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El Trevenque por la Cortijuela

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Trail stats

Distance
19.71 mi
Elevation gain
4,810 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
4,810 ft
Max elevation
6,549 ft
TrailRank 
24
Min elevation
2,405 ft
Trail type
Loop
Coordinates
742
Uploaded
February 22, 2015
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near Cájar, Andalucía (España)

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Itinerary description

Rutas de antaño:

Corría 1977 y como el Padre Salvador ya nos había animado en eso de la montaña,nunca volví a saber nada de él, su presencia se diluyó en el tiempo como un azucarillo en el café, decidimos apuntarnos al grupo scout que se había instalado en el colegio. Organizamos nuestra primera excursión. Como no podía ser de otro modo ¡al Trevenque! la montaña mágica "el techo de la baja montaña" le llamaban. Ese K2 en miniatura.
No recuerdo bien a los integrantes de nuestra "expedición". Antonio al que apodábamos "clikcloc" porque le gustaba la fotografía y al que poco después perdí la pista, Luis Baró, mi hermano Alberto, expertísimo conocedor del Trevenque, y yo. Es posible que me deje a alguien pero mi memoria no llega a más.

Primero la aventura de los preparativos. El material consistía en una tienda ligera que pesaba como un mulo ahogado y que además tenía el suelo rajado en la zona del ábside, una maroma ¿qué no sé paquecoño queríamos una maroma?Alguien dijo que a la montaña siempre había que llevar una cuerda ¡mejor se hubiese callado! Y para dormir... como no teníamos sacos ¡que yo creo que ni existían en las tiendas de deportes de Granada! mi madre me dejó la manta de lana de mi abuela que pesaba más que la tienda. Abrigar abrigaba pero, que no se te mojara porque del peso las rodillas te iban a temblar más que a una parturienta ¡La de excursiones que hice con aquella manta!¿Y las mochilas?¡Ay las mochilas! Las de mis hermanos mayores, las que llevaban a los campamentos de la OJE, aquellas mochilas del rastro, de lona, con la armadura de acero que se te iba clavando en los riñones y los tirantes que te dejaban los hombros enrojecidos ¡creo que estuve setenta años usando esas mochilas! O al menos a mi me lo parecieron. Salía como un metro por detrás, y como encima le colgábamos la cantiplora que quedaba más vacilón...

Total, la subida empezaba por la cuesta del coño, perdón creo que se llama cañada de los Leñadores o algo así, pero entonces los montañeros antiguos le llamaban la cuesta de el coño porque no se sabía cuando coño se acababa. Cumbres Verdes. Descanso en la Fuente del Hervidero. Canal de la Espartera, que en aquellos tiempos iba abierto. Puente de los Siete Ojos y hasta La Cortijuela a donde llegamos al atardecer. En el camino encontramos a una pobre víbora que no sé porque alguien decidió meterla en una fiambrera que terminó en mi mochila y que aún hoy conservo, la fiambrera, no la víbora, de aluminio toda ella, una maravilla de la técnica que me ha acompañado, no sé porqué, en todas mis excursiones, creo que era de Carlos Bustos, servia para todo, para meter una víbora, para derretir nieve, para llevar la tortilla, para calentar la leche, para hacer sopa, para calentar una fabada. Pero eso sí, que no se volcase en la mochila o la fabada te lo empaparía todo.
Lo cierto es que la Cortijuela era entonces una casa forestal abandonada que los montañeros usaban para dormir. Nosotros, como teníamos que hacer nuestra primera acampada, bajamos a los prados y dormimos en la tienda. Bueno dormir, lo que se dice dormir, sólo el clickcloc que como era muy moderno llevaba una chaqueta de plumas e iba sin saco, sí durmió, porque los demás pasamos un frío del carajo.
Por la mañana retomamos el camino y por la normal al Trevenque. Esta excursión creo que es de las más bonitas de Sierra Nevada. Una pasada, se la recomiendo a todo el que no la conozca. Por lo menos a mi me lo pareció. Me lo pareció tanto que luego he perdido la cuenta de cuantas veces la habré podido hacer ¡que sensación la de la cumbre! Pero lo peor de todo fue la vista del Veleta, tan nevado, tan cerca, Los Tajos de la Virgen, El Caballo... Ya empezamos a liarla. Las imágenes de las grandes montañas de Sierra Nevada se clavaron en mi retina y creo que ya nunca me abandonaron ¡yo tenía que alcanzar esas cumbres y ver lo que había al otro lado! Los mayores me decían no, que eso es la alta montaña, que hay que estar muy preparado... creo que en aquel momento empecé a prepararme. Además yo pensaba para mis adentros, si ya hemos subido la más alta de la baja montaña, pues ahora tendremos que ir a por la más baja de la alta.
¡Pero que no se me olvide la bajada del Trevenque!

Como Alberto y Antonio eran los mayores, y muy vaciletas ellos, teníamos que bajar recto por la norte a los prados, así que descenso suicida por los canchales y roquedos, pamatarnosoigausted, pero la verdad que divertido fue. Hoy no lo hagáis que lo mismo os detienen. Desmonta tienda y para abajo deshaciendo camino.
Una sensación de las subidas al Trevenque que nunca olvidaré fue un domingo que bajando por la cuerda nos pilló la lluvia. El olor a tomillo y lo inhóspito del monte me hizo alcanzar un pensamiento muy profundo ¿y las cabras dónde se meten cuando llueve? Agradecí entonces tener una casa donde darme una ducha y tomarme un cola-cao caliente cuando llegaba de la sierra. Porque la verdad es que llegaba baldado. Esa sensación de cada domingo por la tarde ya en casa era lo más reconfortante que he sentido nunca.

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