Camino de Santiago Francés por Aragón. Etapa 2: Canfranc - Jaca

Segunda etapa del Camino Aragonés, o más bien segunda parte de la primera etapa, aunque, visto lo visto, casi que recomiendo hacerlo así para poder disfrutar con tranquilidad del paisaje y el entorno, que es una gozada de principio a fin.

Salgo temprano de Canfranc tras una noche tranquila en la que he sido el único peregrino. Estaba andando bastante antes de las ocho, y después de admirar las ruinas de la Iglesia de la Trinidad llego al Puente de los Peregrinos, de origen romano pero de fisonomía pura medieval.

Aunque parte de la tarde y noche anterior ha estado lloviendo, ahora mismo no cae una gota, pero sí que está encapotado y más tarde me tendré que poner el chubasquero. Ahora, sin embargo, está todo radiante, limpio, precioso.

Llego a Villanúa junto a la Cueva de las Güixas, la cual está cerrada (apenas son las ocho y media). El Camino no entra en Villanúa, aunque de necesitar algo, está ahí mismo. Decido continuar, y, ahora sí, empieza a llover con cierta intensidad para ir andando.

Las flechas nos conducen por un camino paralelo a la carretera, que sigue siendo nuestra compañera de ruta desde ayer, junto al río Aragón, del que nos separamos brevemente hasta el próximo pueblo.

Cruzamos la carretera con cuidado y seguimos avanzando, ahora más alejados de ella. Subimos un poco y las panorámicas empiezan a mejorar. El verde predomina en los prados y los árboles. Tenemos la opción de subir a Aratorés, fuera del trazado oficial, y aunque yo no lo he hecho, seguro que es una bonita aldea de montaña.

Llegamos por fin a Castiello de Jaca, otro pueblecito pintoresco en el que destaca su Iglesia de San Miguel. Cruzamos la carretera (aquí hay paso de peatones) y paro a tomar algo en el Mesón de Castiello. Al reanudar cruzamos el río y giramos a la derecha para acompañarlo por su margen izquierda.

¡MUCHA PRECAUCIÓN EN ESTE PUNTO! A los pocos metros veremos que el el camino está mordido por la fuerza del río y apenas hay sitio para pasar, siendo ademas arriesgado por lo precario del terreno. La solución es sencilla, simplemente hay que adentrarse en el terreno de la izquierda. Más adelante volvemos a encontrar otro punto afectado, pero el paso que queda a día de hoy es bastante más amplio.

Avanzamos ahora tranquilos por el camino, siempre con la carretera y el río como referencia, y nos encontramos con la Ermita de San Cristóbal, un bonito edificio adosado a la casa a quien pertenece. Aquí he aprendido que la causa de esta advocación se debe a que el templo se encuentra junto a un río haciendo honor a la leyenda de este santo.

Una última cuesta nos deja a las puertas de Jaca, a la que entramos hasta sus entrañas, hasta la Catedral de San Pedro y, siguiendo las flechas, llegando al albergue municipal de peregrinos, bien habilitado y cómodo.