Dúrcal - Manantial Urquiza

Corta ruta pero no exenta de belleza por la diversidad paisajística tan notable que se dispone en este coqueto recorrido. Partimos de la calle San José, arteria principal de Dúrcal y girando hacia la calle Rocío Dúrcal que nos conduce hacia El Olivón, ya en las afueras de la localidad vamos buscando cruzar perpendicularmente la autovía A 44 por uno de sus pasos subterráneos cuya lugubrez queda deficientemente disimulada por un grafiteo carente de sensibilidad artística. La senda mitad hormigoneada mitad asfaltada discurre paralela al Barranco del Baño que nos ofrece bellas perspectivas que no son plenamente estéticas por la salvedad de un vertedero incontrolado sito en la vertiente de enfrente. Los lixiviados de éste pueden contaminar las aguas de esta cuenca, asunto que no debe preocupar a los desaprensivos insolidarios de este tipo de conductas. Tras unos curveteos llegamos a la senda que en bajada nos conduce al Manantial de Urquiza, caracterizada por una templanza de agua y cierto sabor a magnesio pero que los habitantes de la comarca recogen para uso doméstico. No en vano las rocas dolomíticas alpujárrides de este lar proporcionan este sabor tan peculiar al circular las aguas por su interior. Ya en la proximidad de la confluencia con el río Dúrcal la senda estrecha y pendiente escarpa primero por un tramo rocoso y después por un matorral de monte bajo de aulagas, romero, albaidas y esparto hasta alcanzar de nuevo la cota de los 800 m en las Eras de San Antonio pobladas por olivar, y almendros. Cruzamos de nuevo la autovía por un puente hacia el camposanto y El Picón y atravesando unas huertas, la mayoría valladas, llegamos llanamente al pueblo vislumbrando en lontananza las faldas del Caballo y la Falla de Nigüelas.