Ciudadela de Machu Picchu (Perú): ascensión al pico Wuaynapicchu

Este itinerario es la ascensión clásica a la montaña Wuynapicchu, para la que hay una restricción de 200 personas diarias y se puede ascender desde las 7 de la mañana hasta las 11. Si se quiere hacer esta ruta es necesario reservar el permiso con bastante antelación (en torno a dos meses) en temporada baja. Desconozco cuando habría que reservar para hacer este recorrido en los meses de julio y agosto.
Descripción de nuestro itinerario: para iniciar esta ruta hay que llegar a las entradas a la ciudadela. Se puede subir por un sendero que asciende 440 m. o se puede coger un autobús de salidas continuadas. Ambos parten de Aguas Calientes, el lugar de alojamientos de quienes quieren visitar esta maravilla, y al que habíamos llegado el día anterior. Iniciamos la caminata en la entrada al circuito 4, el que hay que seguir para realizar esta ascensión. Este circuito recorre la ciudadela de Machu Picchu por toda la parte baja de la misma, en la que está el Templo del Sol y el Templo del Cóndor, entre otras construcciones y espacios.
Nosotros llegamos a la 7 de la mañana al control de entrada al sendero que sube al Wuynapicchu. Había amanecido a las 5, así que nuestra madrugada no fue tan exagerada. Superado el control de entrada nos informan de que solo una persona había pasado antes que nosotros, luego nos superaron algunos más.
Inicialmente la senda sube y baja a través del bosque hasta llegar al pie de esta empinada montaña cuya ascensión parece más apta para escaladores que para caminantes, pero la senda encuentra los recovecos necesarios para ir escavando escalones en la roca en la que han anclado en muchos tramos un cordón para ayudarnos a subir y bajar. Con frecuencia avanzamos ayudándonos de las manos. A medida que ganamos altura nos vemos rodeados de montañas mágicas envueltas en neblinas. Llegamos al primer mirador, una cómoda terraza para tomar fotos y un descanso. Las vistas son de una exuberante belleza. Contemplamos desde las alturas el conjunto de construcciones de Machu Pichu ubicadas en un lugar imposible.
Seguimos superando escalones con calma y gozando de este maravilloso espectáculo. Paramos en todos los miradores y tomamos fotos. Algunos tramos pueden provocar algo de vértigo, pero solo a quienes tienen este miedo muy acentuado.
Y alcanzamos la cima de esta montaña en una hora y cuarto de una calmada y vertical subida. Apenas hay unas pocas personas arriba. Nos quedamos un buen rato disfrutando esta maravilla. Nos quedaríamos a vivir aquí. Pero van llegando más gentes y decidimos iniciar el descenso. En un buen tramo se hace por un recorrido diferente al de ascensión hasta coincidir ambos. Es así mucho más cómodo porque no nos tenemos que cruzar con los que suben por estas empinadas y angostas escaleras. Un corto trecho pasa por una oscura y estrecha cueva en las rocas de granito, debemos avanzar en cuclillas para no rompernos la cabeza.
Y seguimos descendiendo y haciendo muchas fotos, demasiadas, entusiasmados por el espectáculo. Un auténtico regalo para los sentidos.
Todavía nos cruzamos con quienes suben un poco más rezagados porque no cierran la entrada al sendero hasta las once, por fortuna son muy pocos. Nosotros concluimos nuestro recorrido antes de esa hora. Nos tomamos un grato descanso y unas cervezas en la cafetería que hay en la terraza de las entradas.
A las doce nos espera un guía que nos acompañará en una visita completa por toda la ciudadela de Machu Picchu y nos dará las explicaciones y la información que nos harán aún más gozosa la visita a esta maravilla en la que han colaborado “la Pacha Mama” (la Madre Tierra) y el hombre en una simbiosis perfecta.