Circular Alto de L´Eixarc y les Mas de la Sierra de Mariola
near Reiner, Valencia (España)
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Itinerary description
“Y entonces, tengo la naturaleza y el arte y la poesía, y si eso no es suficiente, ¿qué es suficiente?”Vincent van Gogh
En Mariola hay más de doscientas Masías y una gran red de antiguos caminos, ganaderos, carreteros o de herradura. Esto es una muestra más del uso que los pobladores han hecho de su sierra y de las riquezas que la sierra ha aportado a sus pobladores. Al hablar de las masías, no solo nos hemos de referir a su edificación, sino también a su entorno forestal y agrícola y, por tanto, podemos decir que son la célula básica de las explotaciones agrarias de estas tierras. Eran comunidades autosuficientes, normalmente familiares, integradas en la montaña y respetuosas con ella, arquetipo del verdadero desarrollo sostenible. El estado de conservación actual es muy diverso, desde aquellas que se encuentran completamente derruidas, especialmente en las zonas más elevadas y de más difícil acceso, hasta aquellas que continúan con su ancestral trabajo del cultivo de la tierra. Otras han sido rehabilitadas como estancias de segunda residencia o han reconvertido su actividad para el sector terciario. Las viviendas, construidas siempre con materiales de la zona, mantienen una estructura similar: una amplia planta baja, presidida por la cocina comedor y algunas habitaciones, donde se desarrolla la vida cotidiana, una primera planta con las habitaciones dels senyorets, en su caso, y la cámara de arriba, destinada al almacenamiento de los frutos de la tierra; el patio adyacente da paso a los corrales, a las cuadras, pocilgas o cualquier otra dependencia adjunta. Dentro de esta definición, las diferencias son muchas: hay masías muy pequeñas, otras grandes, complejas y llenas de edificaciones anexas añadidas a lo largo de los tiempos, pueden tener aljibes, pozos, palomares, e incluso una ermita. Pero no podemos olvidar los árboles. Muchos de los árboles que ahora llamamos monumentales, han sido el escenario de los momentos más familiares de las masías. A la sombra creciente de una carrasca, de un nogal, de un tilo, o de un almez, han pasado generaciones de maseros. Las masías desde su origen han evolucionado en el marco en una economía de autosuficiencia, donde el masero y su familia producían los alimentos en una pequeña huerta y elaboraban los productos como el pan, el aceite o el vino para el consumo propio, y además trabajaban grandes extensiones de secano, almendros, olivos, cereales, viñas o diversos frutales destinados al comercio. Esta estructura familiar en la práctica ha sido la habitual, pero en la mayoría de casos el masero no era el propietario. Antiguamente el régimen de aparcería era el más común, el masero se encargaba del mantenimiento de la finca con la posibilidad de ser autosuficiente, y el propietario la administraba sufragando los gastos y obtendría una parte de la cosecha. El concepto de medianero, muy extendido en estas tierras, hace referencia a la mitad de la cosecha.
Iniciamos la ruta desde el Pla d’Almaina de Bocairent, donde hemos aparcado. Hacemos un giro a la izquierda para tomar el Camí de Reiner. A poca distancia ya divisamos a la sombra de unos altivos pinos la primera gran masía. Nos desviamos por la derecha para visitarla. El Mas de Nones, actualmente en estado de abandono, está compuesto por varias edificaciones adosadas donde destaca la vivienda, dentro de un entorno forestal y agrario donde parece que sus campos siguen en producción.
Continuamos por el Camí de Reiner donde vemos más adelante el brocal de estilo morisco de un viejo aljibe en el que abrevaba el ganado. Desde esta posición tenemos una buena vista a todo el caserío del Mas de Nones. Tenemos buenas vistas a La Blasca que luce espléndida. Un ramblizo cruza por debajo del camino para unirse al nacimiento del río Vinalopó, en el mapa figura como el propio río, pero nace a varios kilómetros en la Coveta. Pintado sobre una gran piedra indica que entramos en la Finca Reiner. Junto a un pequeño bosque de altos pinos está el Mas el Reiner, con su fuente. Han rehabilitado el caserón principal y la entrada. Es uno de los más grandes, por la gran cantidad de estancias y anexos que tiene en su parte trasera, muchos de ellos en abandono.
El camino hace un pequeño giro y se encrespa para meterse en el pinar. Al llegar a la parte alta tenemos entre el ramaje nuevas perspectivas del paisaje a La Blasca y también Mas d’Aguilella y la atalaya de les Torretes. Tomamos el Camí de Reiner al Somet. Este es un bonito tramo de bosque de pinar en la umbría con abundante matorral bajo. En un claro tenemos vistas al Mas de l’Escorial, ubicado en la otra ladera y por el cual no pasamos. Llegamos al Mas del Somet, aunque no está habitado se nota que suelen venir a menudo. Han rehabilitado la casa principal y los corrales están cerrados, todo está muy limpio dentro de su entorno forestal.
Viene un trecho de bancales para luego el camino remontar una pequeña loma girando a la derecha y luego a la izquierda. Pasamos una puerta metálica por un lado que evita pasar por el del Somo que está en obras. Lindamos con la valla de la finca cerca de un escondido bebedero para animales y salimos a campo abierto donde han arreglado bancales para nuevas plantaciones. Ya tenemos a la vista el vértice geodésico de la cima de hoy. Para llegar a la cumbre tenemos que desviarnos a la izquierda por un corto trayecto de ida y vuelta. L’Eixarc (1.094 m.) Modesta cumbre, que ejerce de otero con buenas vistas al Menejador; a Banyeres con su Castillo, al Montcabrer, punto más elevado de Mariola, Aitana y al Puig Campana.
Descendemos hasta el camino principal, y ahora por la izquierda, continuamos bajando hasta llegar a la Font Freda que apenas mana un dedito de agua por su gran caño que llena su alargada pileta. Ahora por la derecha, tomamos el Assagdor de la Font Freda en ligero descenso, y pronto volvemos a tener vistas por el otro costado con signos de abandono, el Mas de l’Escorial, que se queda en el centro de la ruta. Tras una curva y un nuevo descenso quedan al descubierto extensas panorámicas más cercanas a La Blasca, a las dos Masías de l’Aguilella, la Nova y la Vella y también, solitario en su loma los restos del Castell del Vinalopó.
Obviamos por la izquierda el cruce con el Camí de l’Aguilella, hermosa finca en plena producción con cultivos de olivar y buena extensión de viñedo. Por la derecha también se queda en el centro el gran caserón del Mas de la Penyeta. Después viene un pequeño transformador y el ramblizo del ríu Vinalopó que va camino de la Font de la Coveta que es la que más aporta agua al nacimiento. Seguimos por el camino para pasar por el Mas de la Rambla convertido en albergue. En un corto tramo cerramos la ruta en el Pla d’Almaina donde habíamos aparcado.
Una vez más damos las gracias a “vaigapeu” por el track y la detallada descripción de la ruta y del entorno.
Y recuerda: “A veces nos perdemos, pero siempre llegamos”.
En Mariola hay más de doscientas Masías y una gran red de antiguos caminos, ganaderos, carreteros o de herradura. Esto es una muestra más del uso que los pobladores han hecho de su sierra y de las riquezas que la sierra ha aportado a sus pobladores. Al hablar de las masías, no solo nos hemos de referir a su edificación, sino también a su entorno forestal y agrícola y, por tanto, podemos decir que son la célula básica de las explotaciones agrarias de estas tierras. Eran comunidades autosuficientes, normalmente familiares, integradas en la montaña y respetuosas con ella, arquetipo del verdadero desarrollo sostenible. El estado de conservación actual es muy diverso, desde aquellas que se encuentran completamente derruidas, especialmente en las zonas más elevadas y de más difícil acceso, hasta aquellas que continúan con su ancestral trabajo del cultivo de la tierra. Otras han sido rehabilitadas como estancias de segunda residencia o han reconvertido su actividad para el sector terciario. Las viviendas, construidas siempre con materiales de la zona, mantienen una estructura similar: una amplia planta baja, presidida por la cocina comedor y algunas habitaciones, donde se desarrolla la vida cotidiana, una primera planta con las habitaciones dels senyorets, en su caso, y la cámara de arriba, destinada al almacenamiento de los frutos de la tierra; el patio adyacente da paso a los corrales, a las cuadras, pocilgas o cualquier otra dependencia adjunta. Dentro de esta definición, las diferencias son muchas: hay masías muy pequeñas, otras grandes, complejas y llenas de edificaciones anexas añadidas a lo largo de los tiempos, pueden tener aljibes, pozos, palomares, e incluso una ermita. Pero no podemos olvidar los árboles. Muchos de los árboles que ahora llamamos monumentales, han sido el escenario de los momentos más familiares de las masías. A la sombra creciente de una carrasca, de un nogal, de un tilo, o de un almez, han pasado generaciones de maseros. Las masías desde su origen han evolucionado en el marco en una economía de autosuficiencia, donde el masero y su familia producían los alimentos en una pequeña huerta y elaboraban los productos como el pan, el aceite o el vino para el consumo propio, y además trabajaban grandes extensiones de secano, almendros, olivos, cereales, viñas o diversos frutales destinados al comercio. Esta estructura familiar en la práctica ha sido la habitual, pero en la mayoría de casos el masero no era el propietario. Antiguamente el régimen de aparcería era el más común, el masero se encargaba del mantenimiento de la finca con la posibilidad de ser autosuficiente, y el propietario la administraba sufragando los gastos y obtendría una parte de la cosecha. El concepto de medianero, muy extendido en estas tierras, hace referencia a la mitad de la cosecha.
Iniciamos la ruta desde el Pla d’Almaina de Bocairent, donde hemos aparcado. Hacemos un giro a la izquierda para tomar el Camí de Reiner. A poca distancia ya divisamos a la sombra de unos altivos pinos la primera gran masía. Nos desviamos por la derecha para visitarla. El Mas de Nones, actualmente en estado de abandono, está compuesto por varias edificaciones adosadas donde destaca la vivienda, dentro de un entorno forestal y agrario donde parece que sus campos siguen en producción.
Continuamos por el Camí de Reiner donde vemos más adelante el brocal de estilo morisco de un viejo aljibe en el que abrevaba el ganado. Desde esta posición tenemos una buena vista a todo el caserío del Mas de Nones. Tenemos buenas vistas a La Blasca que luce espléndida. Un ramblizo cruza por debajo del camino para unirse al nacimiento del río Vinalopó, en el mapa figura como el propio río, pero nace a varios kilómetros en la Coveta. Pintado sobre una gran piedra indica que entramos en la Finca Reiner. Junto a un pequeño bosque de altos pinos está el Mas el Reiner, con su fuente. Han rehabilitado el caserón principal y la entrada. Es uno de los más grandes, por la gran cantidad de estancias y anexos que tiene en su parte trasera, muchos de ellos en abandono.
El camino hace un pequeño giro y se encrespa para meterse en el pinar. Al llegar a la parte alta tenemos entre el ramaje nuevas perspectivas del paisaje a La Blasca y también Mas d’Aguilella y la atalaya de les Torretes. Tomamos el Camí de Reiner al Somet. Este es un bonito tramo de bosque de pinar en la umbría con abundante matorral bajo. En un claro tenemos vistas al Mas de l’Escorial, ubicado en la otra ladera y por el cual no pasamos. Llegamos al Mas del Somet, aunque no está habitado se nota que suelen venir a menudo. Han rehabilitado la casa principal y los corrales están cerrados, todo está muy limpio dentro de su entorno forestal.
Viene un trecho de bancales para luego el camino remontar una pequeña loma girando a la derecha y luego a la izquierda. Pasamos una puerta metálica por un lado que evita pasar por el del Somo que está en obras. Lindamos con la valla de la finca cerca de un escondido bebedero para animales y salimos a campo abierto donde han arreglado bancales para nuevas plantaciones. Ya tenemos a la vista el vértice geodésico de la cima de hoy. Para llegar a la cumbre tenemos que desviarnos a la izquierda por un corto trayecto de ida y vuelta. L’Eixarc (1.094 m.) Modesta cumbre, que ejerce de otero con buenas vistas al Menejador; a Banyeres con su Castillo, al Montcabrer, punto más elevado de Mariola, Aitana y al Puig Campana.
Descendemos hasta el camino principal, y ahora por la izquierda, continuamos bajando hasta llegar a la Font Freda que apenas mana un dedito de agua por su gran caño que llena su alargada pileta. Ahora por la derecha, tomamos el Assagdor de la Font Freda en ligero descenso, y pronto volvemos a tener vistas por el otro costado con signos de abandono, el Mas de l’Escorial, que se queda en el centro de la ruta. Tras una curva y un nuevo descenso quedan al descubierto extensas panorámicas más cercanas a La Blasca, a las dos Masías de l’Aguilella, la Nova y la Vella y también, solitario en su loma los restos del Castell del Vinalopó.
Obviamos por la izquierda el cruce con el Camí de l’Aguilella, hermosa finca en plena producción con cultivos de olivar y buena extensión de viñedo. Por la derecha también se queda en el centro el gran caserón del Mas de la Penyeta. Después viene un pequeño transformador y el ramblizo del ríu Vinalopó que va camino de la Font de la Coveta que es la que más aporta agua al nacimiento. Seguimos por el camino para pasar por el Mas de la Rambla convertido en albergue. En un corto tramo cerramos la ruta en el Pla d’Almaina donde habíamos aparcado.
Una vez más damos las gracias a “vaigapeu” por el track y la detallada descripción de la ruta y del entorno.
Y recuerda: “A veces nos perdemos, pero siempre llegamos”.
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