedido por la misma carretera de entrada durante unas cuantas millas, hasta que por la izquierda se ve el desvío hacia el Exit Glacier. Unas cuantas millas más, ahora por una carretera local, antes de llegar al aparcamiento y centro de visitantes del Glaciar Exit. A pesar de haber llegado temprano, ya se puede ver que esta zona es de las que más interés despiertan en todos aquellos a los que nos gusta la montaña. Además hay que añadir que los sábados, desde el mes de julio hasta agosto hay salidas acompañadas por los rangers. A las nueve, y tras la charla que tanto gusta por esta zona, y que los dos rangers que nos acompañan nos suelta al grupo de más de treinta personas, empezamos una caminata que promete. A las nueve salimos con Mikel delante y Caroline detrás, haciendo de escoba, y en una mañana que aunque ha amanecido neblinosa, tiene toda la pinta mejorar, como así fue. El ranger nos informa de que este trekking se suele llevar entre seis y ocho horas, salvando desnivel de más de tres mil pies en las cuatro millas largas, que tan sólo en la ida se recorren. Antes de completar el primer kilómetro desde la salida en el centro de visitantes, llegamos a la primera bifurcación, que de seguir de frente lleva hasta el mirador del frente glaciar, y que tan sólo un grupo de tres personas ha seguido, puesto que la mayoría (incluida alguna persona mayor) quiere ver el glaciar en su auténtica dimensión; por lo que toman, como nosotros, el camino que por la derecha muy pronto se empieza a estrechar y a inclinar, con un desnivel considerable. Al poco de pasar esta bifurcación, nos encontramos el primer poste informativo con el ya típico libro de registro, que hemos visto en otras tantas ocasiones, y que Mikel recomienda utilizar, sobre todo si la ruta se piensa hacer solo. Tras contarnos y enumerarnos en este punto, él toma la delantera y Caroline se pone definitivamente detrás. Según se va estrechando e inclinando la pendiente, el grupo también se va estirando y disgregando, hasta tal punto que pasadas las primeras zetas y llegados al primer mirador, tan sólo nos encontramos una tercera parte del total, entre los que podemos ver un matrimonio bastante mayor (él americano y ella con rasgos inuit), pero claramente con un espíritu e ilusión de lo más joven, que les permitirá llegar al final del recorrido de ida, justo cuando nosotros en ese mismo punto acabamos de comer y reiniciábamos la vuelta. El camino hasta llegar a este primer mirador ha transcurrido todo el tiempo entre una densa vegetación, lo que unido al calor húmedo que ha ido haciendo, ha aumentado la sudoración y necesidad de irse hidratando cada cierto tiempo. Una vez pasado el citado primer mirador, la vegetación empieza a aclararse, lo que nos permite ver con mayor nitidez el trazado que habremos de seguir hasta cruzar uno de los campos de hielo (en franco retroceso) del glaciar Exit. Cada vez la ruta tiene mayor pinta de las típicas de alta montaña, y como el camino está bastante bien trazado, hace ya un rato que Mikel se quedó en uno de los tramos, dejando que el desdibujado grupo inicial continuara su camino, hasta donde cada uno quisiera y se viera con fuerzas. No hemos dejado al ranger ni hará un kilómetro, cuando para sorpresa de los que nos acompañan, vemos un oso negro, que unos doscientos metros delante de nosotros, va subiendo por una de las vaguadas, con dirección al camino y a un grupito de tres chichas jóvenes y un muchacho que van justo por delante de nosotros. Una de las chicas, al parecer la más valiente, sigue las pautas que hay que llevar a cabo en caso de un encuentro como éste. Se pone delante del grupo y empieza a cruzar los brazos levantados sobre los hombros, tocando un silbato y haciendo cada vez más ruido, a lo que el resto del grupo le acompaña. Aunque al principio el oso hace amago de dirigirse al grupo, rápidamente desiste de su intención y continua su camino montaña arriba, sin mostrar en ningún momento ningún signo de hostilidad, si acaso más bien de curiosidad al principio. Estamos a poco más de un kilómetro y medio para llegar al último balcón y mirador sobre el glaciar Exit, y cada vez nos hemos ido quedando más solos. Nos resta cruzar unos cuantos grandes neveros, que constituyen parte de uno de los campos de hielo del glaciar, antes de llegar al impresionante mirador que, ya sin ningún tipo de obstáculo, y con mucha suerte por el día y la visibilidad que tenemos, nos permite disfrutar durante un buen rato y aprovechando la comida de un lugar y unas vistas a las que merece mucho la pena llegar, sin importar el esfuerzo que requiere una ruta, que se encuentra al alcance de casi todo el mundo, y que nosotros finalmente, con el trayecto de vuelta incluido, hemos hecho en cinco horas y media, con todas las paradas que una marcha como esta se merecía.