De la Nueva Ermita de la Cruz a la Casa de la Huerta (Sangonera la Verde)
near El Palmeral, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
La idea era visitar la ermita de la Casa de la Huerta, a la que tengo echado el ojo desde hace más de un año y a la que siempre me ha dado reparo ir por las malas pulgas que se gasta el guarda. Hoy ha sido la primera tentativa.
Para ello he ido a la Nueva Ermita de la Cruz, en el extremo sureste de Sangonera la Verde, y he tomado la Rambla de Sangonera, lo que ya justifica esta ruta, salga como salga la aventura de la Casa de la Huerta.
Y es que esta rambla es muy bonita y muy divertida de caminar. No sólo por el popular Minotauro y el tosco Cristo tallados, sino por el entorno en sí, sobre todo cuando nos encañonamos y se estrecha el paso. Tendremos que usar las manos alguna que otra vez para salvar pequeños escalones, pero no revisten la menor dificultad, al contrario, incrementan el disfrute.
Salimos por fin a un cruce de senderos y una cadena informa de que es propio privada. No importa, el plan es precisamente pedir permiso para visitar la ermita, así que para adelante.
Tras unos cuando requiebros salimos a terrenos aterrazados, aunque incultos desdr hace décadas. Llegamos a una casa en ruinas y ya vemos a tiro de piedra la Casa de la Huerta. Se oyen perros. Malo.
Me adentro por la parte de atrás de la finca, pero el camino está cortado con una precaria alambrada que parece fácil sortear, pero no busco ser furtivo, sino hablar con el guarda.
Retrocedo unos metros y bajo entre terrazas en mejor estado y accedo a la casa por la entrada principal. Escucho las tijeras de podar y por fin veo al guarda. Tres perros han salido a mi encuentro, pero los tranquiliza. Le comento mi intención y le pido permiso para ver la ermita y hacer un par de fotos, aunque sólo sea a la fachada, pero muy amablemente me dice que no es posible entrar si los dueños no se lo ordenan. La finca pertenece a Profusa, y me dice que contacte con ellos. El hombre, recio e imponente, es de lo más amable, así que le doy las gracias, nos damos la mano y me despido. No ha podido ser.
Emprendo el regreso hasta la casa en ruinas de antes y cruzo la rambla para conectar con el PR-MU 34 durante unos metros. Desde ahí me dirijo a Casas Altas, una casona en ruinas que aún conserva casi toda su fachada. Está plantada en un llano con muy buenas vistas al norte, hacia la ciudad.
Desde aquí tomo un sendero ancho y muy pisado que me saca al camino que circula en paralelo a un barranco sin nombre, tributario de la Rambla de Sangonera.
Es un tramo muy agradable, en suave descenso que acaba saliendo del monte a las llanuras áridas y caminos polvorientos de esta zona. Finalmente pasamos junto al depósito de agua y llegamos a la Nueva Ermita de la Cruz.
Nueve kilómetros exactos de ruta tranquila, y a pesar de no haber podido cumplir el objetivo, merece la pena patearse estos caminos y ramblas poco transitados y con algunos rincones muy interesantes.
Para ello he ido a la Nueva Ermita de la Cruz, en el extremo sureste de Sangonera la Verde, y he tomado la Rambla de Sangonera, lo que ya justifica esta ruta, salga como salga la aventura de la Casa de la Huerta.
Y es que esta rambla es muy bonita y muy divertida de caminar. No sólo por el popular Minotauro y el tosco Cristo tallados, sino por el entorno en sí, sobre todo cuando nos encañonamos y se estrecha el paso. Tendremos que usar las manos alguna que otra vez para salvar pequeños escalones, pero no revisten la menor dificultad, al contrario, incrementan el disfrute.
Salimos por fin a un cruce de senderos y una cadena informa de que es propio privada. No importa, el plan es precisamente pedir permiso para visitar la ermita, así que para adelante.
Tras unos cuando requiebros salimos a terrenos aterrazados, aunque incultos desdr hace décadas. Llegamos a una casa en ruinas y ya vemos a tiro de piedra la Casa de la Huerta. Se oyen perros. Malo.
Me adentro por la parte de atrás de la finca, pero el camino está cortado con una precaria alambrada que parece fácil sortear, pero no busco ser furtivo, sino hablar con el guarda.
Retrocedo unos metros y bajo entre terrazas en mejor estado y accedo a la casa por la entrada principal. Escucho las tijeras de podar y por fin veo al guarda. Tres perros han salido a mi encuentro, pero los tranquiliza. Le comento mi intención y le pido permiso para ver la ermita y hacer un par de fotos, aunque sólo sea a la fachada, pero muy amablemente me dice que no es posible entrar si los dueños no se lo ordenan. La finca pertenece a Profusa, y me dice que contacte con ellos. El hombre, recio e imponente, es de lo más amable, así que le doy las gracias, nos damos la mano y me despido. No ha podido ser.
Emprendo el regreso hasta la casa en ruinas de antes y cruzo la rambla para conectar con el PR-MU 34 durante unos metros. Desde ahí me dirijo a Casas Altas, una casona en ruinas que aún conserva casi toda su fachada. Está plantada en un llano con muy buenas vistas al norte, hacia la ciudad.
Desde aquí tomo un sendero ancho y muy pisado que me saca al camino que circula en paralelo a un barranco sin nombre, tributario de la Rambla de Sangonera.
Es un tramo muy agradable, en suave descenso que acaba saliendo del monte a las llanuras áridas y caminos polvorientos de esta zona. Finalmente pasamos junto al depósito de agua y llegamos a la Nueva Ermita de la Cruz.
Nueve kilómetros exactos de ruta tranquila, y a pesar de no haber podido cumplir el objetivo, merece la pena patearse estos caminos y ramblas poco transitados y con algunos rincones muy interesantes.
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