Cascada del Pailón del Diablo, Eufórica Paz. Tungurahua, Ecuador; Octubre de 2022
near Cadenillas, Tungurahua (Ecuador)
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Trail photos
Itinerary description
Como bienvenida a la selva amazónica tuve el aplauso de la lluvia, el asombro por el omnipresente verdor, la ruta de túneles y cascadas y la fastuosidad del río Pastaza, mientras el frío andino de los días pasados, abandonaba mis huesos. Asiente mi perplejidad cuando en tan solo un día de pedaleo, paso desde la montaña más alejada del centro de la tierra, como lo es el inverosímil Chimborazo en los andes, a estar en la provincia de Tungurahua, donde una a una, las cascadas y constelaciones arbóreas infinitas, me rodeaban con todos los verdes existentes (o los que no) y eran puerta de entrada al Amazonas Ecuatoriano.
El pailón del diablo era mi meta de este día en el que ya casi, yo no estaba entre montañas, pero antes debía guardarlo todo y buscar un buen refugio, aunque sin si quiera iniciar la búsqueda, en medio del torrencial aguacero, una bella dama australiana desde su carro, me ha pedido que me detenga a un lado del camino y me dice que me espera en Los Quindes, un poco al sur del Pailón, en la vía que luego tomaré hacia Pastaza, ya en pleno Amazonas y al ser ya poco más de medio día, debía aprovechar esa tarde para poder visitar la más emblemática cascada del Ecuador. Así pues, no encontraba lugar para descansar ese día, el lugar me encontró a mí.
Llego allí y me libero de equipaje, en ese maravilloso rincón del mundo donde la selva con sus flores y grandes árboles, que también hacían de mirador, me acompañarían los días siguientes. La calidez del clima era agradable, pero aun más lo fue el recibimiento, ya que no me permitieron, ella y Marco, su esposo suizo, hablar de valor alguno, porque claramente era una de las zonas de camping más hermosas donde yo había estado alguna vez. La hospitalidad fue tan inmensa, como la misma jungla que me rodeaba. Aquí comprendería como ellos mismos lo decían y demostraban que un australiano no es igual que un inglés y un suizo no es igual que alguien del resto de Europa, que no todos somos gringos, como ellos me decían, demoliendo otro de esos prejuicios que no sobreviven mucho cuando se está viajando. Incluso al marcharme no quisieron recibirme un solo dólar por esos dos reparadores días que he pasado allí y ni las cenas, ni las conversaciones, ni la nueva amistad se podrían pagar con dinero, aun así, ellos viviendo de eso mismo.
Dejaré que las fotos hablen del pailón, mejor que si lo hiciese yo con limitantes palabras y sí, fue una cascada y un lugar que me dejaron maravillado, por el exceso de vida y exuberancia de naturaleza. No era solamente ver una cascada desde abajo, era recorrerla hacia arriba, paralelo a ella por un camino incrustado en la montaña que la resguardaba. Ni mis gritos de júbilo al estar tras tan colosal caída de agua, eran escuchados por su imponente rugido y nada más venturoso para mí que gozar de la muerte de muchos pensamientos que no me dejaban en paz, mientras me empapaba de esa calma eufórica que paradójicamente me inundaba y que, hasta hoy, meses después cuando escribo estos recuerdos, me sigue acompañando como la mejor postal de viaje. El efecto que tienen estas bellas cataratas en mí es simplemente reparador y concientiza de lo vivo y afortunado que soy.
El pailón del diablo era mi meta de este día en el que ya casi, yo no estaba entre montañas, pero antes debía guardarlo todo y buscar un buen refugio, aunque sin si quiera iniciar la búsqueda, en medio del torrencial aguacero, una bella dama australiana desde su carro, me ha pedido que me detenga a un lado del camino y me dice que me espera en Los Quindes, un poco al sur del Pailón, en la vía que luego tomaré hacia Pastaza, ya en pleno Amazonas y al ser ya poco más de medio día, debía aprovechar esa tarde para poder visitar la más emblemática cascada del Ecuador. Así pues, no encontraba lugar para descansar ese día, el lugar me encontró a mí.
Llego allí y me libero de equipaje, en ese maravilloso rincón del mundo donde la selva con sus flores y grandes árboles, que también hacían de mirador, me acompañarían los días siguientes. La calidez del clima era agradable, pero aun más lo fue el recibimiento, ya que no me permitieron, ella y Marco, su esposo suizo, hablar de valor alguno, porque claramente era una de las zonas de camping más hermosas donde yo había estado alguna vez. La hospitalidad fue tan inmensa, como la misma jungla que me rodeaba. Aquí comprendería como ellos mismos lo decían y demostraban que un australiano no es igual que un inglés y un suizo no es igual que alguien del resto de Europa, que no todos somos gringos, como ellos me decían, demoliendo otro de esos prejuicios que no sobreviven mucho cuando se está viajando. Incluso al marcharme no quisieron recibirme un solo dólar por esos dos reparadores días que he pasado allí y ni las cenas, ni las conversaciones, ni la nueva amistad se podrían pagar con dinero, aun así, ellos viviendo de eso mismo.
Dejaré que las fotos hablen del pailón, mejor que si lo hiciese yo con limitantes palabras y sí, fue una cascada y un lugar que me dejaron maravillado, por el exceso de vida y exuberancia de naturaleza. No era solamente ver una cascada desde abajo, era recorrerla hacia arriba, paralelo a ella por un camino incrustado en la montaña que la resguardaba. Ni mis gritos de júbilo al estar tras tan colosal caída de agua, eran escuchados por su imponente rugido y nada más venturoso para mí que gozar de la muerte de muchos pensamientos que no me dejaban en paz, mientras me empapaba de esa calma eufórica que paradójicamente me inundaba y que, hasta hoy, meses después cuando escribo estos recuerdos, me sigue acompañando como la mejor postal de viaje. El efecto que tienen estas bellas cataratas en mí es simplemente reparador y concientiza de lo vivo y afortunado que soy.
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Comments (1)
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Definitivamente las fotos hablan por sí solas, una aventura inigualable el lugar es imponente y la sensación que produce es respeto y miedo, pero al mismo tiempo orgullo por haber visitado este magnífico lugar, felicitaciones Marius y gracias por compartir el trazado acompañado como siempre de un buen reportaje fotográfico y una muy buena Crónica.
Saludos amigo.