Dehesa del Generalife- Parque Periurbano-Cementerio
near Lancha del Genil, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
SALIDA DESDE EL APARCAMIENTO DEL CEMENTERIO
Declarado Parque Periurbano por la Consejería de Medio Ambiente en 1995, está situado al sur del Río Darro y al este de la capital granadina, prácticamente unido a la ciudad. Aunque hay otras vías de acceso al parque, como el paseo del Aljibillo y la Cuesta de los Muertos, de los Chinos o del Rey Chico, comenzar el itinerario por el Cementerio de San José permite dejar el coche estacionado en su aparcamiento.
Desde allí arranca una pista forestal que asciende hasta la zona recreativa del Llano de la Perdiz. Tomando esta vía, los restos del Albercón del Negro -que alimentaba con su agua la Alberca de los Alijares, aledaña al palacio del mismo nombre- se convierten en el alfa y omega de la ruta por la Dehesa.
Si se continúa por el camino, que serpentea por el olivar que cubre la cara sur de la Dehesa, conocida como el Monte de Cenes, el siguiente hito nazarí es el Aljibe de la Lluvia, que todavía sigue siendo utilizado para tomar agua en caso de incendio o por los operarios de la Dehesa cuando hay alguna obra.
Y es que, como señala un cartel explicativo que hay junto a este aljibe, muchas de las obras de ingeniería hidráulica que llevaban agua a los palacetes nazaríes están en pie. En el mismo panel se cuenta que el Aljibe de la Lluvia, conservado en muy buenas condiciones, aunque en la actualidad sólo puede contemplarse de él la bóveda superior y un muro exterior junto al que hay una alberca construida posteriormente, servía para dar agua al Palacio de Dar Al-Arusa.
Prosiguiendo por la travesía que arranca en el Aljibe de la Lluvia, una zona recreativa con mesas de piedra, barbacoas y columpios, se alcanza el paraje de Las Norias, que tomaban el agua de la Acequia Real y, con sus serpentinas, la subían para llevarla a una alberca próxima. Por este sendero de tierra rojiza se llega a un mirador que ofrece una arrebatadora panorámica de la ciudad de la Alhambra.
Como reza en el cartel que señala perfectamente los puntos de mayor interés que pueden contemplarse desde la atalaya, la vista puede pasear desde la cuenca del Darro al paisaje humanizado de la ciudad con una transición bellísima desde las vegas de este caudal, sembradas de cortijos y huertas, pasando por los barrios más antiguos, el Albaicín y el Sacromonte, hasta llegar a densidad del núcleo urbano moderno. Pero apoyado en la barandilla del mirador, el excursionista puede divisar mucho más que la cara antigua y moderna de la metrópoli, también los cerros del Generalife, la Silla del Moro, las ruinas de Dar Al-Arausa, la Fuente del Avellano, La Vega, Sierra Elvira, los restos de la murallas nazaríes, la Ermita y el Cerro de San Miguel, el Parque Natural de la Sierra de Huétor o la Abadía del Sacromonte.
Si se desanda el sendero iniciado en el Aljibe de la Lluvia y se vuelve a la pista forestal que conduce desde este punto a la zona recreativa del Llano de la Perdiz, se llega a un área dedicada al descanso y al esparcimiento. Allí, el visitante encontrará un reloj de sol que carece de gnomon, ya que la hora se lee a través del avance de la sombra sobre su superficie. El hierro de su esfera es el hito que guía hacia distintos puntos de Granada, como las sierras de Loja o de Tejeda, el Castillo de Moclín, Sierra Elvira, o los picos del macizo nevadense, como la Alcazaba, Mulhacén o Veleta.
Tras atravesar la zona recreativa, donde los excursionistas podrán solazarse en los columpios, pistas y circuitos deportivos, se llega a la ladera norte de la Dehesa del Generalife. A pocos metros arranca el sendero del Quejigar del Darro, que discurre por una de las escasas superficies de auténtico encinar que se conservan en las proximidades de la ciudad.
A lo largo de su trazado a través del bosque de encinas, el caminante podrá contemplar una magnífica estampa de la cuenca del Darro con la Sierra de Huétor como telón de fondo. Conforme se va descendiendo por la vertiente norte de la Dehesa y se va llegando a la ribera, la mayor humedad permite que en el tramo final se desarrolle un interesante bosque de quejigos, con algunos pies de avellano y fresno.
Este camino conecta con un sendero que se va desenvolviendo paralelamente a la Acequia Real o Acequia del Generalife. Si se toma esta vía se puede llegar a enlazar con el itinerario que lleva a la Silla del Moro, atalaya que ofrece magníficas vistas de la Alhambra y la ciudad.
Waypoints
Acequia Real o del Generalife
Actualmente la Acequia Real de la Alhambra toma las aguas del río Darro y discurre con la pendiente necesaria, por la umbría de la Dehesa del Generalife mediante túneles. El único testigo evidente son las galerías construidas para extraer los materiales y para mantener el túnel y sólo en un punto es observable la acequia como tal. El aliciente fundamental de este sendero es el paisaje y la historia. El valle del río Darro deja ver las huertas primorosas y al norte el camino de Beas, el cerro de San Miguel, el Sacromonte y el Albaicín nos regalan imágenes espectaculares. Destaca sobre todo la Abadía del Sacromonte y los restos de las murallas islámicas del siglo XI. El acceso se puede realizarse además desde la Silla del Moro, y es recomendable si las condiciones físicas lo permiten, subir por la Cuesta de Los Chinos, auténtica maravilla para la vista y para mejorar físicamente el estado de forma.
Silla del Rey
La llamada Silla del Moro, fue una construcción de vigilancia y protección para el Generalife y las huertas en un sector tan importante para la distribución del agua de la Acequia Real a toda la Alhambra. Hasta la segunda mitad del s. XX en que se inició la reconstrucción de la torre principal y de los muros, el Conjunto Monumental permaneció en un estado de ruina y abandono. Fue a partir de 1929, con Torres Balbás, cuando se comenzó a prestarle atención, al descubrirse los restos de su escalera de acceso y de la puerta de la gran torre que entonces estaba destruida casi en su totalidad. Debió tener el conjunto un carácter militar, en un sector de fincas que aparecían bastante vulnerables a los posibles ataques enemigos. La perspectiva que se divisa a su alrededor pone de manifiesto el papel estratégico de su localización, como lo confirma en el transcurrir de los siglos, por ejemplo, que también fue utilizado por el ejército francés de ocupación. La denominación de Santa Elena se debe a su consagración como iglesia, desconociéndose su nomenclatura árabe, pues no aparece en la relación de fincas pertenecientes al sultán granadino, siendo difícil su atribución. El estado de abandono que sucedió a una serie de utilizaciones diferentes a su destino en época cristiana, la han mutilado de gran manera, privándola de cualquier resto decorativo o epigráfico que pudiera servir de punto de partida. La historia y las descripciones que de ella poseemos pertenecen a épocas muy posteriores a la nazarí y nos aportan muy poco sobre su papel en la estructura defensiva de la capital granadina. Por otro lado, si tenía ese carácter de vigilancia, debía tener algún enlace amurallado o de otro tipo, tanto con el Generalife, como con las construcciones más elevadas del Cerro del Sol, o incluso en el recorrido de la acequia
Cementerio de San José
El Cementerio de las Barreras, levantado en 1805 junto al Palacio nazarí de los Alixares con la urgencia provocada por la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad, es el precursor del hoy llamado Cementerio de San José. Una ubicación óptima, en el privilegiado conjunto monumental y paisajístico de la Alhambra, localizada extramuros siguiendo las directrices del Rey Carlos III. Los proyectos y ampliaciones sucesivas de relevantes arquitectos y escultores han dado forma definitiva a los 110.000 m2 que hoy ocupa, distribuidos en patios que iremos descubriendo a través de nuestro paseo por la memoria de la ciudad.
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