Batería de Castillitos hasta el faro de cabo Tiñoso y Bateria de Atalayon

Elegimos la ruta cercana a casa por el aviso de posibles lluvias y fácil al ser en parte por pista o carretera asfaltada. Hoy con el equipo más reducido por faltar los que han optado por Córdoba capital y el Caminito del Rey.

Pretendemos recorrer las baterías y construcciones militares que escalonadas en el terreno ocupan Cabo Tiñoso. Dejamos para el final el Atalayon que se encuentra detrás del parquing e iniciamos la marcha bajando un poco hacia la más famosa batería por el tamaño de sus cañones Vickers que es Castillitos. La denominación es consecuencia de sus formas ya que semejan un castillo medieval con sus torres y almenas.

Canela empieza a darnos disgustos al salir tras unas cabras monte abajo casi hasta llegar a las calas. Vuelve al cabo de un rato con la lengua hasta el suelo y pidiendo agua. Las cabras nos seguirán parte de la ruta y la perra nos repetirá el disgusto varias veces hasta que a la vuelta previsores la enganchemos con la correa.

Dejamos a la derecha la batería de Castillitos, construidas en 1930 y 1931 para lo que fue necesario no solo la carretera que nos ha subido hasta ellas sino también el pequeño embarcadero de La Azohia, por ser de todas ellas las más conocidas para nosotros y descendemos la ladera por buen camino visitando restos de edificios militares que dejaron de tener uso en 1993.

Las baterías del Jorel, así denominadas por los jureles que pescaban en la zona, fueron construidas en 1912 y daban cobertura tanto a un lado como al otro de Cabo Tiñoso.

Llegamos hasta el faro al que la valla nos impide el acceso. Antes hemos atravesado un pequeño túnel que no requiere linterna por no ser muy largo.

Volvemos subiendo por la carretera asfaltada hasta Castillitos, donde además de los cañones vemos los barcos pintados para identificación en las paredes de la torre de uno de los miradores correctores o directores de tiro y bajamos a sus tripas donde nos alumbramos para atravesar el túnel hasta el mirador.

Pasamos el parquing para subir al Atalayon, baterías antiaéreas que protegían las anteriormente vistas, e imaginar a qué distancia y dónde está la tabla de surf. Volvemos al coche y paramos en la Asociación y cantina de Campillo para tomar la cerveza que pone fin a la aventura.