CT-08 Trancoso - Vila da Ponte, Sernancelhe (Camino de Torres)

Tanto ayer como hoy he sido el primero en bajar a desayunar. Zumo, bolleria, embutidos, jamón, queso, mermeladas caseras y copos de cereales. De todo menos fruta, pero muy bien, Elijo café con leche, zumo, tostadas con mermelada y un “sande” que me guardo en la mochila.

Con un pronóstico de lluvias a partir de las dos de la tarde de hoy día 10, salí con ganas de evitar la mojadura y de hecho logré llegar a Vila da Ponte sin apenas usar el paraguas que siempre llevaba a mano. Todo el trazado está marcado y transcurre por pistas forestales con bastantes toboganes y zonas donde la vegetación invade el Camino, sobre todo antes de Benvende.

En Benvende, a unos 10 kms de la salida, hago un alto para comer el “sande” en un estratégico banco al lado de una fuente y descansar. Una señora está limpiando el zaguán de su casa con una fregona y aprovecho para preguntarle si sabía por donde discurre el Camino: le gusta indicarlo a los peregrinos y le parece bien que esté marcado con “setas amarelas”. Sobre las doce prosigo pasando por la hermosa capilla de Nossa Senhora da Conceição, popularmente conocida por Senhora da Ribeira.

Poco antes de llegar al rio Távora noto en falta mi gorro comprado en Ciudad Rodrigo con el escudo de Brasil que llevaba mal sujeto en el tirante superior de la mochila. Desde aquí ya siempre tendré el valle del Távora hasta final de etapa. Se produce el primer chaparrón cuando acabo de pasar al lado de la ponte Nova y un señor conduciendo un Mercedes se para y me ofrece llevarme. Declino la invitación amablemente y es cuando me fijo que en los asientos traseros al menos llevaba tres perros.

Por esta zona hay que separarse de la ribera derecha ya que hay una quinta que tiene copado todo el territorio. Por fin, acabado el condominio de este preboste hacendado, se puede acceder a la ribera y cruzarla para caminar por senderos a veces hollados por las ruedas de los carros

Antes de Peroferreiro un buen chaparrón me obliga a parapetarme contra unos arboles esperando que amaine el temporal y pueda proseguir hacia Lezirias, en cualquiera de estas aldeas hay fuentes donde volver a rellenar las botellas de agua, pero no hay servicios. Los caminos son bastantes llanos y concentran charcos de difícil paso pero siempre con alguna escapatoria que evite vadearlos a pie descalzo. Es el problema de estos lluviosos meses de marzo y abril, que hacen que los embalses de las cuencas portuguesas estén al 95% de su capacidad. Le sobra agua a Portugal pero como bien se sabe le falta liquidez económica. Se dice que deben 50.000 millones de euros a la banca española. La especulación y la mala gestión económica han hecho que Portugal esté al borde de un segundo rescate.

Cuando por fin llego a Ponte do Abade con 22 kms andados, pregunté por donde estaban los bares. -Hay dos a la izquierda, sin pasar el puente- y yo observando que las flechas me indicaban seguir a la derecha para pasar el puente y subir a Sernancelhe. Bueno -pienso-, lo primero tomar algo luego ya veremos. El bar donde paré me dijeron que en Sernancelhe, la orden de Malta estaba cerrada. El dueño del bar me dio dos soluciones, una el São Estevão en la estrada de Aguiar da Beira, algo desviado de mi trazado y la otra el Beira-Rio, tfn. 254 595 386 ó 963 037 069, un restaurante residencial con WiFi y buen servicio situado en la bifurcación de la N226 (40,911; -7,5117) con la marginal del Távora y por lo tanto dentro de mi trazado. Los llamé y me confirmaron el alojamiento por 20 €.

Aprovecho un respiro que me da la luvia y prosigo para completar los 7,5 kms que me restan hasta la meta, bien arrimado a la cuneta (“berma”) izquierda de la EN 226, afortunadamente la mas amplia de las dos durante todo el trayecto.

Tiempo en movimiento: 7:14 horas.