Camino de Santiago Francés. Etapa 12: Nájera - Santo Domingo de la Calzada

A pesar de que seguimos por tierras riojanas, los viñedos ceden protagonismo a los campos de cereal, omnipresentes durante toda la etapa de hoy.

La salida de Nájera se hace en leve ascensión. Si estamos atentos veremos, a la derecha y algo en alto, un Cristo tallado en madera. Es una obra bastante inquietante, que presenta a Jesús como hombre, con todo el terrible patetismo de quien ha sido brutalmente maltratado hasta la muerte. Me ha impresionado bastante.

Enseguida salimos del monte a una llanura cubierta de campos cerealistas. El camino asfaltado, pero sin apenas tráfico, nos lleva a Azofra, a menos de seis kilómetros desde nuestro inicio. Yo he parado a tomar un café y me he acercado a la iglesia, por gusto de verla.

Abandonamos Azofra por la Fuente de los Romeros, ahora por camino de tierra, pasando por el Rollo de Azofra, lo que indicaba que la villa tenía jurisdicción para impartir justicia.

Las indicaciones nos aproximan a la autovía, que será nuestra compañera durante un corto trecho, hasta el cruce de Alesanco, a partir del cual nuestros pasos se adentran, ya sin contemplaciones, entre la inmensidad de los campos de cereal.

El terreno es ondulado, y salvo algún repecho puntual, caminaremos con total comodidad. Sin duda, ésta es una etapa para la Primavera, con todos los cultivos alfombrando el suelo de verde. Y si hubiéramos venido unas semanas antes, el espectáculo visual se habría enriquecido con el amarillo de las flores de la colza. Hoy, esta planta ya ha tirado la flor y lo que vemos son las vainas, de un verde apagado, igual que su hoja y tronco.

Tras culminar la única y leve ascensión del día alcanzamos una urbanización de reciente construcción, con campo de golf. Es un tramo urbano que destroza el espíritu campestre en el que veníamos imbuidos. A continuación llegamos a Cirueña, y aunque el trazado oficial no se adentra, sino que gira a la derecha, me acerco para ver su Iglesia de San Andrés y, algo más adelante, pegar un bocado rápido en el Bar Jacobeo.

De regreso al Camino, embocamos el último cuarto de etapa, nuevamente entre más y más campos cerealistas. A título personal, consigo descubrir el punto exacto de la foto que ilustra la portada de la guía que me acompaña para este Camino de Santiago, y que ya lo ha hecho anteriormente para otras variantes.

La aguda Torre Exenta de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada nos marca la ubicación exacta de nuestro destino, aunque pronto se hace visible la ciudad al completo.

Un lento y progresivo descenso nos conduce a Santo Domingo de la Calzada. Es al entrar a la calle Mayor cuando cobra interés, con sus numerosas fachadas, escudos, edificios y demás elementos que denotan el pasado ilustre de la villa. Su joya es, sin duda, la catedral, que bien merece ser visitada. Por 5 € (a fecha de hoy) se puede entrar a la catedral, a la Torre y al Convento de San Francisco.

Me alojo en el Albergue de la Cofradía del Santo, con una antigüedad de nada menos que novecientos años. Absolutamente remodelado, el albergue es todo un lujo. Cuesta 13 €.