12. 15.05.22 OLIVA DE PLASENCIA - ALDEANUEVA DEL CAMINO
near Oliva de Plasencia, Extremadura (España)
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Trail photos
Itinerary description
Al llegar a Oliva el albergue estaba cerrado. Busqué un bar. Sentados en la terraza, estaban una pareja de peregrinos que ya había visto antes, me había llamado la atención su avanzada edad. Entré y me pedí un café solo. Entró el hombre y con acento extranjero, pidió más queso. Pagué y me fui.
Dejé la mochila en el albergue y fui a una tienda a comprar comida. Cocinaría en el albergue y así descansarían mis pies, la etapa hasta Aldeanueva era de 27km. y entre los dos pueblos sólo había campo. Compré verdura, fruta, lomo, agua y pan. Mientras pagaba, llegó la pareja con una señora del pueblo, les decía que tenía la casa rural completa. Cuando salía de la tienda le oí pedir queso.
El albergue es una antigua casa restaurada con techos de madera. Con adornos de plantas vivas y secas. Me pareció el lugar ideal para pasar la tarde descansando y escribiendo. En la planta alta, me dieron una cama en una habitación de cuatro con baño interior. Me duché, y al salir del baño, la pareja estaba con la señora de la casa, que les enseñó la habitación y se fue. Bajé a comer. Cuando subí a echar la siesta, estaban acostados. Me dormí. Al despertar, el hombre no estaba en la cama. Vi a la mujer acostada de lado, arropada con el edredón a pesar del calor que hacía. Se giró hacia mi y me sonrió triste. Le pregunté en inglés si estaba bien y me dijo que no. Que llevaba tres días con diarrea y que en el camino hasta Oliva, se había deshidratado porque se habían quedado sin agua. Le ofrecí un antidiarréico y lo aceptó. Estuvo el resto del día acostada.
Por la mañana cuando desperté, la habitación estaba vacía y se oía ruido en el baño. Pensé en llamar al 112, aquella mujer me tenía preocupado. Me levanté y bajé a desayunar. En el frigorífico tenían un sobre de queso y dos botellas de agua. Bajaron los dos vestidos y con las mochilas puestas. La mujer vino a mí muy agradecida y sonriente, me dijo que se le había cortado todo y que estaba muy bien, me preguntó mi nombre y que de donde era. Les ofrecí la mitad de mi pan para unas tostadas.
Terminé la ruta hasta Aldeanueva. 27 kilómetros que pude acabar gracias al alivio que proporcionaron a mis pies las aguas de un arroyo que crucé bajo la autovía y que bajaban heladas de la sierra. En el albergue, después de lavar la ropa, la tendía en un balcón. Desde la calle, un “hola” amistoso llamó mi atención, la pareja llegaba al albergue con energía. “You are my hero!”, le dije a la mujer. “!Mujer fuerte de Baviera¡”-dijo orgulloso el hombre en un raro castellano con acento alemán.
Dejé la mochila en el albergue y fui a una tienda a comprar comida. Cocinaría en el albergue y así descansarían mis pies, la etapa hasta Aldeanueva era de 27km. y entre los dos pueblos sólo había campo. Compré verdura, fruta, lomo, agua y pan. Mientras pagaba, llegó la pareja con una señora del pueblo, les decía que tenía la casa rural completa. Cuando salía de la tienda le oí pedir queso.
El albergue es una antigua casa restaurada con techos de madera. Con adornos de plantas vivas y secas. Me pareció el lugar ideal para pasar la tarde descansando y escribiendo. En la planta alta, me dieron una cama en una habitación de cuatro con baño interior. Me duché, y al salir del baño, la pareja estaba con la señora de la casa, que les enseñó la habitación y se fue. Bajé a comer. Cuando subí a echar la siesta, estaban acostados. Me dormí. Al despertar, el hombre no estaba en la cama. Vi a la mujer acostada de lado, arropada con el edredón a pesar del calor que hacía. Se giró hacia mi y me sonrió triste. Le pregunté en inglés si estaba bien y me dijo que no. Que llevaba tres días con diarrea y que en el camino hasta Oliva, se había deshidratado porque se habían quedado sin agua. Le ofrecí un antidiarréico y lo aceptó. Estuvo el resto del día acostada.
Por la mañana cuando desperté, la habitación estaba vacía y se oía ruido en el baño. Pensé en llamar al 112, aquella mujer me tenía preocupado. Me levanté y bajé a desayunar. En el frigorífico tenían un sobre de queso y dos botellas de agua. Bajaron los dos vestidos y con las mochilas puestas. La mujer vino a mí muy agradecida y sonriente, me dijo que se le había cortado todo y que estaba muy bien, me preguntó mi nombre y que de donde era. Les ofrecí la mitad de mi pan para unas tostadas.
Terminé la ruta hasta Aldeanueva. 27 kilómetros que pude acabar gracias al alivio que proporcionaron a mis pies las aguas de un arroyo que crucé bajo la autovía y que bajaban heladas de la sierra. En el albergue, después de lavar la ropa, la tendía en un balcón. Desde la calle, un “hola” amistoso llamó mi atención, la pareja llegaba al albergue con energía. “You are my hero!”, le dije a la mujer. “!Mujer fuerte de Baviera¡”-dijo orgulloso el hombre en un raro castellano con acento alemán.
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