Camino de Santiago Francés. Etapa 9: Ayegui - Torres del Río
near Ayegui, Navarra (España)
Viewed 20 times, downloaded 0 times
Trail photos
Itinerary description
Aunque rozamos los treinta kilómetros en esta jornada, la etapa de hoy es relajada y rápida, ya que sólo tenemos al paso un par de poblaciones en las que entretenernos, el resto son caminos entre cultivos por los que avanzamos cómodamente y a buen ritmo.
Como (casi) siempre, empiezo a caminar en torno a las 6:30 h. Y es que luego el calor aprieta (y eso que estamos a mitad de mayo, compadezco a quienes tengan que hacer estas etapas en julio o agosto). Además, siempre me gustó madrugar y empezar a andar cuando está amaneciendo.
En cuanto salimos de Ayegui pasamos por la Fuente del Vino, cortesía de Bodegas Irache, y que se ha convertido en un simpático emblema del Camino. El monasterio, sin embargo, es el auténtico protagonista del lugar. Desconozco si será posible su visita. A esta hora es claro que iba a estar cerrado, pero cuando pasé por aquí en 2015 tampoco lo encontré abierto.
Llegamos a una bifurcación y se nos presenta la posibilidad de ir a Los Arcos por una variante que pasa por Lúquin (pongo la tilde porque así viene en el poste indicativo). No tenía noticia alguna de esta variante, y me quedo intrigado, la verdad, pero prefiero ir por el trazado original, así que giro a la derecha.
Tras la urbanización y el camping nos adentramos en un bosquete de robles que se alterna con campos de cereal, hasta que subimos la cuesta y entramos a Ázqueta, pequeña aldea con albergue y una cafetería (L'Antorcha) en la que me tomo un café y sello mi credencial.
Salimos del pueblo para introducirnos de lleno entre campos cerealistas, y cada vez con más frecuencia aparecen parcelas de viñas, y es que estamos ya muy cerca de La Rioja.
Bajo la aguda cumbre del Pico Monjardín (coronada por los restos de un castillo que, atención, llegó a ser panteón de reyes de Pamplona) vemos la Fuente de los Moros, de origen medieval y uno de los lugares más pintorescos de la etapa de hoy.
Ya se ve la altiva torre de la Iglesia de San Andrés, y entramos a Villamayor de Monjardín pocos minutos después para admirarla. Uno de los capiteles de su portada representa un combate a lanza entre caballeros, quizás en referencia al enfrentamiento entre Roldán y Ferragut, de la legendaria Batalla de Roncesvalles, presente también en un capitel del Palacio de los Reyes en Estella.
Descendemos para dejar atrás Villamayor y nuevamente caminaremos entre agradables campos ondulados cubiertos de cereal. La primavera, exultante hasta lo sensual, es una explosión de flores, que nos acompañan casi permanentemente a los bordes del polvoriento camino de tierra.
Entre Villamayor y Los Arcos hay doce kilómetros de tranquilidad. Los peregrinos son numerosos, y como soy de andar rápido, voy adelantando a decenas de ellos, unos solos, otros en pareja y algún que otro grupo.
Al fin entro el Los Arcos, deseando sentarme a pegar un bocado y una buena Coca Cola Zero. Llevo unos veintiún kilómetros y me quedan siete u ocho más hasta Torres del Río.
Atravieso Los Arcos por su calle principal, que desemboca en la Iglesia de Santa María, de dimensiones considerables. Aquí me detengo a tomar algo antes de afrontar el tramo final. No son aún las once, he caminado bastante deprisa. Es mi ritmo natural, no pretendo ir particularmente rápido, pero como hoy casi todo el itinerario es por campos, sin muchas poblaciones en las que detenerse, me ha cundido bastante.
La iglesia abre a las doce, falta una hora y no pienso esperar, que empieza a hacer calor. Arranco, pues, y salgo se Los Arcos por el camino frente a la iglesia. No tiene pérdida, una vez dejamos a la izquierda la Ermita de San Blas pongo el piloto automático y me dejo llevar, sin pérdida, por este camino paralelo a la NA-111, aunque alejado de la misma.
Desde la misma salida de Los Arcos vemos en el horizonte la silueta de Sansol, población que antecede a Torres del Río (queda justo detrás), así que nos sirve de referencia.
Después de un buen rato caminando saldremos del camino para girar a la derecha por otro menor, siempre sumergidos entre campos y campos de cereal, y siempre acompañados de hermosas y aromáticas flores.
Acabaremos saliendo a una carretera local, accediendo a Sansol en subida. También aquí hay albergue. Me acerco a la Iglesia de San Zoilo, desde donde hay una panorámica estupenda de Torres del Río, destacando en medio de su entramado urbano la Iglesia del Santo Sepulcro, réplica de la original de Jerusalén.
Salgo de Sansol para descender a Torres del Río, a menos de un kilómetro. Tras el puente sobre el río Linares subimos la empinada cuesta para finiquitar la etapa.
Hay dos albergues privados, yo he optado por el Albergue Marianela, a 14 € la cama. También tiene una pequeña tienda, hay un par de restaurantes y es una aldea tranquila que se pasea en un breve ratejo. Por la tarde, visita al interior de la Iglesia del Santo Sepulcro.
Como (casi) siempre, empiezo a caminar en torno a las 6:30 h. Y es que luego el calor aprieta (y eso que estamos a mitad de mayo, compadezco a quienes tengan que hacer estas etapas en julio o agosto). Además, siempre me gustó madrugar y empezar a andar cuando está amaneciendo.
En cuanto salimos de Ayegui pasamos por la Fuente del Vino, cortesía de Bodegas Irache, y que se ha convertido en un simpático emblema del Camino. El monasterio, sin embargo, es el auténtico protagonista del lugar. Desconozco si será posible su visita. A esta hora es claro que iba a estar cerrado, pero cuando pasé por aquí en 2015 tampoco lo encontré abierto.
Llegamos a una bifurcación y se nos presenta la posibilidad de ir a Los Arcos por una variante que pasa por Lúquin (pongo la tilde porque así viene en el poste indicativo). No tenía noticia alguna de esta variante, y me quedo intrigado, la verdad, pero prefiero ir por el trazado original, así que giro a la derecha.
Tras la urbanización y el camping nos adentramos en un bosquete de robles que se alterna con campos de cereal, hasta que subimos la cuesta y entramos a Ázqueta, pequeña aldea con albergue y una cafetería (L'Antorcha) en la que me tomo un café y sello mi credencial.
Salimos del pueblo para introducirnos de lleno entre campos cerealistas, y cada vez con más frecuencia aparecen parcelas de viñas, y es que estamos ya muy cerca de La Rioja.
Bajo la aguda cumbre del Pico Monjardín (coronada por los restos de un castillo que, atención, llegó a ser panteón de reyes de Pamplona) vemos la Fuente de los Moros, de origen medieval y uno de los lugares más pintorescos de la etapa de hoy.
Ya se ve la altiva torre de la Iglesia de San Andrés, y entramos a Villamayor de Monjardín pocos minutos después para admirarla. Uno de los capiteles de su portada representa un combate a lanza entre caballeros, quizás en referencia al enfrentamiento entre Roldán y Ferragut, de la legendaria Batalla de Roncesvalles, presente también en un capitel del Palacio de los Reyes en Estella.
Descendemos para dejar atrás Villamayor y nuevamente caminaremos entre agradables campos ondulados cubiertos de cereal. La primavera, exultante hasta lo sensual, es una explosión de flores, que nos acompañan casi permanentemente a los bordes del polvoriento camino de tierra.
Entre Villamayor y Los Arcos hay doce kilómetros de tranquilidad. Los peregrinos son numerosos, y como soy de andar rápido, voy adelantando a decenas de ellos, unos solos, otros en pareja y algún que otro grupo.
Al fin entro el Los Arcos, deseando sentarme a pegar un bocado y una buena Coca Cola Zero. Llevo unos veintiún kilómetros y me quedan siete u ocho más hasta Torres del Río.
Atravieso Los Arcos por su calle principal, que desemboca en la Iglesia de Santa María, de dimensiones considerables. Aquí me detengo a tomar algo antes de afrontar el tramo final. No son aún las once, he caminado bastante deprisa. Es mi ritmo natural, no pretendo ir particularmente rápido, pero como hoy casi todo el itinerario es por campos, sin muchas poblaciones en las que detenerse, me ha cundido bastante.
La iglesia abre a las doce, falta una hora y no pienso esperar, que empieza a hacer calor. Arranco, pues, y salgo se Los Arcos por el camino frente a la iglesia. No tiene pérdida, una vez dejamos a la izquierda la Ermita de San Blas pongo el piloto automático y me dejo llevar, sin pérdida, por este camino paralelo a la NA-111, aunque alejado de la misma.
Desde la misma salida de Los Arcos vemos en el horizonte la silueta de Sansol, población que antecede a Torres del Río (queda justo detrás), así que nos sirve de referencia.
Después de un buen rato caminando saldremos del camino para girar a la derecha por otro menor, siempre sumergidos entre campos y campos de cereal, y siempre acompañados de hermosas y aromáticas flores.
Acabaremos saliendo a una carretera local, accediendo a Sansol en subida. También aquí hay albergue. Me acerco a la Iglesia de San Zoilo, desde donde hay una panorámica estupenda de Torres del Río, destacando en medio de su entramado urbano la Iglesia del Santo Sepulcro, réplica de la original de Jerusalén.
Salgo de Sansol para descender a Torres del Río, a menos de un kilómetro. Tras el puente sobre el río Linares subimos la empinada cuesta para finiquitar la etapa.
Hay dos albergues privados, yo he optado por el Albergue Marianela, a 14 € la cama. También tiene una pequeña tienda, hay un par de restaurantes y es una aldea tranquila que se pasea en un breve ratejo. Por la tarde, visita al interior de la Iglesia del Santo Sepulcro.
Waypoints
You can add a comment or review this trail
Comments