Casavegas - Ojo de Caloca - Casavegas. Por Peña Maldrigo y Caparroso

Al Ojo de Caloca se puede ir desde Casavegas por la pista o Camino a Lores, vía ancha y bien compactada por la que se puede ir en vehículo. El desnivel positivo sería de 321 m. y el recorrido de 4,4 + 4,4 kmt. Es una senda por la que pueden discurrir todos los perfiles de senderismo. El ascenso sería por la dcha. del pueblo, tocando unos metros del Camino Lebaniego Castellano que continúa hasta Camasobres. Pronto tomarías la izda por el camino a Lores. Durante los 4,4 kmt hasta llegar al Ojo disfrutarás por la izda. de la visión del valle, de los robledales y del perfil de la Peña Maldrigo, de los collados y del Alto Velasco, la orografía que recorreremos en la marcha de hoy. No tengo recuerdo de que en la pista haya señal de indicación de esta extraordinaria formación rocosa del Ojo. Se puede adivinar su presencia cuando veamos, o intuyamos, a la dcha. un pronunciado corte vertical de rocas. Allí disfrutarás mucho observando el valle cántabro y el circo con la cadena de montañas, por encima de las que sobresalen los Picos de Europa. Bajar después al pueblo por misma pista.
Nuestra marcha de hoy comienza en el pueblo de Casavegas, otro más de los muchos pueblos de la montaña palentina que encuentras semiabandonado, apenas alguna vivienda abierta todo el año, habitada por ganadero, sus reses pastan por los valles y altos del monte. Otras viviendas que permanecen en buen estado pertenecen a descendientes del pueblo que cuidan sus casas y las habitan en algún fin de semana o tiempo de vacaciones. Otras descubren sus "costillas" rotas por el peso de la techumbre abatida por el tiempo, que lenta e inconfundible le descompone.
El trayecto o marcha que vamos a hacer es circular, luego terminamos en mismo lugar. Comenzamos por la izda y pronto vemos al probablemente único ganadero que cuida a sus animales estabulados, tres toros o machos que cubrirían las vacas que gozan de la libertad en el monte. Dos perros mastines nos esperan en el camino y nos saludan, huelen nuestras mochilas atraídos por el olor de los bocatas y la tortilla. El dia anterior había nevado, llovido después, poca era la nieve que íbamos a pisar. Con los mastines tras nuestros pasos nos adentramos en el bosque de robles y comenzamos a subir. La nieve y las hojas caídas crujen bajo nuestras botas. 2 kmt de recorrido y 1 hora de tiempo hasta llegar al final del bosque, hasta ver y sentir los rayos de sol liberados de la espesura de las hojas que aún permanecen aferradas a las ramas. Caminamos 500 m por terreno plano, irregular y pasando alambradas de marcas de pastos, para acceder a los pies de la Peña Maldrigo. Mirar desde abajo es ver una pared casi vertical de rocas. "Apretar el culo y no mirar"; paso a paso, golpe a golpe de los palos que nos ayudan a impulsarnos y a no perder el equilibrio, llegamos arriba, hasta los 1.630 m; han sido 185 m de desnivel a "cañón" para un recorrido de 850 m. Paramos arriba para repostar y observamos a uno de los mastines que viene tras los pasos del último en llegar. "Qué hambre debe tener este perro", pensamos. Le lanzamos pan y algo de embutido y no muestra entusiasmo, pasivamente se acerca a ello y lo toma, él se sienta y observa el horizonte, es como si al igual que nosotros hubiera subido a disfrutar del cuadro natural que teníamos delante de nuestros ojos. Quince minutos y para abajo. Pero no es una bajada lineal, hay que destrepar unos 5 metros, palos fuera y manos. El collado está a 100 m de la cima y hasta él descendemos para continuar por un irregular plano lleno de retama baja, paralelos a una alambra de división de prados, durante unos 1,5 kmt. En la "proa" está el Velasco, es nuestro próximo objetivo, pero le rodeamos por la cara este y cotinuamos adentrándonos en robledal por el que bajamos unos 500 metros hasta hacer pié en la pista o camino que va a Lores desde Casavegas. Inmediatamente desde allí hay un cortado al valle de Caloca, las vistas son aquellas bellas a las referidas al principio del relato desde el Ojo de Caloca. 800 m. hemos de descender por la pista hasta encontrar a mano izda. (en sentido descendente a Casavegas) el Ojo de Caloca, 4 horas después de comenzar a andar. Tras la visión y disfrute de los sentidos damos oportunidad al estómago que levanta el dedo para decirnos que es su turno. El perro mastín llega el último, no se aproxima a la "manada", se sienta y vigila, solo se levanta para aceptar lo que voluntariamente le lanzamos. Hay que bajar ya a piñón fijo al pueblo de origen, unos van campo a través del robledal, otros por la pista referida al principio. El Mastín se encuentra con un problema, se divide "la manada", se para en el camino entre los dos grupos y ladra breves y graves sonidos mirando a ambos lados. No logra el objetivo de reunir el grupo y se marcha tras el más numeroso. No vino para hallar alimento, lo hizo para cumplir la misión natural de esta raza como es la de proteger. A todos nos cautivó su comportamiento. A las 16h horas estábamos cambiando ropa en el viejo, bien cuidado, lavadero. Habíamos vivido un estupendo día de montaña, habíamos disfrutado y habíamos vuelto a estudiar una lección que nos recordó el Mastín, "no prejuzgues, te puedes equivocar".