Circular Sierra de Bérnia, Font de Bérnia, Forat de Bérnia, L'ermita del Vicari, pinturas rupestres y Fort de Bérnia

El fuerte de Bernia fue mandado construir por Felipe II en previsión de nuevos levantamientos de moriscos, como los ocurridos durante el reinado de su padre, Carlos I, en 1525, al ser publicado el decreto de la conversión obligada al cristianismo.

Las obras empezaron en 1562, con planos del arquitecto italiano Juan Bautista Antonelli. Por su importancia y gran estructura, Escolano dijo del fuerte de Bernia «que si no es el de Pamplona, no hay Otro en España como el». Por su estratégico emplazamiento, a gran altura y proximidad a la costa, era un magnífico observatorio para la vigilancia del litoral, en previsión de la llegada de los barcos de corsarios que con desgraciada frecuencia asolaban estas tierras de la Marina.

Cumplida la primera misión, el fuerte quedó prácticamente abandonado, debido principalmente a las dificultades que existían para el avituallamiento, atendidos el aislamiento y la elevación de su situación. Durante la rebelión de 1609, los moriscos se apoderaron del semiabandonado fuerte y se atrincherado. La resistencia duró un año, hasta que, agotados y viendo la inutilidad de su gesto, prefirieron morir tirándose por los precipicios de la sierra antes de que rendirse y ser expulsados de las tierras valencianas, donde habían nacido ellos y sus antepasados .

Dos años después, no teniendo ya utilidad, se ordenó desmantelarlo. El abandono, el paso el tiempo, las inclemencias climatológicas, pero sobre todo la acción de los buscadores de tesoros hurgando por todos los rincones en busca de las hipotéticas riquezas abandonadas por los moros, fueron derribando poco a poco la gran fortaleza. Y hoy sólo queda derecho unos arcos y algunas vueltas, que los pastores y los excursionistas aprovechan como precario refugio.