Camino de Santiago Francés. Etapa 11: Logroño - Nájera

Larga y buena etapa la de hoy, en la que predominan los viñedos (como era de esperar, estando en La Rioja).

La salida de Logroño es algo tediosa, como sucede en todas las ciudades. Eso sí, en cuanto entramos en el primer parque dejamos de ver edificios, y el paseo hasta La Grajera es agradable. El embalse nos regala unas imágenes de postal.

Una vez superado este tramo entramos de lleno en campos cubiertos de viñas. Si hace unos días atravesábamos campos cerealistas por Aragón y Navarra, hoy en La Rioja nos vemos sumergidos en un bonito océano de cepas, alineadas maravillosamente y mostrando un mosaico precioso.

Tras un trecho menos agradecido junto a la autovía nos aproximamos a Navarrete, con amplia oferta de albergues. Aquí visito su iglesia y paro a tomar un café y tostada, llevo trece kilómetros y quedan unos dieciocho.

A la entrada de Navarrete vimos las ruinas del Hospital de Peregrinos San Juan de Acre, y a la salida pasaremos por el cementerio, donde fue instalada la portada original de dicho hospital, una joya que merece una breve parada.

Continuamos, y de nuevo caminamos rodeados de viñas. Cruzamos la carretera a Sotés y las marcas amarillas nos conducen, de nuevo, a un camino en paralelo a la autovía. El camino oficial continúa, pero un desvío a la izquierda nos tienta a acercarnos a Ventosa, y creo que merece la pena, es un tramo más bonito, además, han instalado lo que denominan 1 km de Arte, con varias fotografías y otros elementos curiosos. En Ventosa también hallaremos bares, lo cual es de agradecer, pues aún faltan diez kilómetros hasta Nájera.

Ya que he llegado hasta aquí, hago el esfuerzo de subir las rampas por las que acceder a la Iglesia de San Saturnino, que domina la población.

Una vez reincorporados al Camino afrontamos una breve subida al Alto de San Antón, cota más alta de la jornada. Iniciamos un progresivo descenso, algo acusado al principio, y siempre con la vid como protagonista del lugar.

Ya en las inmediaciones de Nájera decae el interés, puesto que a los viñedos los sustituye un polígono industrial y calles de una ciudad moderna y funcional, carentes del menor encanto. Será ya al otro lado del río Najerilla cuando vuelva a ser interesante, con la Iglesia de la Santa Cruz y el Monasterio de Santa María la Real como sus principales elementos patrimoniales.

Me alojo en el Albergue La Peña, a doscientos metros del monasterio. La cama cuesta 12 €, y las instalaciones están impecables. Además, el propietario es muy majo.