Camino de Santiago Francés. Etapa 16: Rabé de las Calzadas - Castrojeriz
near Rabé de las Calzadas, Castilla y León (España)
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Itinerary description
La etapa de hoy se adentra, ya sin restricciones, en la meseta castellana. Desde hoy y por unos cuantos días nos esperan paisajes abiertos y un horizonte infinito como general, así como desniveles escasos y suaves, en concordancia con los relieves amables que nos rodean.
Así sucede en el primer sector del día, entre Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino, y tras una progresiva ascensión, descenderemos más bruscamente (siempre dentro de lo moderado) hasta entrar en el pueblo, que recorreremos al completo por su calle principal.
A la salida nos espera otra ascensión similar, en la que vamos ganando altitud casi sin sentir, salvo el último trecho, de pendiente algo más acusada. Cercanos a los 950 msnm, se abre a nuestros ojos una llanura inmensa en la que se pierde la vista.
Avanzamos un rato y nos encontramos con un nuevo descenso que finaliza al cruzar el Arroyo Penilla, desde donde vemos, a escasos trescientos metros, el Albergue San - Bol. Aquí, en mitad de la nada, disponible para el peregrino que lo necesite. Una breve subida nos devuelve a la altitud perdida y seguimos llaneando, cruzamos una carreterilla recta y seguimos. Las lluvias de la tarde de ayer ha provocado que haya barro en algunos puntos, lo que entorpece nuestro caminar y aumenta el esfuerzo necesario.
Un nuevo descenso, pasando junto a la Ermita de Santa Brígida, nos deja en Hontanas. La llegada al pueblo es preciosa, y es el lugar perfecto para detenerse a tomar algo y reposar. Y es que ya llevamos encima dieciocho kilómetros. La Parroquia de la Inmaculada Concepción está abierta, así que entro a verla y sellar mi credencial antes de afrontar el último tercio del día.
Y es a partir de aquí que comienza el plato fuerte. Durante cinco kilómetros caminamos por sendas y caminos comodísimos, con decenas de peregrinos que vemos delante y detrás de nosotros. A la derecha dejamos la ruina vertical del Torreón de Castrojeriz, del que apenas queda un trozo de pared.
Y por fin, tras una rampilla, visualizamos los arcos de las ruinas del Monasterio de San Antón, uno de los hitos del Camino de Santiago, y con toda razón. El lugar impresiona, es de esos sitios fascinantes, evocadores, en los que uno se siente humilde. Me recreo para recorrerlo con sosiego, maravillado ante la preciosidad de estas ruinas. Hay instalado un albergue, así que es posible dormir aquí, siempre que queden plazas.
Yo prefiero continuar, y recorro los tres kilómetros que faltan hasta Castrojeriz por un camino paralelo a la carretera, y ya se ve su silueta al frente, destacando sobremanera la Colegiata de Santa María del Manzano, separada del núcleo urbano. Las vistas en este tramo son de postal: el Camino flanqueado por amapolas y flores amarillas, entre campos de cereal, y con la Colegiata y Castrojeriz de fondo.
Llegamos así a la Colegiata, que lamentablemente encuentro cerrada. El edificio es bellísimo. Sigo las flechas, que nos suben a la parte alta de Castrojeriz, bajo la vigilancia de su castillo, que domina el cerro en que descansa la población, y a la altura de la Iglesia de Santo Domingo (no perderse las calaveras y tibias del osario, que dan a la calle) doy por finalizada la etapa, ya que me alojo en el Albergue Cosa Nostra, justo frente a ella.
La cama cuesta 12 €, y es un edificio antiguo, histórico, realmente bonito. No obstante, Castrojeriz está declarado como uno de los Pueblos Más Bonitos de España, y su oferta de alojamientos es amplia, y no sólo de albergues para peregrinos. A la tarde, como siempre, visita a la localidad, incluido el Monasterio de Santa Clara y nuevamente la Colegiata de Santa María del Manzano, así que tres o cuatro kilómetros extras, pero muy bien echados.
Así sucede en el primer sector del día, entre Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino, y tras una progresiva ascensión, descenderemos más bruscamente (siempre dentro de lo moderado) hasta entrar en el pueblo, que recorreremos al completo por su calle principal.
A la salida nos espera otra ascensión similar, en la que vamos ganando altitud casi sin sentir, salvo el último trecho, de pendiente algo más acusada. Cercanos a los 950 msnm, se abre a nuestros ojos una llanura inmensa en la que se pierde la vista.
Avanzamos un rato y nos encontramos con un nuevo descenso que finaliza al cruzar el Arroyo Penilla, desde donde vemos, a escasos trescientos metros, el Albergue San - Bol. Aquí, en mitad de la nada, disponible para el peregrino que lo necesite. Una breve subida nos devuelve a la altitud perdida y seguimos llaneando, cruzamos una carreterilla recta y seguimos. Las lluvias de la tarde de ayer ha provocado que haya barro en algunos puntos, lo que entorpece nuestro caminar y aumenta el esfuerzo necesario.
Un nuevo descenso, pasando junto a la Ermita de Santa Brígida, nos deja en Hontanas. La llegada al pueblo es preciosa, y es el lugar perfecto para detenerse a tomar algo y reposar. Y es que ya llevamos encima dieciocho kilómetros. La Parroquia de la Inmaculada Concepción está abierta, así que entro a verla y sellar mi credencial antes de afrontar el último tercio del día.
Y es a partir de aquí que comienza el plato fuerte. Durante cinco kilómetros caminamos por sendas y caminos comodísimos, con decenas de peregrinos que vemos delante y detrás de nosotros. A la derecha dejamos la ruina vertical del Torreón de Castrojeriz, del que apenas queda un trozo de pared.
Y por fin, tras una rampilla, visualizamos los arcos de las ruinas del Monasterio de San Antón, uno de los hitos del Camino de Santiago, y con toda razón. El lugar impresiona, es de esos sitios fascinantes, evocadores, en los que uno se siente humilde. Me recreo para recorrerlo con sosiego, maravillado ante la preciosidad de estas ruinas. Hay instalado un albergue, así que es posible dormir aquí, siempre que queden plazas.
Yo prefiero continuar, y recorro los tres kilómetros que faltan hasta Castrojeriz por un camino paralelo a la carretera, y ya se ve su silueta al frente, destacando sobremanera la Colegiata de Santa María del Manzano, separada del núcleo urbano. Las vistas en este tramo son de postal: el Camino flanqueado por amapolas y flores amarillas, entre campos de cereal, y con la Colegiata y Castrojeriz de fondo.
Llegamos así a la Colegiata, que lamentablemente encuentro cerrada. El edificio es bellísimo. Sigo las flechas, que nos suben a la parte alta de Castrojeriz, bajo la vigilancia de su castillo, que domina el cerro en que descansa la población, y a la altura de la Iglesia de Santo Domingo (no perderse las calaveras y tibias del osario, que dan a la calle) doy por finalizada la etapa, ya que me alojo en el Albergue Cosa Nostra, justo frente a ella.
La cama cuesta 12 €, y es un edificio antiguo, histórico, realmente bonito. No obstante, Castrojeriz está declarado como uno de los Pueblos Más Bonitos de España, y su oferta de alojamientos es amplia, y no sólo de albergues para peregrinos. A la tarde, como siempre, visita a la localidad, incluido el Monasterio de Santa Clara y nuevamente la Colegiata de Santa María del Manzano, así que tres o cuatro kilómetros extras, pero muy bien echados.
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