ELIZONDO-REGATA BEARTZUN-MEGALITOS ZAARRETA-COLLADO DE LIZARDI-PEÑA EL ALBA- GR 11-MENDIOLA-ERMITA DE SANTA ENGRACIA

Marcha realizada el sábado 12 de octubre de 2019
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Hace un año y pocos meses, que ya en plena primavera de Navarra estuvimos en el Valle del Baztán, para subir a algunas de sus cumbres más emblemáticas, tales que: El Autza, también conocida como la Mole, El Larrondo y la Peña de la Plata, a la que ascendimos desde la población brujeril de Zugarramurdi. En esta ocasión saldremos desde el pueblo, que además de ser cabeza de partido de todos los del valle, también saltó a la fama gracias a la trilogía de novelas de Dolores Redondo, que con el título de “El Legado de los Huesos” conformaban una historia de tramas, intrigas, mitos e investigación policial en un entorno tan privilegiado y con tantas leyendas como es éste. Ni que decir tiene, que el recorrido de hoy pasa por uno de los edificios y negocio familiar de algunos de los protagonistas principales de dichas novelas, entre los que habría que destacar a la inspectora Salazar.

Pues bien, son las diez y media, y tras dejar el coche en la calle principal que coincide con la carretera N-121-B, salimos caminando por la misma con rumbo noreste durante trescientos setenta metros, para acabar dejándola por la derecha y así coger por la calle del Castillo de Amaiur, que también dejaremos a los ochenta metros por la izquierda, para coger a continuación la calle del Padre Donostia. Esta calle la llevaremos durante los próximos doscientos treinta metros, hasta que justo a la altura del emblemático y ya citado edificio de “Mantecadas Salazar”.

El citado edificio también nos recuerda alguna de las escenas más importantes que se reproducen en la película “El Guardián Invisible” (primero de los tres libros) en el que la actriz Marta Etura desempeña el papel más que digno de una inspectora Salazar de la policía foral de Navarra, y su hermana Flora Salazar, del que la actriz Flora Mínguez consigue poner los pelos de punta a todos los que se van metiendo en una trama con tanto suspense como ésta. Una vez dejamos, también por la derecha dicho edificio en el que se hacen los dulces o txantxingorris que aparecen sobre algunas de las jóvenes víctimas, rápidamente conectamos con el GR 11, que nos permitirá ir dejando detrás las últimas casas del pueblo en los trescientos cincuenta metros, que ahora con rumbo sureste, nos llevará hasta un cruce importante en el que un cartel informativo y mapa aporta información de buena parte de la zona que recorreremos en los próximos kilómetros.

Y decía que se trataba de un cruce importante, ya que la circular de ida y vuelta se inicia por la izquierda para regresar por la derecha, una vez se completa la mayor parte de una marcha que sigue el sentido de las agujas del reloj. Tras este cruce, bastante bien señalizado, un corto tramo que no llega a los setecientos metros y tras el que finaliza la pista asfaltada que hemos traído hasta aquí. A partir de dicho punto se continúa por una senda, que el algunos tramos nos muestra a las claras el cierto desuso en el que está, y que seguiremos durante los próximos dos kilómetros, para acabar saliendo hasta un puente con aspecto de ser bastante antiguo y que marca el inicio por la izquierda de un sendero bastante más estrecho que la senda anterior. Dicho sendero, que pasa por zona de castaños, robles americanos e incluso algunos manzanos aún lo llevaremos en el próximo medio kilómetro, antes de salir a un tramo hormigonado.

Este pequeño trayecto, que no llega a los ochocientos metros, y justo a la altura de un cruce por la izquierda que no hay que coger, pasa a convertirse en otro sendero, mucho más estrecho y descuidado que el de un par de kilómetros antes; con la diferencia de que doscientos metros más adelante viene el tramo más enrevesado de toda la ruta. Y eso es así, porque hasta en un par de ocasiones y cuando se acerca a una valla de piedra, parece que el sendero no tuviera ya solución de continuidad, cuando en realidad no es así y tras veinte escasos metros, la progresión se vuelve a hacer ya sin ningún tipo de problema. Una vez superado ese pequeño escollo, el camino se empieza a empinar considerablemente, para recorrer un tramo de unos ochocientos metros, que va salvando un abundante campo de helechos, que por suerte han desbrozado justo en lo que es el camino propiamente dicho, y que gracias a ello, permite plantarse en menos que canta un gallo, en uno de los rincones con más encanto de toda la ruta. Se trata de una zona megalítica, conocida como Zaarreta, que se encuentra en uno de esos lugares con una magia especial, y en el que las hayas ponen ese toque de elegancia y distinción de esos árboles tan bonitos.

Seiscientos metros más adelante y una vez quedaron muy atrás, tanto los helechos como los megalitos y las hayas, llegamos hasta una especie de pradera, que aquí suelen llamar borda y los asturianos braña, aunque en realidad se trata del Collado de Lizardi.

Desde aquí ya podemos ver el vértice geodésico que encumbra la cima de Peña el Alba y un poco más a la izquierda y con cien metros menos de altitud la cima rocosa del Argibel. Pero nosotros y desde el citado collado cogeremos rumbo suroeste para en unos doscientos cincuenta metros llegar hasta un cruce, que por la izquierda bajaría hasta la pequeña población de Beartzun. En dicho cruce seguimos de frente y salvando un pequeño repecho que transcurre por un hayedo, para dejar muy pronto la zona arbolado y continuar por una pista que en un kilómetro y cuarto nos llevará hasta la base del Peña el Alba.

Desde Elizondo, este emblemático pico se encuentra ubicado en el sureste, y eso nos lleva a pensar que el topónimo de esta montaña, como en tantas otras ocasiones, se deba a la posición que ocupa en relación a bastantes poblaciones del Valle del Baztán, con lo que sus habitantes verán el amanecer o el alba, justo a la altura de tan emblemática cumbre. Una cumbre que aunque en cuanto a recorrido tan sólo conlleva poco más de medio kilómetro, sin embargo supone salvar un desnivel de ciento setenta metros, que en su segunda mitad se empieza a complicar por la orografía de grandes bloques de caliza que hay que ir salvando con cierto cuidado, sobre todo si este tipo de roca se encuentra mojada. Ya una vez en la parte de arriba, nos volvemos a dar cuenta de que las impresionantes vistas de muchos de los valles cincundantes, así como de algunas cumbres como el Saioa, Ori, Autza, Larrondo y Peña Plata, merecen el esfuerzo de subir hasta aquí.

Bajamos de nuevo hasta muy cerca de la base, en la que se encuentra el collado de Urbillo para recuperar las fuerzas y dar buena cuenta de la comida que traemos en las mochilas. Una vez acabamos, y desde el citado collado, conectamos rápidamente con el GR 11, que ya no dejaremos hasta Elizondo. Antes, y como al kilómetro y medio dejaremos muy cerca del camino una fuente, tras la que nos sorprender ver un buen número de alerces, como los que veíamos un año antes en la subida desde Zugarramurdi hasta la Peña de Plata. Otro kilómetro y medio más adelante, y tras haber dejado un par de bordas, el arbolado más antiguo y autóctono empieza a hacer acto de presencia hasta que llegamos a un grupo de robles centenarios, con algunas hayas que también presentan un imponente porte.

Un kilómetro y pico después, el amplio GR que traíamos hasta aquí se convierte en una senda, que por momentos se estrecha y la abundante vegetación pareciera querer tomar demasiado protagonismo y dificultar con ello la fácil progresión que casi todo el tiempo hemos tenido en la ruta de hoy. Cuatro kilómetros y pico después llegamos a una población de Elizondo, que como en anteriores ocasiones en la que ya estuvimos, se muestra de lo más animada.