El Barranco del Caballar desde el camino de Enix

El Barranco del Caballar desde el camino de Enix......
Subiendo caminos monótonos que nos permiten ponernos al día de cada día de los que han sido consumidos por la inercia de la vida que cada uno lleva por separado, para sí mismo.... Obviando el esfuerzo, distinto para cada uno de nosotros, y saboreando en comunión el espectáculo cada vez que nos giramos hacia el sur para otear un horizonte casi rendido a nuestros pies. Violentando la inercia de seguir el camino, y quebrando el sentimiento de la docilidad, abandonamos el sendero de la certeza para adentrarnos en la vereda del que será, del ya si eso.... Y ahí está el barranco de El Caballar, en su parte lo suficientemente alta para ser atractiva, pero no tanto como cuando solo es un meandro entre lomas... Cambio de planes, y Keko me sigue el juego. No lo cruzamos para paralelamente ir subiendo.... Decidimos bajarlo hasta sus últimas consecuencias.... La mente se distrae, juega y disfruta pues acaba de cambiar su paradigma... Ahora toca ir atento en cada paso. Se acabó la inercia y el automatismo... Cada paso ha de ser medido. Atención consciente que nos deleita con paisajes de corto alcance maravillosos... Paredes, cuevas, adelfas, romero, rocas domadas por la erosión, pozas recién refrescadas por la lluvias torrenciales de la noche pasada.... Un alto en el camino, una cerveza fría y ningún bar a la vista.... Correcto. Estamos preparados para cualquier contingencia. Retomamos el curso del barranco tras el descanso.... Keko, Iñaki y yo... Y la sensación de estar haciendo lo correcto, con todo a favor... Nublado el cielo cuando subíamos, soleado en la pausa, y ahora tronando a nuestras espaldas para meternos la prisa que dejamos abandonada en cualquiera de la piletas que sorteamos.... Empezamos a oler la sal del aire endulzado del mediterráneo. Estamos cerca de La Chanca, que evitaremos, para no caer en vetustos recuerdos de niñez descalza.... Las gotas, los truenos, y las sombras grisáceas nos masajean el cogote.... Cálculos que resultaron perfectos no evitan la bendición de recibir en nuestra piel las lágrimas del cielo en su justa medida... Refrescando, alentando, aligerando nuestro paso, empujándonos cuesta abajo tras ver en fotogramas la Alcazaba escondida tras sí misma, para caer rendidos en el primer bar que más que Oasis, espejismo es.... Pero juro por Dios, Yaveh, Alá, Buda.... Que tenían quintos fresquitos, que en lotes de a dos, pimplamos como si no hubiera un mañana.... Que haberlo, haylo!....
Podría haber sido más concreto, pero hoy tocaba así, y así lo leerán quienes con el alma limpia del caminante no necesitan de detalles, pues bien saben de caminos que sin estar dibujados, se hallan en cada paso que damos...