Casas nuevas (Mula) y estribaciones del norte de Sierra Espuña

Ruta con EL QUIJAR DE LA VIEJA, esta vez estrenándome como miembro de ley del club.
El nombre dado por EL QUIJAR para la caminata de hoy, POR LA SUIZA MURCIANA - MEDITANDO POR CASAS NUEVAS, es mucho más romántico que el mío, dónde va a parar, pero no es plan de andar copiando continuamente títulos.
Ruta larga, pero sin dificultad técnica alguna. Apta para cualquiera si estás preparado para rondar los 20 kilómetros de caminata., por eso pongo MODERADO en la dificultad. No imprescindible bota de montaña (yo estrené unas trail con las que fui en la gloria) ni bastones, aunque estos últimos pueden venirte bien en un par de rampicas.
Zona pateada, pero mucho más tranquila en comparación con otros lugares de Sierra Espuña. Ruta campero-montera (que no montañera) con todo, todito, pista en muy buenas condiciones; gran cantidad de almendros en flor y vistas preciosa, siempre rodeando El cerro del ciervo y El morrón de la cabra, los dos puntos más altos de la zona, a los que no accederemos en nuestro paseo.

Partimos de Casas Nuevas, donde no hay gran problema para dejar el coche. Si eres previsor y tienes intención de quedarte a comer después -como hizo el grueso de nuestro grupo, a sabiendas de que no había muchas plazas- es buen momento para acordar mesa en el único establecimiento de restauración de la población (que no de la zona, como veremos inmediatamente). Arrancamos a andar y estamos en un minuto campeando y enfilando el monte. En apenas un par de kilómetros, llegamos a un albergue de reciente construcción, donde vimos que había una cantina con un cartel que arreglaba el entuerto de los que no habíamos previsto la comida: HOY ARROZ. Sobra decir que dejamos encargada mesa. Así que tomad nota por si os falla el del pueblo.
A partir de aquí, pinada y pista de tierra, pinada y pista de tierra; sin nada particular que comentar hasta iniciar la segunda mitad de la ruta. A partir de la misma, bajamos poco a poco del monte y pasearemos buen rato por campos de almendros en flor, un espectáculo; aunque lo mejor está por llegar. Pasamos la Casa de las lentejas (sitio perfecto para hacer una última parada y reagrupar) y la rambla de Malvariche, y, forzando un quiebre momentáneo hacia el sur, andamos durante unos minutos de cara a las paredes rocosas del monte que hemos abandonado, con unos prados verdes (admito de no sé qué tipo de plantas) inmensos. Esta estampa en el último tramo de ruta es lo que daba el nombre a la ruta de EL QUIJAR, porque parece talmente eso: un trocito de Suiza enmedio de la Región de Murcia. Digno de ver.

Llegada a Casas nuevas, donde los experimentados y previsores se aprestan a mover el bigote, y la mini-facción que hemos pillado en el albergue nos vamos para allá en coche. No dudo de que aquellos comieran mejor, pero nosotros tuvimos mejores vistas, sin duda. En alto, con un sol precioso; a nuestra izquierda, la montaña que acabamos de circundar; enfrente, la Sierra de Pedro Ponce; y a nuestra derecha, serranías y serranías que mi analfabetismo geográfico no me deja nombrar.

Gracias, Quijar. Y gracias a los que amablemente me han cedido sus fotografías para adornar mi crónica: Javier Martínez Lidón y Quijar de la vieja.