189. De Castellanos de Bureba a La Picotilla
near Castellanos de Bureba, Castilla y León (España)
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Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 47 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 381 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
El espectáculo iba a comenzar. Ya estábamos inquietos. “¡Que no se nos escape!”. Hacía ya todo un año que no habíamos asistido a la exhibición.
La floración de los 40.000 cerezos que dan vida al Valle de Caderechas suele comenzar entre finales de marzo y principios de abril. Aún había tiempo, pero esto depende del tiempo (el otro). El invierno había sido corto. Quizá se adelantase la ceremonia.
Decidimos, pues, hacer una avanzadilla exploratoria. “A ver cómo está la cosa…”.
El problema era el cielo. Las predicciones decían ‘nublado’. Eso, en la recién estrenada primavera, apagaría los colores. El verde, el amarillo, el violeta, el blanco…, todos parecerían grises. Los contrastes se difuminarían. Los relieves quedarían laminados.
A la ruta de hoy le tocaría ‘bailar con el más feo’. El día tristón. Al parecer, el tiempo estaría parecido en todas partes. Así que a alguna ruta le tocaría sacrificarse en ese baile de domingo.
Cualquier satisfacción que pudiéramos obtener en la ruta elegida sería mérito suyo. Y de nuestra ‘buena cara al mal tiempo’. Tendríamos (la ruta y nosotros) que apañarnos con una pareja patosa, con unas condiciones meteorológicas desmañadas.
Con esos malos presagios, y una pizca de esperanza, partimos hacia la puerta del Valle de Caderechas. …Pero, ya en marcha sobre ruedas, vimos que el cielo se iba volviendo azul. “¡Qué raro…!”.
“¿Habremos mirado mal las previsiones meteorológicas?”. Las consultamos de nuevo. Ahora daban cielo despejado; sólo una hora después de nuestra anterior inspección. “¡Así también acierto yo!”. Y así continuó toda la mañana.
Ahora, lo que ocurriera dependería de la propia ruta. Ya no tendría excusas…. …Y de nuestros buenos ojos para ella; y de nuestra voluntad para sobreponernos cualquier inconveniencia o frustración (…¡uumm!, ¿por qué diré esto?...).
LA RUTA
El Valle de Caderechas es un hundimiento anticlinal (como una ‘cazoleta alargada’). Tiene un sinclinal elevado en el centro, que corta el valle longitudinalmente (de NO a SE): es la llamada ‘Gran Sierra’ o ‘Sierrilla’ (según prefieras).
La Picotilla es la elevación (picuda, cómo no) en el extremo SE de ese cordal-sinclinal. La ruta de hoy cruza la sierra de modo transversal de sur a norte, en la entrada al valle. Sale del pueblo de Castellanos de Bureba y en él finaliza.
El camino asciende por un bosque de pinos y algún cultivo de frutales, hasta el km 4,0. Allí, un descansillo nos prepara para el tirón de 300 m (lineales) hasta la cima rocosa de La Picotilla. Antes hay que pasar por un hueco en una alambrada (sin mayor dificultad).
Tras detenernos en esa atalaya con vistas en derredor, retomamos el camino que traíamos desde el sur. Ahora lo continuaremos hacia el norte, ya en descenso, por el otro lado de la sierra. El bosque es allí más frondoso y variado.
En algunos tramos, la hierba difumina el camino, que se convierte en senda. Debido a ello, entre el km 7,2 y el 7,6 nos vemos obligados a un pequeño rodeo. Puede acortarse 200 m. Aunque, de hacerlo, también perderíamos bonitas escenas boscosas.
Ya próximos al km 7,8, llegamos al lecho del valle, un poco antes del pueblo de Bentretea. Un desvío para ver las ruinas de su iglesia. Luego tenemos 500 m (del km 8,6 al 9,1) por carretera hasta el siguiente pueblo, Terminón.
Desde allí, nada más dejar atrás su iglesia, tomamos la vía verde Santander-Mediterráneo (km 9,6 al 12), de vuelta en Castellanos. Es llana y rectilínea, pero el paisaje por la izquierda es muy entretenido: el valle del río Homino y más allá las montañas de Oña.
Posibles Dificultades:
No las hay de importancia. Todo el ascenso y el descenso son paulatinos, tendidos. El terreno se halla en buen estado. Las demandas físicas son relativamente bajas, incluso en el empellón a La Picotilla. Cuidado con el viento en su reducida cima.
En el km 7,3 hay una valla difícil de salvar. Hay que retroceder un poco a su lado, hacia arriba y a la derecha. Encontraremos un punto (km 7,5) donde hay vía libre y enseguida tendremos un camino que nos lleva a Bentretea.
La orientación no parece complicada; quizá lo es algo más en el descenso. No obstante, hay bastantes caminos en toda la zona del monte y el bosque. Mejor llevar una guía.
DESTACADO
Una primorosa ruta en los albores de la primavera. Vestida ya con (casi) todos los colores, incluida una infinidad de verdes, desde los más vivos a los más sólidos. Todos los colores…, menos el blanco…. Favorecida, además, por un tiempo espléndido.
(1) Las Vistas desde La Picotilla:
La Picotilla tiene una altitud modesta (879 msnm). Aun así, al hallarse en un extremo (sureste) de la Gran Sierra, casi nada se interpone entre ella y los horizontes. Sólo por el noroeste, por donde la sierra continúa, se elevan más altos Peña Alborto, Castil Viejo, el Mazo.
Desde La Picotilla alcanzamos a ver el perfil de la Sierra de la Demanda, al sur. Más cerca, la Mesa de Oña, La Bureba, el lomo del Altotero de Poza de la Sal y, por supuesto, los dos valles de las Caderechas, y algo del circo que les cierra de este a oeste.
Es un gran espectáculo en visión estéreo; y más ahora, multi-colorido. Uno siente la necesidad de llevarse un corto video por si la memoria flaquea.
(2) El Entorno Vegetal:
En realidad, parte de los horizontes mencionados los empezamos a ver ya antes de la cima, desde media altura. Los bosques que vamos recorriendo dejan en su parte alta abundantes huecos de visibilidad al exterior.
Pero, los bosques tienen también interés por dentro. Durante el ascenso, están poblados de pinares, principalmente; con buen aspecto. Durante el descenso, la vegetación es bastante más heterogénea y con más gama cromática.
El llano también aprovecha magníficamente los inicios primaverales. Algunos frutales ya están en flor. Destaca especialmente la vega del río Homino entre Terminón y Castellanos, durante el regreso por la vía verde. Estampas preciosas de pujante naturaleza.
(3) Los Pueblos:
Desde arriba, divisamos innumerables pueblos a lo ancho de La Bureba, y entrevemos otros en el propio valle (Aguas Cándidas y Hozabejas, a un lado; Cantabrana y Herrera de Caderechas, al otro). Sembrados entre los campos y los montes, añaden vistosidad.
Además, en el vestíbulo norte del valle de Caderechas, pasamos por Bentretea y Terminón. Presentan una curiosa combinación de antigüedad y modernidad. Tienen interés las ruinas de la iglesia de aquél y la iglesia en pie de éste.
Por Castellanos de Bureba apenas si dimos una vuelta. Habrá que ir al menos hasta su iglesia. No obstante, al final nos deparó dos gratísimas sorpresas: un amistoso caballito con largas crines y una finca con floridos frutales… (ver Anécdota).
(4) La Antigua Estación del Tren:
En la vía verde hay un motivo para la nostalgia: la antigua estación compartida por Terminón y Castellanos de Bureba. Podría haber permanecido como un bonito punto de atracción en ese entorno (‘víaverde’, ‘víaverde’…, pompa verbosa desangelada). Podría, pero….
Hoy la estación es pasto de las dentelladas de la intemperie y la barbarie grafitera. Han puesto unos bancos al lado. Quizás alguien se atreva a sentarse. Muy cansado tiene que hallarse el cuerpo como para someter el alma a ese suplicio.
No mires. No recuerdes. Menos mal que mirando a otro lado, hacia el opuesto, se realzaba aún más, por contraste, la belleza del paisaje.
ANÉCDOTA
Como indicaba en el Preámbulo, ésta pretendía ser una ruta de aproximación; para explorar el avance en la floración de los cerezos. Así calcularíamos cuándo podría llegar su momento explosivo y estar allí presentes.
Después de 3 horas y media, y 12 km de marcha, estábamos a punto de terminar, ya de vuelta en Castellanos de Bureba. Nada; no habíamos visto ninguna finca de cerezos en flor. Y eso que nos habíamos adentrado unos cuantos km en el valle.
“Bueno, pues será que aún es temprano para la floración, o que en esta parte hay pocos cerezos”. Ya nos habíamos hecho a la idea (…‘aún no están maduras…’).
Pero, de pronto, una aparición. A 100 metros del coche, pero por la parte opuesta a la que habíamos comenzado la ruta. “¡Cómo no lo habíamos visto antes!”.
¡Allí había una finca vallada con cerezos en flor! Al lado mismo del pueblo. ‘¡Qué gran recompensa!’ Esas recompensas, las esperadas, y luego frustradas y dadas por perdidas, pero finalmente satisfechas, son las mejores.
Fotos tras las mallas metálicas: cerezos con mallas. Fotos haciendo malabarismos para meter el objetivo de la cámara entre los agujeros. Fotos de la flor con o sin la espadaña de la iglesia al fondo. El deseo acumulado….
“¡Uuuffffff!. Tiene que haber alguien o algo que vela por nosotros. Se hace de rogar, pero guarda su generosidad para el final. ¡Vaya cierre de ruta!”.
Ya en casa, repuestos de la emoción, una lucecita maliciosa se encendió en la trasera de la mente. Taimada, ‘como quien no quiere la cosa’: ‘Oye, ¿las flores de los cerezos de Las Caderechas no son blancas?’, nos susurró.
Consulté las fotos de una ruta que habíamos realizado por el interior del valle hacía casi un año. Efectivamente, todas las flores eran blancas.
“Uy, entonces, ¿qué hemos visto ahora? Estas flores eran rosaditas o de un violeta pálido; de un color claro, pero en absoluto blancas”. …¡¿?!...
Para nada nos vinimos abajo. ¡¿Quién dijo frustración?! Eran preciosas. Tal vez fueran almendros.
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 47 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 381 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
El espectáculo iba a comenzar. Ya estábamos inquietos. “¡Que no se nos escape!”. Hacía ya todo un año que no habíamos asistido a la exhibición.
La floración de los 40.000 cerezos que dan vida al Valle de Caderechas suele comenzar entre finales de marzo y principios de abril. Aún había tiempo, pero esto depende del tiempo (el otro). El invierno había sido corto. Quizá se adelantase la ceremonia.
Decidimos, pues, hacer una avanzadilla exploratoria. “A ver cómo está la cosa…”.
El problema era el cielo. Las predicciones decían ‘nublado’. Eso, en la recién estrenada primavera, apagaría los colores. El verde, el amarillo, el violeta, el blanco…, todos parecerían grises. Los contrastes se difuminarían. Los relieves quedarían laminados.
A la ruta de hoy le tocaría ‘bailar con el más feo’. El día tristón. Al parecer, el tiempo estaría parecido en todas partes. Así que a alguna ruta le tocaría sacrificarse en ese baile de domingo.
Cualquier satisfacción que pudiéramos obtener en la ruta elegida sería mérito suyo. Y de nuestra ‘buena cara al mal tiempo’. Tendríamos (la ruta y nosotros) que apañarnos con una pareja patosa, con unas condiciones meteorológicas desmañadas.
Con esos malos presagios, y una pizca de esperanza, partimos hacia la puerta del Valle de Caderechas. …Pero, ya en marcha sobre ruedas, vimos que el cielo se iba volviendo azul. “¡Qué raro…!”.
“¿Habremos mirado mal las previsiones meteorológicas?”. Las consultamos de nuevo. Ahora daban cielo despejado; sólo una hora después de nuestra anterior inspección. “¡Así también acierto yo!”. Y así continuó toda la mañana.
Ahora, lo que ocurriera dependería de la propia ruta. Ya no tendría excusas…. …Y de nuestros buenos ojos para ella; y de nuestra voluntad para sobreponernos cualquier inconveniencia o frustración (…¡uumm!, ¿por qué diré esto?...).
LA RUTA
El Valle de Caderechas es un hundimiento anticlinal (como una ‘cazoleta alargada’). Tiene un sinclinal elevado en el centro, que corta el valle longitudinalmente (de NO a SE): es la llamada ‘Gran Sierra’ o ‘Sierrilla’ (según prefieras).
La Picotilla es la elevación (picuda, cómo no) en el extremo SE de ese cordal-sinclinal. La ruta de hoy cruza la sierra de modo transversal de sur a norte, en la entrada al valle. Sale del pueblo de Castellanos de Bureba y en él finaliza.
El camino asciende por un bosque de pinos y algún cultivo de frutales, hasta el km 4,0. Allí, un descansillo nos prepara para el tirón de 300 m (lineales) hasta la cima rocosa de La Picotilla. Antes hay que pasar por un hueco en una alambrada (sin mayor dificultad).
Tras detenernos en esa atalaya con vistas en derredor, retomamos el camino que traíamos desde el sur. Ahora lo continuaremos hacia el norte, ya en descenso, por el otro lado de la sierra. El bosque es allí más frondoso y variado.
En algunos tramos, la hierba difumina el camino, que se convierte en senda. Debido a ello, entre el km 7,2 y el 7,6 nos vemos obligados a un pequeño rodeo. Puede acortarse 200 m. Aunque, de hacerlo, también perderíamos bonitas escenas boscosas.
Ya próximos al km 7,8, llegamos al lecho del valle, un poco antes del pueblo de Bentretea. Un desvío para ver las ruinas de su iglesia. Luego tenemos 500 m (del km 8,6 al 9,1) por carretera hasta el siguiente pueblo, Terminón.
Desde allí, nada más dejar atrás su iglesia, tomamos la vía verde Santander-Mediterráneo (km 9,6 al 12), de vuelta en Castellanos. Es llana y rectilínea, pero el paisaje por la izquierda es muy entretenido: el valle del río Homino y más allá las montañas de Oña.
Posibles Dificultades:
No las hay de importancia. Todo el ascenso y el descenso son paulatinos, tendidos. El terreno se halla en buen estado. Las demandas físicas son relativamente bajas, incluso en el empellón a La Picotilla. Cuidado con el viento en su reducida cima.
En el km 7,3 hay una valla difícil de salvar. Hay que retroceder un poco a su lado, hacia arriba y a la derecha. Encontraremos un punto (km 7,5) donde hay vía libre y enseguida tendremos un camino que nos lleva a Bentretea.
La orientación no parece complicada; quizá lo es algo más en el descenso. No obstante, hay bastantes caminos en toda la zona del monte y el bosque. Mejor llevar una guía.
DESTACADO
Una primorosa ruta en los albores de la primavera. Vestida ya con (casi) todos los colores, incluida una infinidad de verdes, desde los más vivos a los más sólidos. Todos los colores…, menos el blanco…. Favorecida, además, por un tiempo espléndido.
(1) Las Vistas desde La Picotilla:
La Picotilla tiene una altitud modesta (879 msnm). Aun así, al hallarse en un extremo (sureste) de la Gran Sierra, casi nada se interpone entre ella y los horizontes. Sólo por el noroeste, por donde la sierra continúa, se elevan más altos Peña Alborto, Castil Viejo, el Mazo.
Desde La Picotilla alcanzamos a ver el perfil de la Sierra de la Demanda, al sur. Más cerca, la Mesa de Oña, La Bureba, el lomo del Altotero de Poza de la Sal y, por supuesto, los dos valles de las Caderechas, y algo del circo que les cierra de este a oeste.
Es un gran espectáculo en visión estéreo; y más ahora, multi-colorido. Uno siente la necesidad de llevarse un corto video por si la memoria flaquea.
(2) El Entorno Vegetal:
En realidad, parte de los horizontes mencionados los empezamos a ver ya antes de la cima, desde media altura. Los bosques que vamos recorriendo dejan en su parte alta abundantes huecos de visibilidad al exterior.
Pero, los bosques tienen también interés por dentro. Durante el ascenso, están poblados de pinares, principalmente; con buen aspecto. Durante el descenso, la vegetación es bastante más heterogénea y con más gama cromática.
El llano también aprovecha magníficamente los inicios primaverales. Algunos frutales ya están en flor. Destaca especialmente la vega del río Homino entre Terminón y Castellanos, durante el regreso por la vía verde. Estampas preciosas de pujante naturaleza.
(3) Los Pueblos:
Desde arriba, divisamos innumerables pueblos a lo ancho de La Bureba, y entrevemos otros en el propio valle (Aguas Cándidas y Hozabejas, a un lado; Cantabrana y Herrera de Caderechas, al otro). Sembrados entre los campos y los montes, añaden vistosidad.
Además, en el vestíbulo norte del valle de Caderechas, pasamos por Bentretea y Terminón. Presentan una curiosa combinación de antigüedad y modernidad. Tienen interés las ruinas de la iglesia de aquél y la iglesia en pie de éste.
Por Castellanos de Bureba apenas si dimos una vuelta. Habrá que ir al menos hasta su iglesia. No obstante, al final nos deparó dos gratísimas sorpresas: un amistoso caballito con largas crines y una finca con floridos frutales… (ver Anécdota).
(4) La Antigua Estación del Tren:
En la vía verde hay un motivo para la nostalgia: la antigua estación compartida por Terminón y Castellanos de Bureba. Podría haber permanecido como un bonito punto de atracción en ese entorno (‘víaverde’, ‘víaverde’…, pompa verbosa desangelada). Podría, pero….
Hoy la estación es pasto de las dentelladas de la intemperie y la barbarie grafitera. Han puesto unos bancos al lado. Quizás alguien se atreva a sentarse. Muy cansado tiene que hallarse el cuerpo como para someter el alma a ese suplicio.
No mires. No recuerdes. Menos mal que mirando a otro lado, hacia el opuesto, se realzaba aún más, por contraste, la belleza del paisaje.
ANÉCDOTA
Como indicaba en el Preámbulo, ésta pretendía ser una ruta de aproximación; para explorar el avance en la floración de los cerezos. Así calcularíamos cuándo podría llegar su momento explosivo y estar allí presentes.
Después de 3 horas y media, y 12 km de marcha, estábamos a punto de terminar, ya de vuelta en Castellanos de Bureba. Nada; no habíamos visto ninguna finca de cerezos en flor. Y eso que nos habíamos adentrado unos cuantos km en el valle.
“Bueno, pues será que aún es temprano para la floración, o que en esta parte hay pocos cerezos”. Ya nos habíamos hecho a la idea (…‘aún no están maduras…’).
Pero, de pronto, una aparición. A 100 metros del coche, pero por la parte opuesta a la que habíamos comenzado la ruta. “¡Cómo no lo habíamos visto antes!”.
¡Allí había una finca vallada con cerezos en flor! Al lado mismo del pueblo. ‘¡Qué gran recompensa!’ Esas recompensas, las esperadas, y luego frustradas y dadas por perdidas, pero finalmente satisfechas, son las mejores.
Fotos tras las mallas metálicas: cerezos con mallas. Fotos haciendo malabarismos para meter el objetivo de la cámara entre los agujeros. Fotos de la flor con o sin la espadaña de la iglesia al fondo. El deseo acumulado….
“¡Uuuffffff!. Tiene que haber alguien o algo que vela por nosotros. Se hace de rogar, pero guarda su generosidad para el final. ¡Vaya cierre de ruta!”.
Ya en casa, repuestos de la emoción, una lucecita maliciosa se encendió en la trasera de la mente. Taimada, ‘como quien no quiere la cosa’: ‘Oye, ¿las flores de los cerezos de Las Caderechas no son blancas?’, nos susurró.
Consulté las fotos de una ruta que habíamos realizado por el interior del valle hacía casi un año. Efectivamente, todas las flores eran blancas.
“Uy, entonces, ¿qué hemos visto ahora? Estas flores eran rosaditas o de un violeta pálido; de un color claro, pero en absoluto blancas”. …¡¿?!...
Para nada nos vinimos abajo. ¡¿Quién dijo frustración?! Eran preciosas. Tal vez fueran almendros.
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