Escusaguas a Punta Pueyo.

Consejo: dado lo áspero e hirsuto del terreno por donde marcha la ruta, se recomienda el uso del pantalón largo, y si es recio mejor.

En Escusaguas, pueblo en ruina al que se accede por el desvío a Caldearenas desde el Puerto de Monrepós, hay que comenzar la andadura por una vieja carretera con señal de prohibido circular salvo a autorizados. Al cabo de 500 metros se alcanza el inicio del camino que recorre el cordal de la sierra. Aparecen cintas de plástico y mojones de piedras en esta senda de cazadores, como lo demuestra la existencia de varios puestos de batida numerados.

Se rebasa una cancela de ganado y después viene una cuesta hacia el cortafuegos del tendido eléctrico. A lo largo del recorrido por el cordal de la sierra se suceden los subes y bajas, a fin de ir superando los distintos cerros poblados por el follaje de los quejigos, algún pino, y un denso matorral que constituye el mayor obstáculo al avance.

El rastro del sendero, conforme alargamos la ruta hacia el oeste, pierde definicion y se hace necesario bregar con el matorral. Dejaremos atrás la línea del gaseoducto para después enlazar con el paso de un vallado. Atender al punto número 4 de la ruta, porque conviene atravesar la valla con idea de perder cota por una barranquera descarnada. En caso de seguir recto a la vera de la alambrada, donde aparecen carteles de muga, se tendrá que retroceder en busca del cordal por una ladera cubierta de bojes y engorrosa de andar. Parece que el camino de la valla debe bajar hacia el pueblo de Layés.

El cordal de la sierra se hace mas ancho y obliga a estar atento a no perder el rumbo. Buen servicio hace el GPS si en algún momento perdemos las tenues huellas del sendero. Un andamio a modo de palomera marca el trecho final de acceso al vértice de la Punta Pueyo, por un terreno mas horizontal pero ya casi sin camino alguno.

El vértice geodésico se halla medio escondido entre la vegetación, en la linde de una campa adornada del sempiterno matorral pinchudo. Creo que existe alternativa de subida por la vertiente del pueblo de Estallo, mas corta que la presente.

En resumen, una ruta solitaria cuyo mayor aliciente son las vistas generosas hacia el Pirineo, muy numerosas a lo largo del cordal, con el inconvenente de una maleza pinchuda que fustiga y dificulta la marcha.