203. Entre Nidáguila y Terradillos de Sedano

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 50 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' (justo en el límite con 'Media') para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 329 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

Recientemente, habíamos celebrado nuestras 200 rutas como andarines, publicadas en Wikiloc: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/por-sierra-albuera-desde-san-miguel-de-cornezuelo-133426163 .

Esas, más las que anduvimos antes ‘a gatas’…. O, más bien, habría que decir ‘a tientas’ o ‘a ciegas’, sin guía apropiada. Sólo con un mapa fijo y una descripción verbal. Tanto tanteamos, que tonteamos y nos perdimos más de una vez.

Y, cuando no nos perdimos, tampoco supimos aprovechar las bondades de las rutas. Íbamos sólo como a ‘vivir el momento presente’. Sin pensar que habrá un futuro en el que necesitaremos del pasado; reviviéndolo.

Para ello hacen falta fotos que documenten el ahora con detalle, ya que la memoria es frágil (y con la edad, cada vez más). En aquella fase de tanteo y ‘carpe diem’, sólo hicimos algunas instantáneas con retrato, testimoniales y personales.

Entre las rutas realizadas en esas condiciones estuvo la (que ‘se parecía’ a la) de hoy. Y, precisamente, esa fue una en la que nos extraviamos. Tanto que hoy apenas si reconocimos algunos lugares de entonces; hacía poco más de dos años.

Sencillamente, hasta entonces, nuestra vida había estado (felizmente) colonizada por el trabajo. Desconocíamos las aplicaciones de senderismo. Hoy empezaremos a recuperar algunas de aquellas rutas malgastadas.

Bueno, vamos al presente, mejorando lo pasado. Revisando y seleccionando las fotos de esta excursión, veo que fue una gran ruta. Más de lo que por su discreto nombre y por nuestra experiencia en su predecesora cabría esperar.

LA RUTA

Nos guiamos (con algunas libertades) por el trazado de ‘Angelbur’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-nidaguila-a-terradillos-de-sedano-52593807 . Muy conveniente.

Desde Nidáguila hasta el km 3,8, avanzamos cómodamente a lo largo de la falda de una zona semi-esteparia. Enseguida se convierte en bosque de encinas, quejigos, y arbustos varios, con algún área de dehesa. Agradable paseo.

En el km 3,8 la senda desaparece y cruzamos una alambrada a nuestra izquierda (hay un hueco de paso). El bosque se espesa. Abandonamos la zona baja del barranco, más densa de vegetación, y remontamos hasta dar con un camino en el km 4,4.

Desde ese punto hasta el pueblo de Terradillos de Sedano (km 6,2), deambulamos sosegadamente, disfrutando de la apretada vega del río San Antón. Un breve callejeo por Terradillos (ya lo conocíamos) y nos detenemos junto a su iglesia.

Nos acosan, insistentes, un grupo de perrillos ‘matagigantes’. Les silbo amistosamente. Siguen, animándose unos a otros; envalentonándose; a ver quién se desgañita antes. Duelen los oídos. Les enseño los dientes y la cachaba. Fin de la historia.

Ahora hay que afrontar la mayor (y casi única) subida; hasta Peña Itero (km 8,7), siempre por buen camino. En realidad, éste zigzaguea inteligente, y la ascensión propiamente dicha se reduce a los primeros 1,7 km. Buenas vistas desde Peña Itero.

Luego, 5 km por el páramo (del 8,7 al 13,7). Ahora por una pista descarnada (con las tripas al aire, áspera), de tierra rojiza. Ahora nos alineamos con el borde que cae al valle. Ahora por un elegante y limpio pinar. Ahora bordeando sembrados. A voluntad.

Ya encima de las cárcavas y roquedos de Nidáguila, sólo queda bajar. Una senda salva casi 120 metros de vertiginoso desnivel hasta el valle, a la entrada del pueblo. Sus casas de piedra y su iglesia han resistido sin lesiones de consideración el paso del tiempo.

Posibles Dificultades:

La ruta no tiene grandes demandas físicas. La subida desde Terradillos al páramo supone 1,7 km al 10% de desnivel por buen camino. Luego, después de Peña Itero, hay 5 km a lo largo del páramo; de monte a través mayormente, pero se camina bien.

La orientación no es difícil, pero nótese que, sin guía, en esta ruta nos perdimos hacía un par de años. Así que…, mejor apoyarse en una.

Hay un punto crítico en términos de orientación y exigencia física (o, al menos, incomodidad): desde el km 3,8 hasta el 4,4. Es monte bastante cerrado y por ladera. Dejamos momentáneamente la guía y acortamos. Salimos intactos y con la sensación de exploradores.

DESTACADO

En esta ocasión, la ruta nos gustó más que en la anterior. No es de extrañar. Aquella vez, novatos y sin guía, hicimos una chapuza. Al final, tuvimos incluso que tirar de carretera; y casi 'manta' (por el tiempo empleado), si nos atenemos al dicho.

Aparte de reconocer los dos pueblos, el resto ahora parecía distinto. Supimos entonces, no obstante, que la ruta tenía posibilidades y por eso hemos vuelto. Buena decisión.

(1) La Primavera, la Apariencia Altera:

Posiblemente, la primavera es la mejor estación para esta ruta. La vegetación estaba en su apogeo cromático. En el verano se quedarán los verdes. En el otoño, el marrón. En invierno, el gris. A lo largo, sólo permanecerá impasible el apagado oliváceo de las encinas.

Ahora, estos parajes, generalmente austeros, estaban vestidos de carnaval. Sobre los múltiples verdes de la hierba, los árboles, los sembrados de cereales, resplandecía el amarillo de las aulagas y su pariente la argoma, y también el de los cultivos de colza.

Muchos arbustos parameros lucían su blanco, como el de la magnolia estrellada (eso parece). Resulta sorprendente cómo un lugar así, con terreno tan aparentemente árido y un clima tan crudo y extremo, pueda convertirse en un vergel.

(2) Los Paisajes Inmediatos y los Lejanos:

Atravesamos bosques variados. En la parte baja, encinas, quejigos, carrascas, robles, y una infinidad de arbustos de monte bajo, además de vegetación ribereña. En la alta, el páramo, vuelve el sinnúmero de arbustos; y, además, los pinares transitables, de saludable aspecto.

En lo cercano, destacan las vistas del barranco del río San Antón, recién nacido en el páramo de Masa y que termina desaguando en el Rudrón. Mientras tanto, su surco abre un bello valle: taludes de caída desde las lomas del sur y roquedos desde el páramo en el norte.

Más lejanas emergen algunas elevaciones emblemáticas. Peña Ulaña, Amaya y Castro, hacia el suroeste. Más allá, por el oeste y noroeste, la Montaña Palentina y el Alto Campóo. Y por el sureste se distingue incluso la silueta de la Sierra de la Demanda.

(3) Los Aledaños de los Pueblos:

Las alturas del páramo nos proporcionan impresionantes vistas aéreas de los dos pueblos. Desde Peña Itero (y después), vemos arracimado debajo a Terradillos. Desde los denominados cárcavos (y antes), contemplamos agavillado a Nidáguila.

Precisamente, Peña Itero, como un espolón altivo en el páramo, es una atracción en sí misma. Como lo son luego los cárcavos (sin nombre propio, hasta donde yo sé; que lo merecerían) con garfios rocosos. En la cima de aquella nos aposentamos; por entre éstos atravesamos.

Cerca de Nidáguila, las ruinas de dos túmulos o dólmenes (no visitados) testifican la presencia humana prehistórica. Junto a Terradillos, una ardilla nos observó tanto como nosotros a ella (y posó fotogénica). Nos faltaba este gracioso animalillo en nuestra ‘colección’ rutera.

ANÉCDOTA

Normalmente, los hechos anecdóticos se (nos) hacen esperar: hasta bien avanzada la ruta; o casi al final; o incluso con retroceso. Hoy no. La anécdota madrugó. Se nos apareció nada más comenzar; hacia las 8 am.

Habíamos aparcado a la entrada del pueblo de Nidáguila. Al iniciar la marcha, nos topamos con varias calles de la parte alta abiertas en canal; con grandes zanjas. Algunas pudimos saltarlas. Otras hubo que rodearlas.

Ya se notaban, más abajo, los quehaceres de los obreros preparando sus máquinas para la jornada. Uno de ellos, con aspecto de encargado, subía por una calle, inspeccionando; hacia nosotros.

Después del saludo, le digo, entre indagación y exclamación: --“¡¿Vaya obra, no?!”.

Sonríe: --“Sí, estamos levantando un pueblo nuevo. Sobre los cimientos del otro. Con estas casas de piedra que ya no se llevan…. Se había quedado anticuado, 'demodé (eso dijo), después de tantos siglos…”.

¡Pues sí que empezaba el día con buena disposición de ánimo y ganas de trabajar!

Después de un momento para compartir su buen humor, añadió, más realista: --“Había que renovar y ampliar la red de saneamiento y alcantarillado”. Y se puso a la faena.

Luego, al final de la ruta, al volver por la parte baja del pueblo, vimos que no era para tanto. Las sólidas casas de piedra seguían allí: Firmes como las grandes rocas (nido de águilas) que vigilan y protegen a Nidáguila desde los acantilados del páramo, por el norte.