Bermejo por el Jardín del Moro. Ida por GR7 y garganta del Arroyo Labores. Vuelta por el Cerezo.

Nos encontramos en Sierra Horconera, la sierra más alta de la Subbética. Esta ruta es probablemente la más bella para conocer la parte oeste de la dicha sierra, ya que la circunda en su totalidad la mole del Bermejo y accede a la cumbre. En resumen, probablemente la subida más bonita para el pico más bonito de la provincia de Córdoba.

Iniciamos camino en la carretera de Los Villares, cogiendo el GR7 que rodea por el noroeste el Bermejo, al que empezaremos el ataque por la garganta del Arroyo Labores. Antes pasamos por varios cortijos, el último las ruinas del de Vichira.

Desde aquí comenzamos una importante y preciosa subida de 4,5 km. Nos encaramamos a la sierra por la llamativa garganta del Arroyo Labores, por donde nos cruzamos un gran rebaño de cabras guiadas por el cabrero, que me reconoció que sube la montaña diariamente desde tiempos inmemoriales. Vamos ganándole a la ladera hasta que nos decidimos a aumentar la pendiente en busca de las ruinas del Jardín del Moro y su aljibe, en uno de los picos que forman la garganta. Las vistas desde esta subida hacia atrás, hacia la garganta, son probablemente, de los paisajes más llamativos que pueden verse en toda la provincia de Córdoba.

Una vez vistas las ruinas, hay que continuar a media ladera en busca del collado de referencia, llamado "de la aguja" por algunos montañeros debido a las formaciones rocosas en pico que hay en las cercanías. Hasta el collado no vimos sendero, ni hitos; pero desde él sí había trocha. El Bermejo se nos muestra pronto al norte, y en el último km la veredilla es clara, jalonada de hitos. Tocamos cumbre un día de viento nulo, pero con una molesta calima que impedía que las vistas fueran muy lejanas. La Tiñosa y la afilada cresta de Alhucema sí se veían nítidamente, así como las sierras Gallinera y Pollos. Pero como sabíamos que no íbamos a ver las cumbres nevadas de Sierra Nevada, ni la siempre llamativa Maroma, decidimos no llegar hasta el collado de las Chozas como teníamos previsto, sino que desandamos un kilómetro y traspusimos hasta el puerto del Cerezo, desde el que volvimos hasta el punto de partida hasta el coche por su cómodo, amplio y zigzagueante camino, siempre con vistas al cortado de Alhucema, imaginando alguna ruta que nos llevara a su, a priori, inexpugnable cueva.