E4 'NATIONAL BLUE TRAIL' 203ª VAC-KOSD-ROMHANY

27 de abril de 2018


Distancia: 26,79 km.


Ascenso total: 599 m.


Descenso total: 592 m.


Altura máxima: 410 m.


Altura mínima: 156 m.


Valoración: 6,5


Tiempo de marcha: 8 h. 45 m.


Velocidad media: 3,3 km/h



Señalización: Muy buena



De nuevo en el Nacional Blue, ya le tenía ganas, desde mayo del año pasado que lo dejamos en las cercanías de Vac.
Llegamos anoche a Vac para cenar y dormir, he extrañado la cama al igual que Paul y se ha unido la claridad de la mañana, poco después de las 5 ya estaba amaneciendo.
A las 7 de la mañana luce un sol expendido, entramos en algo parecido a una panadería o dulceria, con máquina de café y tomamos un desayuno antes de coger un autobús que nos lleva a Kosd, un pequeño pueblo cercano al National Blue, un poco mas adelante cogeremos el camino donde lo dejamos el año pasado.
Comenzamos a caminar subiendo un poco para reencontrarnos con el camino, pasamos el monumento a los mineros de Kosd que murieron en un accidente en la mina de carbón de Kosd. Pronto llegamos al cruce pero, han eliminado la señalización azul y han modificado el trazado menos mal que mi GPS es algo más para mí que un simple aparato que funciona con pilas. Más o menos un kilómetro adelante encontramos de nuevo la señalización, abandonando la pista y penetrando en un sendero que se pierde en un bosque de roble melojo. El camino sale del bosque a un prado y desciende hasta Osagard, hay un vivac poco antes de la entrada donde una señora se encuentra sembrando unas cebollas, debe de tener más de ochenta años. En el pueblo, llama la atención algunas casas de adobe, en uno de los postes de la calle hay un sello para sellar el libro de los que hacen el National Blue como reto personal.
Paramos junto a una tienda, compro agua y descansamos en la parada de autobús.
A la salida del pueblo, el cementerio al aire libre, casi tapado por la hierba. Giramos al noroeste, seguimos una pista que asciende entre bosque y prados, con montones de madera cortada preparada para su destino.
El camino entre árboles, a veces no deja entrar la luz.
Llegamos a Felsöpetény, rodeado de las colinas de los montes Cserhat donde hacemos una parada para comer un poco de chocolate artesanal que me trajo mi hija de Hervás en el valle de Ambroz.
A la salida de Felsopeteny se encuentra el Castillo Almasy pero no logramos verlo, además de los retos de un antiguo ferrocarril que traía el mineral de una mina de caolín cercana.
El camino va ascendiendo suavemente, el espino albar comienza a florecer dejando su aroma allá por donde asoma su flor. Pasamos una explotación de cabras con cuernos diferentes a las que se crían en España y entramos en Alópetény a la derecha el castillo Pronay, se encuentra cerrado pero hay personal de mantenimiento y pedimos que nos dejen entrar por sus jardines para hacer algunas fotos, nos dejan muy amablemente y en poco tiempo le damos una vuelta por el exterior.
Llegamos a un restaurante y paramos a comer, no esperábamos tanta comida cuando había que continuar.
A la salida el camino gira hacia arriba, poco a poco vamos dejando el pueblo abajo, pasamos un refugio, la verdad que tiene un candado, sería complicado refugiarse para pasar la noche o evitar una tormenta.
Aunque la mayoría del bosque de esta etapa está dominada por el roble, hay algunas zonas de hayas donde el camino se pierde en senderos que serpentean entre ellas y nosotros agradecemos este tipo de caminos. Llegamos a un vivac con zona de recreo, mesas y bancos para comer y un techo para escapar de una tormenta o pasar una noche. Desde el lugar vemos Romhany, nuestro destino de hoy, muchas casas dispersas a los lados de una carretera principal, aunque este pueblo es una excepción, algunas fábricas de derivados de una cantera de piedra situada en las cercanías.
En el pueblo compro algo de fruta, estoy saturado con la comida de mediodía, y voy a cenar algo de fruta.
Una chica nos abre el alojamiento, luego viene Tomas a darnos la bienvenida, un apartamento bastante bueno con un buen cuarto de baño donde nos damos una ducha y bajamos al bar a recordar lo que nos gustaba la Soproni en el estage del año pasado cuando nos acompañó José Luis. Tomamos una botella de medio litro y volvimos al apartamento a descansar y a escribir, al poco llega Tomas un controlador de banca muy agradable, nos invitó a unos chupitos de palinka, que es como nuestro orujo y estuvimos hablando durante un buen rato, luego volvimos al apartamento y a dormir después de comer algo de la fruta de la compra.

Alojamiento Rozsakert Vendeghaz 8
Relación calidad/precio 9