28. Dehesa de Quintanapalla

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 25 (para Senderismo): dificultad 'Muy Fácil' (en el límite con 'Fácil') para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 58 metros (algo inferior al que estima Wikiloc).


La dehesa de Quintanapalla se halla a 1,5 km al norte del pueblo del mismo nombre, a unos 18 km al noreste de Burgos. Tiene forma redondeada y un diámetro de unos 1,5 km. A pesar de su reducida superficie, hay en ella casi infinitos rincones y espacios de una enorme variedad vegetal (incluidos robles, hayas, arces, olmos, etc., ...y espinos...) y paisajística. Es posible pasarse muchas horas allí explorando, con novedades y sorpresas constantes.

Dicha exploración y su disfrute merece la pena hacerlos pausadamente. Con el fin de añadir antes y después algo de ejercicio rápido, salimos caminando desde el núcleo urbano (y regresamos) por una pista en buen estado pero con un par de ondulaciones acentuadas en su perfil. Hay una puerta de acceso a la dehesa (algo escondida) desde esa pista, en el sureste del recinto. El resto parece mayormente cercado con piedras y vegetación densa.

Ya dentro, es difícil decidirse por dónde empezar la exploración, dado que todo resulta extraordinariamente llamativo. En nuestro caso, la recorrimos en forma circular en sentido contrario a las agujas del reloj. Es imposible no ser cautivado por los innumerables recovecos de los senderos y los inagotables micro-espacios y escondrijos, donde cada metro cuadrado parece distinto del anterior. Así que se pueden hacer tantos desvíos como se desee. Permanecimos 3 horas dentro, pero podríamos haber seguido todo el día (algo tuvo que ver en nuestra retirada la presencia de cazadores).

Nos encontrábamos ya a mediados del otoño y el día se recogía bajo un denso gris. En consecuencia, la vegetación no lucía sus trajes más coloridos. Aun así, y con un encanto de misterio, como aislados del mundo, la dehesa y el bosque resultaron hipnóticos. Nos sentíamos embelesados, como flotando. Sólo la presencia de una manada de vacas pastando tranquilas en una zona abierta nos recordó que teníamos los pies en la tierra y vivíamos en este planeta. Eso y algunos tiros de caza tras nuestros pasos. Menos mal que eso ocurrió hacia el final de la circunferencia. Además, así nos preparó para el tránsito y regreso a la realidad...