CT-12 Mesao Frio - Amarante (Camino de Torres)

Amanece este domingo con ligera niebla propia del entorno fluvial de este gran rio que por aquí llaman Douro. Pero todo está a mi favor ya que debo remontar esta cuenca hacia el norte para pasar a la del Támega y a medida que voy subiendo, el cielo azul se muestra limpio y los horizontes mas amplios. Una mezcla de pequeñas “calçadas” con algunas otras de “alquitrão” me llevan hacia Aguas Mortas donde un amable vecino me ofrece su caño de fresca agua para rellenar mi botella.

A partir de aquí la pista de tierra, la misma que ha servido para instalar los aerogeneradores, me guía hacia lo alto del monte muy erosionado donde está la cota mas alta de este Camino, 925 m que a la vez corresponde con el ecuador del trazado que estoy siguiendo. Desde aquí hacia el NE la sierra do Marão se puede observar en toda su amplitud y también como la IP4 perfila su trazado en sus laderas desde Amarante hacia Vila Real. Un descanso en un lugar estratégico rodeado de penedos me ayuda a asimilar que me encuentro solo pero feliz de estar cada vez mas cerca de la meta y con un tiempo cada vez mas estable, lo cual me ayuda a cargar las pilas.

Desde aquí a Amarante todo es bajada y una vieja estrada construida en tiempos del marques de Pombal a la beira del rio Fornelo, ahora desdoblada por la mas moderna N101, me sirve para recorrer una serie de aldeas en este valle muy fracturado y con difícil cobertura para lograr confirmar alojamiento en La Pousada de Juventude (255 420 234), que ya muy cerca de Amarante lo consigo.

Es aquí, al pasar por la aldea de Carneiro cuando unas aldeanas al verme murmuran aquello: Olha-la! Un emigrante sozinho e idoso!. No puedo reprimir una sonrisa al comprender como me identifican.

Una “camarata” de cuatro literas para mi solo en una acogedora instalación, es el fruto al esfuerzo cuando finalmente llego a Amarante y falta un cuarto de hora para ser las cinco de la tarde. Misa a las siete con fausto ceremonial, acompañado de un coro muy bien entonado, hace que el Sr. cura se alargue y no termine hasta una hora después. Mis pies apenas aguantan este esfuerzo adicional al estar de pie calzado con las botas. Lo saludo en español cuando ya se ha vaciado la iglesia y todavía conversa con unos feligreses en el atrio cubierto y enseguida su curiosidad hace que le muestre mis pies y le diga que estoy haciendo un Camino desde Salamanca, llamado de Torres en homenaje al que lo hiciera en el siglo XVIII. Se trata de un joven cura que por su buen castellano y su próxima vuelta a Salamanca para proseguir estudios, me hacen pensar que llegará muy lejos. Luego en Mário, una doçaria regional me tomo un châ preto con un dulce de almendras, sentado frente a un amplio ventanal contemplando el rio Támega con el sol reflejándose en su superficie. Todo es paz y armonía en esta típica “doçaria” y el dueño y sus hermanas finalmente se interesan por mi procedencia y me estampan su sello en la credencial. Para rematar me voy a “jantar” al restaurante Lusitana.

Después de haber pasado por días de mal tiempo y de bajas temperaturas, parece que el buen tiempo se está afianzando en esta zona portuguesa.

Tiempo en movimiento: 7:49 horas.