Cañones del rio Cacin

Garganta, tajo, cañón del Rio Cacín o de los Bermejales, llamadle como os parezca porque en este camino es todo eso lo que vais a encontraros, pero sea cual sea su nombre, mi consejo es que no os lo perdáis, ya que a mi parecer, es uno de los paisajes mas espectaculares que he podido disfrutar a lo largo de mis paseos.
El Rio Cacín ha horadado a lo largo del tiempo un pasadizo en la arenisca donde en la actualidad habitan rapaces, grajillas y cuervos, pero que también han sido refugio para los humanos del neolítico hace unos 5000 años que aprovechaban sus oquedades para utilizarlas como viviendas. En el Museo arqueológico nacional se encuentra un vestigio llamado “olla del Cacin” que demuestra que esta fue una zona habitada en esa época.
Fundamentalmente es un sendero que entraña cierta dificultad debido al tipo de terreno resbaladizo y a la existencia de desniveles que hay que sortear escalando por cuerdas, escaleras metálicas o puentes colgantes, lo cual lo hace mas técnico y complicado. Atentos a las pendientes de arenisca con gravilla suelta, sin ir mas lejos, en esta ocasión sufrimos dos accidentes y ambos con fractura de peroné como desenlace, así que sirva el ejemplo de aviso para que llevéis la máxima precaución.
Para acceder al Cañón del rio Cacin, podemos decidirnos a ir rio arriba o rio abajo. La segunda opción es mucho mas fácil, pero yo recomiendo recorrerlo en su totalidad desde el pantano de los bermejales al puente romano, aunque si disponeis de dos vehículos podeis ahorraros la vuelta desde el puente por carril que es mas aburrida.
Este trazado parte del aparcamiento que hay junto al Pantano de los Bermejales y se adentra rio arriba por el Cañón del Cacin recorriéndolo en su totalidad hasta el puente romano. En este tramo debéis sortear escaleras de metal, subir ayudándoos de un cable de acero y trepar gracias a unas cuerdas que están instaladas y en perfecto estado, y sobre todo, debeis disfrutar, y lo haréis, eso os lo garantizo, de un entorno sobrecogedor, del sonido del agua y los pájaros, de esas paredes que parecen que van a caer sobre nuestras cabezas, de los helechos que brotan en la misma arenisca y de tanto, que llegará un momento en que guardéis silencio, querréis no avanzar para que el paseo no acabe y para que cada instante se os quede grabado, e incluso llegareis a dudar que pueda haber un lugar mas hermoso que el que teneis delante de los ojos.
Siento tener que volver a temas prácticos, prefería quedarme el regusto de las imágenes anteriores, pero no puedo dejarme en el tintero varios consejos: mejor no vayais en verano, en el carril de vuelta os da una insolación si o si, y ojo con las personas que sufran vértigo o no sean capaces de tirarse por una cuerda. Se hace y es fácil, pero que sepan a lo que van.