Dehesa Boyal de Somosierra

NOTA IMPORTANTE: LA DIFICULTAD CON LA QUE CATALOGO MIS RUTAS ESTÁ REFERIDA PARA MONTAÑEROS HABITUADOS A CAMINAR, QUE SE DESENVUELVEN CON SOLTURA POR TODOS LOS TERRENOS, NO PARA SENDERISTAS OCASIONALES. SI TIENES POCA EXPERIENCIA, AÑÁDELE UN GRADO MÁS A LA DIFICULTAD DE MIS RUTAS PARA NO LLEVARTE SORPRESAS.

Antes que nada quiero advertir que esta preciosa y bucólica ruta puede llevar a engaño por su corta longitud y poco desnivel, ya que transitaremos por sendas y trazas que a veces son muy fáciles de perder, por no hablar de la humedad que invade todo este pequeño edén de bosque atlántico escondido aquí casi milagrósamente. Y esta abundancia de agua y esta frondosidad tienen también su lado incómodo, ya que gran parte de los caminos estarán empapados gran parte del año, haciendo su transito más difícil, por no hablar del tema de los vadeos de los pequeños arroyos que tenemos que cruzar, que no están facilitados, por lo que si llevan bastante agua (según la temporada) y el terreno está mojado y resbaladizo, serán un plus de pequeña dificultad para alguien que no tenga mucha soltura.
Recomiendo hacer la ruta en otoño o en primavera tardía, cuando las hojas de todos los caducos estarán en su esplendor. Nosotros lo realizamos en su climax otoñal y fue una delicia para nuestra vista, realzada por la niebla que envolvía todo mágicamente. Básicamente es un robledal, pero abundan también abedules, cerezos, castaños, mostajos, tejos,acebos y un largo etcétera de especies que no son muy abundantes por estos lares, por lo menos con esta profusión que lo hacen aquí.
Dejamos el coche en un parking que hay al sur de la población de Somosierra, junto a la antigua nacional, que hay que cruzar para tomar el camino que salva la cancela que cierra el paso a los coches. Caminamos un poco aleatoriamente buscando los rincones que más nos llamaban a atención, aunque el Arroyo de la Dehesa fue un poco el que nos marcó el itinerario, ya que buscamos la mejor zona para pasarlo las dos veces que lo cruzamos y, repito, no está facilitado en absoluto. La primera vez que lo hicimos subimos después a una peñas en las que el camino tomó más definición. Desde éstas se obtiene una vista magnífica sobre el arroyo y sobre toda la extensión de bosque de la dehesa. Nos acercamos después a la fuente de Fuentefría, en donde pronto termina el bosque si continúas subiendo, por lo que nos dimos la vuelta para retornar por un precioso y ancho camino entre el espeso bosque. Nos acercamos a algún ejemplar importante de roble, de acebo y de mostajo. El camino nos baja cómodamente hasta que llegamos de nuevo al arroyo y no vemos una manera cómoda de vadearlo, así que damos alguna vuelta tonta en busca de una zona de paso más sencilla. Después de lograrlo nos toca ir un poco como las cabras hasta que nos aproximamos a una construcción en la que retomamos el cómodo camino, ya casi en la salida de la dehesa.