De punta de La Sarga al faro de Dakhla

La ruta parte desde la Punta de La Sarga, extremo final de la península de Dakhla. Es, con mucho, el punto más curioso de la ruta pues además de su peculiaridad geográfica ya comentaba, es el lugar donde se suben los cayucos de pesca a tierra. Es curiosa la forma de subirlas a tierra: un tractor, se acerca a la orilla de la playa (mojando las ruedas en el mar) y con un cabo remolca en unos segundos la embarcación desde el agua a su sitio asignado en la playa. Y digo sitio asignado, porque hay cientos de embarcaciones varadas en la playa, muy ordenadoras y paralelas. Es, en realidad un punto muy fotográfico con esas hileras de cayucos de pesca de roda alta tan bien alineadas en la playa.
El camino sigue paralelo a la playa hasta que se sale de una pequeña población de chabolas denominada La Sarga (Lassargue, en francés). No podría asegurar que fuera una población, podrían ser casas de plásticos para guardar enseres de pesca. Difícil saberlo.
Hay que pasar un control policial que parece que no controla mucho. A mi, ni me miraron.
Tras un par de km en dirección oeste, hay que torcer a la derecha, siempre paralelos al mar y a la carretera. Se puede seguir por la carretera, pero es más interesante acercarte al pequeño acantilado (unos 10 mts) y caminar siempre pegados al mar.
El camino es muy monótono a lo largo de varios kilómetros (mar, rocas, llano y carretera)..
Después de unos cuantos kilómetros comenzaremos a divisar, a lo lejos, el faro de Dakhla. También empezaremos a ver tinglados industriales junto a la carretera.
Más adelante llegaremos a una playa de arena muy clara en la que una gran cantidad de pescadores de caña se alinean en la orilla. Por encima de la playa hay un paseo marítimo peatonal que hace ya muchos años dejó de tener lustre.
Pasada la playa, el camino se eleva otros 10 mts y seguimos paralelos al agua, donde el mar rompe en las rocas.
Y finalmente llegamos al faro de Dakhla, aislado en el cabo de su nombre. Es una imponente torre pintada en líneas horizontales negras y blancas. La estructura necesita una mano de pintura (y de cemento en la cara externa que mira al mar). Junto al faro hay una edificación mucho más baja con un torre diminuta que podría hacernos pensar que era el faro primero antes de la construcción del actual.
Ruta sencilla, es casi plana. Puede ser algo cansada por la distancia a recorrer, sobre todo si se hace de un tirón (como hice yo).
Es importante proteger el cuello, los brazos y la cabeza del implacable sol. Sopla mucha brisa y nos puede hacer creer que el sol no pena... Pega, y con ganas.